LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 31 de marzo de 2015

SOCIOLOGÍA BARATA Y ZAPATOS DE GOMA


El sábado pasado leíamos a Fidanza en la tribuna de doctrina: "La visión polarizada de los Kirchner no es, sin embargo, aleatoria. Se ordena, claramente, según coordenadas socioeconómicas. Los sectores populares, de bajo nivel relativo de ingresos y educación, tienden a reivindicarlos, mientras la clase media y media alta a rechazarlos. En rigor, esta distribución del amor y el desamor corresponde a un clásico corte de la sociología política nacional, generado por el peronismo y ya advertido, con cierto prejuicio, por Gino Germani, padre fundador de la sociología académica argentina, hace 60 años.

El efecto electoral de esta ideología empieza a revelarse y se parece al que provocó el primer peronismo. La Argentina marcha a una fractura que tiende a dividir a los votantes antes por la estructura social que por los programas y el perfil de los candidatos. En ese marco, el ánimo general es más conservador que innovador, porque la mayoría no quiere resignar condiciones vigentes, como el trabajo, el ingreso y el consumo. Sin embargo, los que ya optaron por el oficialismo pertenecen en abrumadora proporción a capas populares y de clase media baja, mientras que los inclinados por la oposición son, en su mayoría, de sectores medios y altos. El resto se debate en la indecisión y decidirá el resultado.

Como bien dice Fidanza, la sociología política nacional vivió (y vive aun, en buena medida) bajo el influjo del cariz gorila (aun cuando entonces no existía el término) con el cual Germani explicaba el advenimiento del primer peronismo, en su célebre "Política y sociedad en una época de transición"; lamentándose porque las masas no hicieron su pasaje de la oscuridad más absoluta al protagonismo político "por el método democrático", es decir expresándose a través de los partidos tradicionales que -nucleados en la Unión Democrática- adversaron al coronel y su fuerza naciente.

Se sorprendía tanto como pudo sorprenderse alguien por un rayo en un día soleado, porque esas masas estuvieran allí, comportándose de ese modo, ganando las calles aquél 17 de octubre, en un país que ya por entonces en los 40' pasaba por ser de los mas cohesionados socialmente de América Latina; cosa que bien sabemos era una visión como mínimo parcial de la realidad argentina.

Pero del mismo modo que a Germani, a Fidanza lo obstruyen los prejuicios (de clase, de formación cultural) para entender todo este asunto de la famosa "grieta" en todas sus implicancias; especialmente las políticas. Y teniendo a la vista los datos, le cuesta ordenarlos para ofrecer una explicación más compleja, que escape de los lugares comunes a los que es afecto su grupo social de pertenencia, y su "target" de lectores o auspiciantes. 

Primero nos deja huérfanos de explicaciones sobre el origen de la "grieta" de cuya existencia toma nota, es decir cuando y por qué surgió, y allí está la primera trampa: no son los "populismos" (tal como sostiene Fidanza y sostenía también Germani) los que la crean o la agitan para dividir a la sociedad, polarizando para obtener réditos políticos; sino que lo que ellos llaman "populismos" son intentos por cerrarla, creando sociedades más integradas e inclusivas, allí donde existen fracturas y desigualdades, que en eso consiste la famosa "grieta"; al menos la más importante en términos económicos y sociales.  

El peronismo fue y es -ante todo- en su primera encarnación y la actual, una formidable fábrica de clases medias, creando condiciones objetivas de movilidad social mediante la mejora de los estándares que el propio Fidanza constata como "vigentes": trabajo, ingreso y consumo; que son la resultante del despliegue de políticas públicas concretas, y no de "la mano invisible del mercado", o las condiciones individuales de cada quien para prosperar -que por supuesto existen-, tal el mito implantado en buena parte de nuestras clases medias por el aporte cultural de las corrientes migratorias. 

A Fidanza le parece que la grieta "reapareció" en estos años, porque la mide en términos de la polarización política de la sociedad -al menos en los núcleos más politizados, de un modo u otro-; sin advertir que así vista, "desaparecía" en tiempos en los que la percepción ciudadana de que la política no incidía en su vida cotidiana estaba más extendida -como en los 90'-, mientras la política (en su vertiente de secundarizarse y admitir un rol instrumental respecto a las fuerzas del mercado) iba creando grietas cada vez mayores en la sociedad; entre los que quedaban adentro y afuera justamente de esas condiciones hoy vigentes: trabajo, ingreso y consumo. 

