lunes, 1 de mayo de 2023

TIEMPOS COMPLEJOS

 

El año pasado, para ésta misma fecha, decíamos en ésta entrada: "Y de una economía con problemas -hace siete años- que discutía eliminar Ganancias para los trabajadores en relación de dependencia, pasamos a otra en la que el fenómeno del "trabajador pobre" (es decir aquellos que, aun teniendo empleo formal y ajustes por paritarias, no alcanzan a llegar a fin de mes) es cada vez más frecuente, mal que le pese a otro ministro (Kulfas), que en éste panorama minimiza el problema, y se desentiende de su solución.".

"Que la economía crezca a una velocidad mayor que aquella a la que se recupera el empleo puede ser una consecuencia del modelo de desarrollo escogido, pero que recuperándose ambos los salarios sigan retrocediendo en su capacidad adquisitiva es resultado de una puja distributiva, en la que los trabajadores vienen perdiendo hace rato; frente a la pasividad sindical, y de un gobierno al que en su mayoría votaron. Un gobierno al que le sucede lo que le sucede a Kulfas: parece contentarse en señalar los números favorables de la macroeconomía (como lo acaba de hacer el presidente en la asamblea de la CAME), y manifestarse preocupado por la inflación, sin acertar a articular medidas concretas para enfrentarla.".

"Si hubiera que hacer el ejercicio teórico de reducir a una sola y única causa la derrota electoral del FDT el año pasado, no dudaríamos en decir que hay que buscarla por el lado de ésta cuestión; que si sigue sin ser atendida será la principal -casi determinante- causa de otra derrota el año que viene. Y si hubiera que hacer el mismo ejercicio para formular un programa electoral que la evite, la conclusión sería la misma: sin recomponer el poder adquisitivo de los salarios, no hay -de nuestra parte- alternativa que ofrecer en las urnas, con mínimas chances competitivas; así de sencillo.".

"Cierto es que el mundo ha cambiado, y con él el mundo del trabajo, pero en algo sigue exactamente igual, tal lo cual lo describiera un alemán nacido en Tréveris hace un par de siglos atrás: unos ponen su fuerza de trabajo a disposición de otros generando plusvalía, y esos otros la aprovechan, tratando de pagar lo mínimo posible a cambio de ello. Sin embargo, vivimos tiempos en los que todos -de un lado y otro de la grieta- hablan de producir más, sin que la mayoría diga quienes son los que realmente producen (justos esos que hoy celebran su día), y con pocos hablando de como se distribuye esa riqueza que se genera, para que -en palabras de Cristina- no se la terminen llevando cuatro vivos, los mismos de siempre.".

"Tiempos de despiste conceptual de las fuerzas nacionales y populares, en aquello que debería ser el tópico principal de su hoja de ruta: las razones que crearon el peronismo hace más de 75 años siguen tan vigentes hoy, como el 17 de octubre de 1945. Y pese a ello, nos perdemos en discursos "productivistas" que, más temprano que tarde, nos llevan a formular "teorías del derrame", aun desde una visión heterodoxa; o plantear discusiones sobre la productividad aisladas (ex profeso) del contexto del resultado concreto de la puja distributiva, si es que no las queremos llamar lucha de clases.".

Duele decir que un año después, las cosas siguen exactamente igual, lo que en términos prácticos equivale a decir que están peor: el proceso inflacionario se ha agudizado, las políticas compensatorias de la pérdida de la capacidad adquisitiva de los salarios siguen brillando por su ausencia y el panorama incierto de cara a las elecciones es más incierto, como las elecciones más cercanas. Y el movimiento obrero organizado sigue sin dar señales de vida en defensa de sus representdos.

Como gobierno que llegó al poder en el nombre del peronismo, estamos asistiendo al sinsentido de habernos quedado sin respuestas para los trabajadores, y si bien tenemos que procesar que la realidad es otra muy distinta a aquella que vio nacer al peronismo hace casi 80 años, las respuestas que sigue demandando son en esencia las mismas: cuidar el empleo sin desproteger el salario, garantizar derechos para construir una sociedad más cohesionada, equitativa y con un nivel de vida digno para las mayorías populares.

La derecha en cambio, en todas sus formas y variantes (si es que se admite que las hay) sigue firme en lo suyo: maximizar los niveles de explotación de la fuerza laboral para maximizar ganancias, reduciendo derechos que son vistos como costos, a recortar. Lo dijo en su momento Macri, lo reiteró -con otras palabras- Rosenkrantz, cuando cuestionó la sentencia de Evita de que donde hay una necesidad, existe un derecho; lo repite Larreta (el "opositor razonable" que imaginó Alberto) cuando dice que habría que hacer lo mismo que hizo Cavallo y a fondo, desde el primer día.

Hoy los "dos zapatos" del empleo y el salario de los que hablaba Prat Gay en el gobierno de Macri funcionan con esa disyuntiva de hierro, porque tener trabajo, incluso en blanco y registrado, no garantiza tener un salario digno, acorde a las mínimas necesidades que impone la existencia cotidiana  

Pero el análisis no sería completo ni justo si no consideráramos que los denigradores (conceptuales, teóricos y en términos prácticos) del trabajo, los trabajadores y sus derechos no están solos en esa tarea, e incluso reciben el apoyo de no pocos trabajadores, que lo son aunque no se perciban estrictamente como tales: leemos en La Política Online lo que está pasando en la provincia de Buenos Aires con los deliverys y empleados de las plataformas digitales, ante el simple intento de registrarlos, para controlar la actividad y empezar el reconocimiento de ciertos derechos mínimos que como trabajadores que son, les asisten. La propia Cristina en su exposición en La Plata los otros días les hablaba a esos trabajadores que creen en el canto de sirena de la dolarización propuesta por Milei, porque ciertamente los hay.

No conformes con resignarnos a ver como una buena parte de los trabajadores formales no llegan a fin de mes con su salario sin hacer nada al respecto, tenemos que ver como parte de los trabajadores informales -cuya mera subsistencia en esa condición debiera ser un llamado de atención de que algo estamos haciendo mal- se ponen del lado de los que los explotan, y como la deserción del peronismo de sus responsabilidades históricas se traduce en que en una sociedad compleja, fragmentada y en la que el trabajo como lo conocimos ha perdido la centralidad que en otros tiempos tuviera para organizarla, ya no somos la automática identificación política de los trabajadores argentinos, aunque no hagamos nada para merecerlo.

Con el agravante de que no es precisamente por el crecimiento de las organizaciones políticas de izquierda que capitalizan esa deserción, canalizando el descontento de las masas trabajadoras, sino todo lo contrario. ¿O de qué que creemos que habla Cristina cuando menciona la "insatisfacción democrática"? Tuit relacionado:

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