Pero que cosa che, ya ni en el lenguaje se puede creer: antes un defáult era un defáult, y listo. El deudor decía "no voy a poder seguir pagando", o directamente dejaba de pagar, y que se metan los bonos ya saben dónde.
En cambio ahora -en estos tiempos de Griesa- la cosa ya no es tan lineal ni sencilla, a tal punto que ni siquiera los que viven de estas cuestiones (como los que compran y venden bonos, y seguros contra riesgo de defáult) saben a ciencia cierta si hubo o no defáult, y si lo hubo, desde cuando.
Por ejemplo, acá en Ambito nos cuentan que esta gente muy seria e imparcial (?) de la ISDA todavía no definió cuando y cómo pagará los seguros que se habrían gatillado (usemos el potencial, porque todo puede cambiar en ésta realidad trepidante) como consecuencia de que los bonistas reestructurados no pudieron cobrar el 30 de julio, por la orden de Griesa.
Y por otro lado acá en El Cronista parece que cubrieron una reunión distinta (en realidad ya hicieron tres, y está programada una cuarta, porque no se ponen de acuerdo), porque pone el acento en destacar que los de ISDA "decidieron" (?) que la Argentina no entró en moratoria (es decir, una suspensión unilateral y voluntaria de los pagos de su deuda); ni tampoco ha repudiado (o sea, desconocido) sus compromisos.
Vaya novedad entonces: ¿no es acaso exactamente lo mismo que viene diciendo desde siempre el gobierno argentino en torno a éste caso?
Como decíamos acá, que se pretenda darle visos de seriedad a estas formas sofisticadas de curro financiero denota hasta que punto ha llegado el extravío conceptual del neoliberalismo, explicando lo inexplicable. Como por ejemplo que se hable de defáult de un país que paga puntualmente sus deudas, hasta que un tercero se lo impide.
Pero la verdad de la milanesa es bien otra: tantas cavilaciones sobre lo que hasta ayer se afirmaba con contundente certeza (partiendo de las famosas "calificadoras de riesgo") tiene que ver con cuestiones más pedrestres; como la denuncia del Estado argentino a través de la Comisión Nacional de Valores ante la SEC (ver acá y acá), por maniobras especulativas con bonos argentinos reestructurados; adquiridos por los mismos fondos buitres y para los que luego buscaron la cobertura de los CDS que ahora quieren gatillar con el presunto defáult que -vía Griesa- ellos mismos forzaron.
Los bancos (que integran el comité de la ISDA, porque venden seguros contra defáult) son chorros, pero no boludos: además de pedalear todo lo que puedan el pago de los seguros, no querrán quedar pegados en una maniobra en la que pueden resultar sancionados por la SEC, y en consecuencia perjudicados en otros negocios en el mercado financiero yanqui.
Lo que demuestra que -mientras acá algunos hablan de "mala praxis" del gobierno en la negociación con los buitres- Cristina volvió a mover correctamente las piezas al instruir a la CNV para presentar la denuncia allá, donde a ellos y a los fondos buitres les puede doler.
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