viernes, 17 de mayo de 2024

PACTOS

 

Lamentablemente todo indica que lo que señalábamos acá como destino final de la ley bases (su aprobación) parece estar empezando a cumplirse: el sector de la UCR que aparecía como el más díscolo para prestar sus votos en el Senado a la iniciativa encabezado por Lousteau acaba de canjearlos por el plato de lentejas de un aumento del presupuesto a la UBA, cagándose de paso en la movilización popular en defensa de todas las universidades públicas.

Para ser fieles a la tradición partidaria, nunca faltarán razones que justifiquen una reculada radical: en Semana Santa Alfonsín clausuró los juicios a los genocidas frente al motín carapintada con el argumento de la democracia en riesgo por la asonada, del mismo modo que años después pretendería cohonestar el Pacto de Olivos por el que capituló ante Menem, en la defensa de las instituciones republicanas en peligro.

Y así podríamos remontarnos en el pasado para encontrar, por cada deserción radical, una justificación: los radicales encontraron motivos para participar de la Junta Consultiva de la Libertadora y de su ilegítima reforma constitucional de 1957, como después los encontraron para convalidar con su participación las fraudulentas elecciones con proscripción del 58' y el 63'. Antes de eso, Zabala Ortíz encontró motivos para justificar subirse a un avión de la Marina para ametrallar inocentes, y antes, Roque Carranza para poner bombas en el subte: a la hora de traicionar (o defraudar las expectativas de  algunos) a los radicales les sobran los motivos.

El radicalismo principista e intransigente que se rompía antes de doblarse y para el cual la palabra "pacto" era sinónimo de contubernio con el régimen falaz y descreído (en palabras de Yrigoyen) quedó atrás allá lejos y en el tiempo, y aun así, ese mismo radicalismo tuvo su Semana Trágica y sus fusilamientos de los obreros de la Patagonia. Hoy la UCR -toda, en su conjunto- busca a como dé lugar firmar el Pacto de Mayo propuesto por Milei, que no es sino la versión libertaria del pacto de Olivos. Pondrán reparos formales, harán como que canjean algo a cambio, pero lo terminarán firmando, si es que finalmente se firma y el psicópata de la Rosada no pierde interés en el tema, o cambia de opinión. 

Según se intenta explicar, la estrategia radical es evitar contribuir a un debilitamiento del gobierno que podría ser capitalizado por el kirchnerismo, para volver al poder, lo cual es bastante sintomático del estado actual de la UCR (y por el actual, entiéndase desde 1945): con tal de que no gobierne el peronismo, les da lo mismo cualquiera, por horrible que sea. Pese a esa constante histórica inconmovible, nunca faltan en el peronismo quienes esperan algo de los radicales: si hasta Perón cayó en esa, en el abrazo con Balbín.

El peronismo, por su lado, no estuvo exento en su historia de renuncios, deserciones y traiciones, pero como todo lo que hace -en un país en el que los dispositivos de construcción de sentido social siempre estuvieron  en manos del antiperonismo- gozan de muy mala prensa, y no les encuentran tan fácil como a los radicales, motivos para justificarlos: por culpa del peronismo y del fracaso del gobierno del "Frente de Todos" tenemos a Milei en la Rosada.

Pero culpa del peronismo, solo en parte: Patricia Bullrich salió tercera en la última elección presidencial a 10 puntos de distancia de Massa -lo que da una idea de la valoración social del gobierno de Macri- pero en el balotaje todos sus votos migraron al orate, dándole una victoria que de otro modo nunca podría haber obtenido.

En los 90' en nombre del peronismo y con sus votos se perpetró el menemismo, al que se homenajeó esta semana; pero el homenaje no lo hicieron ni las autoridades del PJ nacional ni la CGT, aunque ambas estructuras hayan sido entonces decisivas para que Menem hiciera lo que hizo, con sus silencios y complicidades. La reivindicación de sus estropicios la hizo el antiperonismo, lo que no deja de ser justo: gobernó con ellos, y para ellos. 

La razón de que así ocurriera el homenaje al riojano es muy sencilla: después del menemato y la crisis del 2001 pasó el kirchnerismo, vinieron Néstor y Cristina, y ya nadie pudo hacer en el peronismo apología del menemismo a cielo abierto: les quedó el atajo de ir por afuera a intentar generar "peronismos alternativos", que en realidad eran y son menemismos culposos. En esa andan Jaldo, Llaryora, Pichetto, Scioli y otros "dadores voluntarios de gobernabilidad".

