Acuerdos de precios con los empresarios y
supermercadistas, ampliación del programa “Precios Cuidados” y controles para
verificar que los productos estén en las góndolas a los precios pactados,
créditos de la ANSES y descuentos con la tarjeta de débito para los jubilados,
relanzamiento de los préstamos PROCREAR, diferimiento de los aumentos en las
tarifas de los servicios públicos, cuotas fijas en pesos para la compra de
electrodomésticos con el “Ahora 12”.
Preocupación por la
inflación, medidas para intentar contenerla, aliento al consumo para dinamizar
la economía, salir de la recesión y contrarrestar el malestar social: no, no
volvió el kirchnerismo y no nos avisaron. Son las medidas que -dicen- tiene en
carpeta el gobierno para intentar detener la caída vertical de Macri en las
encuestas, y la sucesión de desastres electorales que disimulan festejando las
derrotas del kirchnerismo en algunas provincias.
No es cuestión de
entrar a discutir acá si el combo (de confirmarse) puede funcionar, o terminará
en otro fiasco de los que nos tienen habitualmente acostumbrados con sus
anuncios. Tampoco de dilucidar si les alcanza, o el daño a la economía, al
bolsillo de los argentinos y a las chances electorales del gobierno ya es
irreversible; o sentarnos a reírnos del fracaso absoluto de los supuestos
teóricos del plan económico, porque de sus resultados concretos hay poco que
mueva a risa.
Menos se trata de
saber como se conjugan esos presuntos anuncios en carpeta con los draconianos
compromisos de ajuste asumidos por el gobierno con el FMI, que está pidiendo
más sangre: generalización del IVA al 21 % para todos los productos y
servicios, más tarifazos y recortes del gasto públicos, aumentos en Ganancias y
recortes en el monotributo. Y ojo: más allá de sus urgencias electorales, el
gobierno tiene que prestarle atención a su único salvavidas, sin el cual se
hubiera hundido hace rato.
No vamos a entrar a
analizar ahora las señales que dan los “mercados”, nerviosos ante la debacle
electoral del oficialismo, y la perspectiva cada vez más cierta de un default:
suba del riesgo país, disparada de los seguros de default, caída en picada de
los bonos de la deuda, aceleración de la fuga de capitales.
Todo eso es
relevante y cuenta, pero ya es sabido, y forma parte del paisaje. Acá el dato
relevante es que parece que a partir de ahora, la economía cuenta, sus
indicadores pesan electoralmente, y la gente “volvió” a votar con el bolsillo;
y el gobierno no puede desatender esas, cuestiones, bajo el riesgo si lo hace,
de sufrir una paliza electoral.
Hasta acá, el mago
ecuatoriano venía sacando un conejo tras otro de la galera, y convenció a
muchos (incluso a unos cuantos de este lado de la grieta) de que la gente vota
por otras cuestiones, más importantes que “la víscera más sensible”: las
emociones, los miedos, los gustos, las fobias, la expectativa, la idea del
cambio.
Eso le permitía al
gobierno echarle la culpa de todo al pasado y apelar al esfuerzo y el
sacrificio con la promesa de que de ese modo se construye un futuro venturoso,
salteándose así un presente de oprobio, en el que no tiene nada para mostrar.
Al parecer, esos
tiempos ya pasaron, y es el propio mago de los Andes el que está advirtiendo
que si la agenda del gobierno no desciende a preocupaciones más mundanas y hace
algo (o intenta hacerlo) para resolverlas, tienen el boleto picado en octubre.
Como diría Cristina “no fue magia”, y agregamos nosotros, fue Macri, fue su
gobierno, lo que los llevó a este punto.
Veremos ahora como
se las apañan para administrar la escasez: de recursos ,de resultados de
gestión, de expectativas; porque hasta acá todo fueron rosas. Ahora vamos a ver
si el mago es realmente un mago, o simplemente otro chanta más, que se tendrá
que tragar sus libros: después de tantas “encuestas cualitativas”, “focus
group” y “coaching electoral”, es increíble lo que puede lograr una recorrida
del tipo por un supermercado de Recoleta, para asombrarse porque el kilo de
duraznos estaba a 95 pesos. Poca calle, che.
No hay comentarios:
Publicar un comentario