sábado, 6 de junio de 2020

BASTA DE RECULAR EN CHANCLETAS


Que nuestro empresariado vernáculo es enemigo de toda intervención del Estado en la economía salvo la que signifique transferirles recursos públicos a cambio de nada, es sabido. Y que desde esa óptica aborrecen toda forma de regulación pública, excepto la que les cree condiciones para prosperar sin competir ni invertir, también.

Y que el sector agropecuario ranquea alto en esa perspectiva, ni hablar, su pliego de condiciones es más o menos el mismo desde siempre: baja de impuestos, libertad de mercados, apertura de las exportaciones, devaluación para sostener un tipo de cambio alto, y -acá nos queremos detener- libre manejo de las divisas.

El dólar es un objeto (al par que un precio) fetiche de la economía nacional, un oscuro (verde oscuro) objeto del deseo del empresariado argento, sea por medios lícitos (como las exportaciones), o mediana o totalmente ilícitos, como las diferentes maniobras a las que son afectos para sortear los controles cambiarios, valorizar ganancias, dolarizarlas y fugar divisas.

Su imaginación al respecto es inagotable: triangulación de exportaciones a paraísos fiscales, precios de transferencia entre empresas de un mismo grupo económico, sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, y por supuesto en el capitalismo financiero, los "derivados" que les permiten hacerse de dólares: las operaciones en bolsa con títulos (el "contado con liqui"), los autopréstamos, las cancelaciones anticipadas de deuda.

En fin, un sinnúmero de agachadas que el Estado y sus organismos con poder de regulación sobre el mercado de divisas (como el Banco Central) suelen correr siempre de atrás, reaccionando tarde y no siempre bien: allí están como prueba las escalofriantes cifras de "formación de activos externos" (fuga de capitales) de las que periódicamente nos enteramos; con listados en los que hay ciertos nombres que invariablemente se repiten, como algunos de los contertulios del presidente hace poco en Olivos. 

Y si bien nuestros sacrificados hombres de campo no están solos en estos de reclamar contra el intervencionismo y las regulaciones estatales (eso que Alsogaray y Martínez de Hoz llamaban "dirigismo") sino que son acompañados por los industriales (ver al respecto acá), la imaginación de los agrogarcas no tiene límites a la hora de advertir sobre las plagas bíblicas que afectarán al sector si se mantienen las últimas restricciones del Banco Central para el acceso al mercado de divisas: en ésta entrada las analizábamos en detalle.

Eso sin que -por ejemplo- se haya limitado la remisión de utilidades de las multinacionales a sus casas matrices (salvo en el caso de los bancos), o si se lo hace, sin que invoquen esa situación para quejarse. Lo real es que disfrazado bajo el argumento de las "necesidades del proceso productivo" (la industria plantea más o menos la misma cantinela para los insumos o bienes intermedios necesarios en ese proceso), lo que en realidad están defendiendo es la libertad de fugar capitales, o el libre albedrío de timbearla en enjuagues financieros y bursátiles que se hacen con el "resto" que deberían destinar a invertir, para expandir la producción, o ser más competitivos por  innovación tecnológica, por ejemplo.

Es éste (el de la fuga de capitales que resta recursos a la inversión para el desarrollo) acaso el rasgo estructural más perdurable de nuestra presunta élite empresarial, que pesa como un balde de cemento en los pies sobre nuestra perspectiva de crecimiento con desarrollo integrado e independiente. Y solo se contrarresta con regulaciones públicas eficaces, insertas en un plan de desarrollo con objetivos y prioridades explícitas, y también por supuesto creando incentivos para el ahorro en moneda nacional; porque al capital no se le pueden ofrecer solo amenazas o penalidades, sino atender en algún punto su propia lógica de búsqueda del beneficio, siempre que se la inserte en el contexto de un proyecto colectivo.

Es de esperar que el gobierno no ceda a los cantos de sirena de estos vivos de siempre, menos con la excusa de que los controles se aflojarán cuando se cierre el acuerdo con los acreedores externos por la reestructuración de la deuda: allí los escasos dólares serán más necesarios, y no menos; y cualquier país del mundo dictaría regulaciones mínimas para asegurarse un uso racional de un recurso escaso y crítico, en particular considerando las restricciones de nuestro modelo productivo, y la espada de Damocles de la restricción externa.

Solo cierta debilidad (percibida y real) y titubeo del gobierno a la hora de disciplinar con decisión al poder económico pudo generar la desfachatez de plantear que se aflojen controles mínimos imprescindibles para cerrar la canaleta de la fuga de capitales, justo cuando se conocen con exactitud las evidencias del colosal proceso que en ese sentido representó el macrismo; y quienes fueron sus principales beneficiarios. Que no son otros que justamente los que reclaman flexibilizar los controles, amenazando -en caso contrario- con la madre de todas las plagas, peor incluso que el coronavirus. Tuit relacionado: 

1 comentario:

  1. ¿Que podés sacar de gente como Magnetto o Rocca? Despidos, falta de pago de salarios, fuga de divisas y extorsiones.
    ¿O alguien piensa que esa foto va a tranquilizar al "mercado"? Son ellos los que salen todos los días orquestadamente a correrte con el dólar.Y lo van a seguir haciendo.Y si no aplicás la 7030, más presión te van meter sobre el blue.
    Ante el pedido de reunión la respuesta era sencilla: "El Presidente pide que les comunique que como uds. comprenderán, se ve en la necesidad imperiosa de priorizar la atención de la enorme problemática que genera la pandemia, así que la reunión va a tener que ser en otro momento".
    El Colo.

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