No es necesario ser premio Nobel de Economía
para darse cuenta que un combo de liberales que creen en la mano invisible del
mercado para combatir la inflación, y radicales aportando ideas para resolver
se problema, está destinada al fracaso antes de comenzar.
Para empezar, es
notable la velocidad con la que hicieron la transición entre repetir
incansablemente la monserga de que la inflación es un fenómeno exclusivamente
monetario, que se resolvería (fácilmente, además) dejando de emitir y retirando
bruscamente circulante de la plaza, a plantear acuerdos de congelamiento de
precios con los supermercadistas y las empresas productoras de los artículos de
primera necesidad: se pegaron flor de porrazo generando la inflación más alta
de los últimos 27 años (y nos lo hicieron pegar a todos) y listo, se sacuden la
tierra y siguen adelante como si nada.
Con una inflación
de costos (generada sobre todo por la decisión del gobierno de dolarizar las
tarifas) persistente y sin chances de revertirse en lo inmediato, y con una
“estabilidad cambiaria” prendida con alfileres hasta que se vuelva a acelerar
la dolarización de carteras y fuga de capitales en un año electoral, el
gobierno quiere concluir un acuerdo con las empresas para congelar precios
hasta el presunto (recalcamos lo de presunto) balotaje presidencial de
noviembre: puede fallar.
Eso, sin contar que
todavía no ha concluido el pasaje a precios de la abrupta devaluación producida
en el último año, que comprueba otro fracaso del primitivo teórico del
neoliberalismo argento: que los movimientos en el tipo de cambio no se
trasladan a los precios, más en una país con unas estructura productiva dual y
desequilibarada como la nuestra.
Pero aun dejando de
lado todo eso, que supone el contexto mínimo a analizar las medidas económicas
que el gobierno se apresura a lanzar como para “hacer ver” que hace algo frente
al desbarranco de la economía y la caída en picada de Macri en las encuestas,
la pregunta es que piensan hacer si -como todo lo indica- las cosas fallan; es
decir si las empresas no cumplen con lo pactado y hay desabastecimiento y
faltante de productos, o remarcaciones de precios, o las dos cosas.
¿Van a apelar acaso
a la Ley de Abastecimiento 20.680. que juzgaban inconstitucional cuando eran
opositores, cuya reforma en 2014 por la Ley 26.991 votaron en contra quienes hoy forman parte de “Cambiemos”?
Lo curioso es que
esta misma gente que desconoce el carácter social de la economía como ciencia,
y te dice que existen ciertas “leyes” que la gobiernan que serían fijas e
inmutables, después te dice que todo pasa por las expectativas, o “el humor de
los mercados”, o la “credibilidad”.
Si eso es así, ¿qué
credibilidad puede generar un gobierno que toma medidas en las que él mismo no
cree -porque lo ha dicho innumerables veces-, ni tampoco da la sensación de
estar dispuesto a hacerlas cumplir, llegado el caso? Video relacionado:
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