martes, 10 de diciembre de 2024

ES EL PODER, ESTÚPIDO

 

Después de 62 años de vigencia, la Constitución de la provincia sancionada cuando el peronismo estaba proscripto va a ser modificada el año que viene: Pullaro consigue así lo que no consiguieron ni los ocho gobiernos provinciales del peronismo (o por lo menos los que en su nombre llegaron a la Casa Gris) que gobernaron Santa Fe desde entonces, ni los tres gobiernos del socialismo y sus aliados bajo la marca Frente Progresista.

En realidad, el actual gobernador quedó a tiro de impulsar la reforma constitucional con la posibilidad de ser reelecto (después llegado el caso la gente decidirá, Macri y De La Rúa también la tuvieron) el mismo día en que fue elegido con más de un millón de votos, obteniendo mayoría y quórum propio en ambas Cámaras de la Legislatura provincial. 

El mismo día en que -con esos mismos números- el peronismo fue duplicado en votos, y quedó más balcanizado y reducido a la impotencia de lo que ya estaba. Y en consecuencia quedó a tiro de no poder impedir ningún intento del oficialismo en general para nada, y en particular para reformar la Constitución.

En éste primer año de gobierno el gobernador jugó áspero, a los flejes y a fondo: logró sancionar siete leyes de emergencia (en seguridad, salud, educación, acción social, penitenciaria, la prestación de los servicios de agua potable y saneamiento y previsional), modificar el régimen jubilatorio con un ajuste como no se conocía desde hace décadas, ampliar el número de miembros de la Corte Suprema y forzar dos renuncias en el tribunal para crear en él una mayoría automática propia, cesantear montones de empleados públicos e imponer paritarias a la baja y reinstalar el presentismo docente, casi sin resistencias ni costos.

Si Pullaro quisiera, podría cerrar la Legislatura porque no la necesitará hasta el final de su mandato, pudiendo prorrogar el presupuesto por decreto cada año, como lo está haciendo Milei en la nación. Y se hizo tiempo para reforzar aún más el control que la UCR (y en menor medida el socialismo) ya tenía sobre la justicia provincial modificando a su gusto la reglamentación del Consejo de la Magistratura, creando una Cámara de supervisión de la ejecución de las penas en la que colocó (y así lo dijeron él y sus funcionarios) jueces que respondan a las políticas trazadas por el Poder Ejecutivo.

Resumiendo: la ciudadanía le dio el poder con su voto, y el tipo lo está usando, sin detenerse a pensar si lo hicieron con el sentido con el que él lo está interpretando, o con otro. De hecho, sus medidas agredieron a buena parte de su propia base electoral (docentes, empleados públicos, judiciales), y no parece que esté pagando muchos costos por eso.

Y lo hizo desde las filas de la UCR, el partido que cuando es oposición nos corre a nosotros con el verso de la calidad institucional, los diálogos y consensos, los límites al poder, los equilibrios y contrapesos institucionales, y cosas así. O que cuestiona cosas parecidas (y a veces ni de cerca tan graves) si las hace Gildo Insfrán, o cualquier otro gobernador peronista o intendente del conurbano.

Pero el problema no es de él, que ni siquiera lo ve como problema, aun cuando en el colmo del cinismo diga que está de acuerdo en el fondo con Milei pero no comparte sus formas, cuando aplica las mismas, o peores. El problema es nuestro, que cuando tenemos el poder, no lo ejercemos honrando los votos que nos lo dieron, y haciéndolos valer.

Como pasó con el gobierno de Alberto, cuando nos explicaban todo el tiempo que "no daba la correlación de fuerzas", como si esta fuera estática o no se pudiera forzar. O como -incluso en tiempos de Cristina- nos enredábamos en debates estériles sobre las formas con gente que, mientras nos acusaba a nosotros de querer "ir por todo", cuando tiene la mínima oportunidad de ejercer el poder, hace lo que está haciendo Pullaro. 

Al menos a escala municipal o provincial: desde De La Rúa para acá (el recuerdo no es casual) los radicales no logran convencer a la ciudadanía de que pueden gobernar el país sin ponérselo de sombrero, y deben ir como furgón de cola de otras expresiones de la derecha como Macri o Milei. Pero aun así en ese rol secundario (como se puede comprobar con la actuación radical en el Congreso en éste gobierno), dan claras muestras de cuanto les interesan -llegado el caso- las instituciones, la república o ponerle límites al poder.

A ver si aprendemos algo para la próxima. Sobre ellos y sobre nosotros. 

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