Pero -para ser justos-. no es ésa la situación actual del grueso del peronismo: cualquiera sean las críticas justificadas que se le puedan hacer a la dirigencia nacional del PJ o a la CGT, desde que asumió Milei están donde deben estar: los bloques legislativos votando en contra las iniciativas del gobierno lesivas para el país y para los derechos de los trabajadores y de la mayoría de sus habitantes, la central sindical impugnando la reforma laboral flexibilizadora del DNU 70 en la justicia y convocando a dos paros generales con acatamiento masivo, en contra de las políticas de Milei. 

Se podrán cuestionar los modos, los tiempos, los ritmos, los discursos, pero esos son los hechos: la única oposición real y concreta al avance del plan de destrucción de Milei viene del peronismo y sus estructuras, y si bien es cierto que con el peronismo solo no alcanza, no es menos cierto que ninguno que quiere oponerse en serio a éste gobierno (sin vedettismos como la izquierda, y sin jugar a que se oponen cuando en realidad son parte del oficialismo ampliado, como la UCR), puede prescindir de él.

De allí la importancia que tiene la disputa a su interior (no precisamente por lugares en las listas de elecciones tan lejanas como la Luna), porque asistimos a un nuevo intento de construir un peronismo a la medida del régimen para institucionalizar el sistema de "un país, dos derechas" dando por sepultado al kirchnerismo; como en el 55' se intentó dar por concluido al peronismo original con el recuento globular del sistema D'Hont, la "reabsorción democrática" de sus votantes y los neoperonismos. 

En eso andan hoy los que quieren prometerle al establishment que le llevarán su versión del peronismo al nuevo pacto de Olivos (la Moncloa criolla), y contribuirán a darle estabilidad a futuro al sistema, con los votos traccionados por el escudito. Eso se disputa también en las elecciones internas convocadas por el Consejo Nacional del PJ para noviembre, y se dirime desde acá y hasta allá en las calles, y en la posición frente al gobierno. 

Hace unos cuantos años en pleno macrismo, y cuando la derecha también se soñaba -como ahora- hegemónica a largo plazo, decíamos acá: "De modo que el peronismo hoy, a 43 años de la partida física de Perón, sigue siendo el territorio en disputa por excelencia de la política argentina, y el que por su peso gravitacional en las tradiciones políticas de millones de argentinos -aunque nada garantiza que siempre será así- suele determinar hacia donde se inclina el fiel de la balanza; por acción deliberada o por omisión culpable. La disyuntiva entonces es muy clara, tan claro como Perón tuvo siempre el rumbo de su movimiento: o vamos hacia un peronismo que se proponga como alternativa política de ruptura y salida del nuevo experimento oligárquico en acelerada construcción, o marchamos otra vez a un peronismo que aporte todo su peso político y simbólico a la consolidación del régimen; y busque su lugar al sol dentro de él.".

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2 comentarios:

  1. Comparto la nota 200 %. Más allá del asco invencible que producen la UCR, algunos "socialistas" (?), los ombliguistas troscos y otras lacras, hay que estar atentos, como ustedes mismos lo resaltan, a los "peronistas" que son empleados de Greylock, denostan tanto a Axel como a Máximo (es decir a CFK), están ausentes para votar en contra de este desequilibrado pero presentes para votar a favor para que lo encanaran a De Vido. Irreprochable la nota, grossa, grossa. Fraternal abrazo compañeros

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  2. Estoy muy de acuerdo con lo que dice la nota. En Todos lados hay leales y traidores, pero es como dice la nota, los radichas ya lo tienen grabado en sus códigos genéticos. Por eso hasta no hace mucho les decían "amores de estudiantes "hoy un juramento y mañana una traición. Y mientras estuve trabajando en Mendoza me anoticié que les decían "los gansos pobres". Los gansos son los ricos y poderosos del partido demócrata, dueños de la provincia, y los radicales ideológicamente son liberales como los "conservadores" del P.D. pero tenían la billetera flaca. Bueno, con los años muchos "gansos pobres", han hecho buena guita, han sabido sopar en el plato y han hundido la tarasca en el queso tb, por ejemplo. Chuky Cornejo, entre muchos otros.

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