jueves, 5 de diciembre de 2019

BROCHE DE ORO


Leíamos en Infobraden: "Si bien recién tomó estado público en el día de hoy, la resolución 1531/19 firmada por el ministro de Defensa Oscar Aguad le pone el broche de oro a la reestructuración funcional de las fuerzas armadas que pergeñó la administración macrista, a partir de la nueva reglamentación de la ley de defensa nacional implementada a partir de los cambios introducidos al decreto 727/06 mediante los decretos número 683 y 703/18.

"El extremadamente acotado marco que el llamado “decreto Garré” daba al concepto de “amenaza exterior” fue sustancialmente ampliado, pasándose de considerar que solo una agresión proveniente de un ejército regular extranjero podría habilitar el empleo de las fuerzas armadas, a un criterio mucho más amplio en el que amenazas tales como el terrorismo internacional, el narcotráfico, los ciberataques y la defensa de objetivos estratégicos para el país, son materia de competencia militar con distintos grados de involucramiento y nivel de acción que preservan el principio doctrinario de uso del poder de fuego militar en cuestiones de seguridad interior."

"La reestructuración de la orgánica militar que acaba de entrar en vigor comenzó a elaborarse hace varios meses, pero recientes manifestaciones de posibles candidatos a ocupar cargos ministeriales y que apuntan a sostener por ejemplo que “El terrorismo Islámico no es un tema de preocupación para Argentina” junto a otras que refieren a un eventual retiro de las tropas del Ejército acantonadas en las zonas calientes de la frontera norte del país, encendieron las alarmas en los altos mandos castrenses que sostienen que sería una torpeza dar marcha atrás con lo mucho que se ha hecho en procura de contener buena parte de las llamadas “nuevas amenazas.(las negritas son nuestras)

No debiera sorprender que el escriba de temas castrenses en el diario de Hadad sea alguien que defiende las posturas más reaccionarias en la materia, y que abogue permanentemente por la independencia de las Fuerzas Armadas del poder político: de lo contrario escribiría en otro lado, y no en el diario formado en las canteras del carapintadismo.

Lo insólito es que haya alguien que considere que puede existir cosa tal como un “broche de oro” a la calamitosa gestión de Oscar Aguad en el Ministerio de Defensa, aunque en realidad esto último estuvo de más: nada que se le confíe a Aguad puede no terminar en un resultado calamitoso. Como el ARA San Juan, sin ir más lejos.

Tras su paso por el luego disuelto Ministerio de Comunicaciones al solo efecto de vehiculizar los negocios de Clarín y desguazar la ley de medios, el “Milico” fue a Defensa con el solo propósito de satisfacer los reclamos de los uniformados por recuperar el terreno que perdieron con el kirchnerismo en términos de autonomía política, estratégica y operacional (y algunos negocios, como no); y para alinear al instrumento militar con los objetivos políticos de la administración Macri, que no fueron otros que el seguidismo obsecuente de las definiciones estratégicas de la política exterior de los Estados Unidos.

Que pasan por fortalecer su presencia en la región para hacerle frente a la creciente influencia de China y Rusia, controlar ideológica y conceptualmente a las fuerzas armadas de los países que la integra, y tenerlas a la mano como herramientas nuevamente disponibles para incluso interrumpir procesos democráticos cuando estos decantan en una dirección que no es la prevista o deseada por el Gran Hermano del norte, como acaba de pasar en Bolivia.

En ese marco, no pudo ser más desafortunado que en estos tiempos en la Argentina gobernara Macri, y que su ministro de Defensa fuese Aguad, dos tipos consustanciados con la ideología procesista, aunque se empeñen en disimularlo y pasar por democráticos. Porque la doctrina de las “nuevas amenazas” cuya implantación en nuestras Fuerzas Armadas celebra el cronista es una creación del Comando Sur del ejército yanqui, y no es otra cosa que la versión remixada de la “doctrina de la seguridad nacional”, la tristemente célebre directiva estratégica que siguieron las dictaduras militares del continente en los años 60’ y 70’, con su terrible secuela de autoritatismo y violaciones masivas a los derechos humanos.

Los cambios que introdujeron Macri y Aguad en ese contexto a lo que Morales llama “el decreto Garré” (Decreto 727/06 de Néstor Kirchner, en realidad) fueron analizados en ésta entrada y en ésta otra. Y lo que sucedería ahora es que una resolución ministerial pondría en línea con esos cambios la organización interna de las FFAA, vaciando de funciones al Estado Mayor Conjunto en beneficio de los comandos operacionales de cada fuerza.

Una decisión muy discutible incluso en términos estrictamente militares (en tanto dificulta la capacidad operativa conjunta de las fuerzas), pero que además contribuye a debilitar aun más los lazos de las FFAA con el poder político, como ha sido el norte de la gestión que se está yendo, justo cuando esa relación está en entredicho en toda América Latina, con los funestos resultados que estamos viendo, y analizábamos en ésta otra entrada.

Otro aspecto más de la pesada herencia que le deja el macrismo al gobierno de Alberto Fernández, que según todo indica contará como ministro del área con Agustín Rossi; precisamente porque esas circunstancias críticas hacen más necesario que nunca reafirmar el pleno mando del poder político institucional, sobre el instrumento armado de la defensa nacional. Es decir, volver a hacer lo que hizo Néstor en su momento, mal que les pese a los nostálgicos del carapintadismo que escriben en el diario de Hadad.

Y hacerlo es una necesidad de primerísimo orden, que no tiene que ver con la orientación de la política de defensa nacional (o al menos, no es ése el objetivo excluyente), sino con la preservación misma del proceso democrático, y la plena vigencia de las instituciones de la Constitución, que consagra al presidente de la nación como el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Menuda tarea le espera al “Chivo”, pero por algo lo eligieron.

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