miércoles, 14 de septiembre de 2022

GRIETAS Y CONSENSOS

 

Hay una "grieta" política de la que nos hablan los medios todo el tiempo como si fuera algo nuevo en nuestra historia nacional, en un ejercicio deliberado de falsificación de esa historia -sobre todo a la hora de distribuir responsabilidades en su origen-, y de simplificación intelectual de procesos más complejos, muy conveniente para ciertos intereses. Al respecto, hace unos años atrás en ésta entrada hacíamos un breve repaso histórico, a modo de recordatorio de que la "grieta" no la inventamos nosotros, ni nació en el 2003.

En ese contexto, la violencia política en el país fue en ascenso, hasta culminar (en el sentido de la gravedad, no del fin de los episodios violentos) en el intento de asesinato de Cristina, y en nuevas amenazas de muerte contra ella. Eso, mientras la oposición niega de mil y una formas la gravedad de los hechos (intentando cuidar su quinta de votos psiquiátricos), y los medios -con Clarín a la cabeza- siguen alentando la violencia, mientras niegan toda responsabilidad en su generación, y en la proliferación de los discursos de odio.

Pero al parecer hay zonas de la realidad nacional donde la "grieta" se diluye, como la economía por ejemplo. A menos que (como decíamos en su momento acá) se asuma que la verdadera grieta, la que debería escandalizarnos a todos y movilizarnos para hacer algo para corregirla, es la injusticia y la inequidad en la distribución del ingreso, cosa que no parecería estar sucediendo. 

Porque mientras nos enteramos como las principales empresas del país la levantaron con pala en el primer semestre del año, en ese mismo período los salarios perdieron frente a la inflación y el mes pasado se desplomó el consumo, en especial de alimentos, como consecuencia de que los sueldos pierden poder adquisitivo. Frente a esos hechos contundentes, no se advierten "grietas" significativas, al menos si por tales entendemos importantes sectores políticos o sociales que se estén movilizando y exigiendo cambios en la política económica ya mismo, para ayer, para revertir la situación. 

No los hay en la oposición (compárese el tenor de sus críticas por cuestiones políticas o institucionales, o por intentos de reforma electoral en algunas provincias como Chubut o San Juan), y tampoco en el oficialismo: no se trata de que no haya debate al interior del FDT al respecto, sino de que permanece en sordina, y en público no hay cuestionamientos significativos. Otra vez, compárese con las reacciones -justificadas- por las violencias ejercidas contra Cristina.

Tampoco es parte del debate público -ni en el formato de la "grieta"- la gira de Massa por los EEUU, los compromisos que asumió allí en nombre del gobierno y del país, y sus implicancias a futuro. No cayó en la "grieta" la devaluación a favor del sector exportador más concentrado que representó el "dólar soja", sus efectos concretos que ya se están viendo en la inflación de alimentos, o la descomunal transferencia de ingresos que supone.

Está naturalizado (incluso en el oficialismo, sobre todo en él) que Massa no solo no llegó al gobierno para modificar la política de Guzmán de subordinación de la política económica a las premisas del acuerdo con el FMI, sino a profundizarla: recortes en el gasto público, aceleración del proceso de suba de tarifas y -como se dijo- una devaluación a pedido del sector agroexportador, que actúa en tándem con el Fondo, porque la mayor liquidación de divisas se destina a recomponer las reservas para cumplir las metas pautadas, y habilitar así nuevos desembolsos, previa superación de las revisiones trimestrales.

Tampoco es materia de debate -no al menos con profundidad, y por parte de actores políticos relevantes- que el modelo productivo de inserción apendicular del país en el mundo como proveedores de alimentos y energía sea el único posible, o el alineamiento internacional con los dictados de la política exterior yanqui: así como Dujovne y Macri nos quisieron convencer que estábamos ante un "nuevo y bueno FMI" (algo en lo que en su momento reincidió Guzmán, con los resultados conocidos), hoy parece que debemos celebrar que estamos ante el Claver Carone bueno, que en 2019 admitió ser parte de la operación ante el FMI para financiar el fallido intento de reelección de Macri que deberemos pagar todos, y hoy aporta financiamiento del BID -después de haberlo negado semanas antes- porque "tenemos una política económica consistente".   

Y para concluir estas reflexiones, volvamos al principio: el año próximo tendremos elecciones, en éste contexto de "grieta" política que deviene en distintas formas de violencia creciente, "grieta" económica por la persistencia de elevados niveles de inflación que empeoran la distribución del ingreso (sin soluciones a la vista, al menos con las políticas ensayadas), casi segura recesión autoinflingida, con un gobierno y un presidente comentaristas de la realidad y sin reacción alguna frente a ella.

Sumémosle la falta de alternativas políticas consistentes, como no sea la vituperada -y agredida, y estigmatizada, y amenazada, y casi ultimada- figura de Cristina, con un "Frente de Todos" que, si a su interior tiene estado deliberativo, éste no trasciende en público. Y analicemos como la insatisfacción democrática de la que hablaba Cristina hace un tiempo, incide en la generación de los discursos de odio, el incremento de la violencia política, y el surgimiento de expresiones borderizas con los límites del sistema democrático; o dicho de otro modo: como las distintas "grietas" se terminan conectando entre sí.

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