miércoles, 19 de junio de 2019

LA IMPORTANCIA DE REGULAR


La imagen de apertura corresponde a esta nota del Cronista, que da cuenta de las empresas que prefirieron este año distribuir más dividendos entre sus accionistas, que reinvertir sus ganancias (utilidades) en mejorar los servicios que prestan. El motivo sería “la incertidumbre electoral”, y la posibilidad de que surja de las elecciones un gobierno menos afín a sus intereses.

Claro que como para poder distribuir ganancias primero hay que generarlas, rankean alto en ese renglón tres sectores particularmente favorecidos por las políticas del gobierno de Macri, con regulaciones a su favor: los bancos, las generadoras y transportistas de energía y las concesionarias de rutas por peaje.

En el caso de los bancos, no hay que abundar demasiado respecto a las “regulaciones desreguladoras” del macrismo que han incrementado de modo exponencial sus ganancias: desde la eliminación de las normas del Banco Central que fijaban un techo a las tasas que cobran por sus préstamos y un techo a la que pagan por sus plazos fijos a los ahorristas, pasando por las generosas comisiones que muchos de ellos embolsan por las abundantes colocaciones de deuda del gobierno; y en un lugar estelar, las exorbitantes tasas que fueron pagando en todo este tiempo todos los papeles de deuda emitidos por el Estado, con el supuesto fin de contener al dólar: LEBAC’s, LELIQ’s y toda la serie.

De las energéticas se habló mucho por estos días a consecuencia del apagón, y se había hablado antes por los tarifazos: les dolarizaron las tarifas mientras siguen teniendo buena parte de sus costos internos en pesos y -sobre todo- los brutales aumentos de tarifas en los que descansan sus abultados márgenes de ganancias de los que surgen las utilidades que hoy reparten con generosidad entre sus accionistas, nunca tuvieron como contrapartida la exigencia de realizar inversiones acordes con la mejora en la calidad de los servicios; pese a que fue justamente ese el argumento esgrimido para aumentar las tarifas.

Las mismas consideraciones caben para las concesionarias de rutas por peaje, las que incluso les condonaron penalidades contractuales por incumplimiento de inversiones previstas, o les valoraron de un modo exorbitante las presuntamente realizadas: ver más información acá.

Si bien es natural en el capitalismo que una empresa quiera obtener ganancias, y sus accionistas repartírselas, en todos lo casos comentados la característica en común es que se trata de sectores regulados de la economía, acá o en cualquier parte del mundo; y por ende el nivel de sus ganancias y el destino de las mismas depende no solamente de las reglas de juego del mercado, sino de decisiones que adopta el Estado.

Decisiones que toma incluso cuando desregula, o elimina regulaciones: se ha dicho hasta el cansancio que eso no es sino otro modo de regular, a favor del capital. Pero trae consecuencias, que van desde el apagón del domingo, a la aceleración de la fuga de capitales, que son resultado de la apropiación del excedente social, y se van de la economía real cuando no se reinvierten.

O cuando se trata de empresas que en todo o en parte son propiedad de capitales extranjeros, esa desregulación provoca fuga de divisas, y genera presiones adicionales sobre el tipo de cambio, con todo lo que eso implica en países con estructura productiva desequilibrada como el nuestro.

Precisamente este aspecto (los límites a la repatriación de utilidades) era uno de los menos criticados en público del conjunto de medidas de restricción de acceso a las divisas que los medios hegemónicos dieron en llamar “cepo”, pero más resistido en privado: las compañías extranjeras utilizaron su poder de lobby en los medios para que sus intereses fueran tutelados sin ser mencionados casi, poniendo el foco en los pequeños ahorristas que no podían comprar dólares.

Podemos discutir la profundidad de las regulaciones públicas, los instrumentos y su eficacia. Lo que no admite discusión es que, como decía Scalabrini Ortíz, "lo que no se regula explícitamente en favor del más débil, se determina implícitamente en favor del más fuerte. ". Ni hablar si se regula explícitamente a favor de los más fuertes, como lo ha hecho este gobierno.

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