No es el populismo entonces el que la fogonea la "grieta" como sostiene Fidanza; no al menos exclusivamente ni con mayor intensidad en términos culturales (basta ver el tono de los cacerolazos urbanos, y contrastarlo con el de las movilizaciones en apoyo al gobierno), seguramente que no en términos económicos y sociales; y ciertamente producidos los alineamientos en la sociedad a uno y otro lado de la grieta, el kirchnerismo (en tanto encarnación actual del peronismo) nunca renunció a la pretensión de interpelar e interpretar a las clases medias; a veces incluso en desmedro de su propio núcleo duro de adhesiones que son efectivamente -como lo constata Fidanza- los sectores populares.

Si de grietas hablamos, no la hay mayor en términos políticos que la que produjeron en el siglo pasado las sucesivas interrupciones del orden institucional democrático, con su triste secuela de violación de los más elementales derechos humanos.

Desde el prejuicioso análisis de Fidanza, costará aceptar que esas grietas se produjeron justamente porque los dueños del país se negaban sistemáticamente a aceptar que éste contuviera (con derechos, y mejores condiciones de vida) a la mayoría de sus habitantes, que correspondían a ese ideal votando como votaban; y por eso apelaron a los golpes y la proscripción electoral de las mayorías.

Pero hay un punto en que el análisis de Fidanza se torna ya sospechoso, por complaciente con su propia clientela de auspiciantes y target de lectores; y es aquél en el que pretende ignorar la pura racionalidad instrumental de las decisiones electorales de los sectores populares (tal como la mal explicaba Germani en el primer peronismo), dejando así flotar en el ambiente el socorrido recurso del "clientelismo" como explicación a todo.

Sectores populares que salvo excepciones -como podría ser la reelección de Menem, en una conclusión que debería matizarse en un análisis más detallado y puntual- siempre votan en defensa de sus propios intereses objetivos; al contrario por ejemplo de las clases medias (otra expresión convencionalmente amplia, que ameritaría alguna precisión), más afectas a pegarse tiros en el dedo gordo del pie, en términos electorales.

Eligiendo alternativas políticas que -más tarde o más temprano- instrumentan políticas que destruyen las condiciones en las que crecieron y prosperaron; cuya existencia Fidanza constata sin tomar nota de su origen, porque al parecer trabajo, ingreso y consumo son caídos del cielo; o independientes de los vaivenes políticos, o los resultados electorales. 

Como sea, argumentos conocidos y gastados, para empezar a abrir el paraguas ante la perspectiva de otro sapo electoral a digerirse en octubre por esta gente.

2 comentarios:

ezequiel dijo...

Muy buen analisis a quien lo haya hecho. Totalmente de acuerdo. La grieta (que seamos francos, es una alegoría para hablar de desigualdades, interes y sueños) existió siempre. Lo que hace el peronismo es visibilizarla, ponerla en debate y actuar en pos de su achicamiento.
Si en los ´90 no era visible es porque la voz de los ricos (ricos totales, en términos económicos pero también comunicacionales e impulsores de ilusiones) hegemonizaba todo el espacio. La voz del pueblo, de los de abajo, existia y existió siempre, sólo un conductor como Perón, Eva, el flaco o Cristina la pudieron oir y actuar en consecuencia.

Anónimo dijo...

"al contrario por ejemplo de las clases medias, más afectas a pegarse tiros en el dedo gordo del pie, en términos electorales" y a las que tiene que venir a socorrer la fuerza política que ellos electoralmente rechazaron, cuando el desastre que eligieron dañó lo construido.

En octubre tendría que haber voto cantado, para que cada uno se tenga que hacer cargo de lo que elige ante la mirada de todos (así cuando pasen unos años y transcurra la historia, el juicio, incluso de los cercanos a cada uno -padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, conocidos- no sea en abstracto y sin costo para cada uno en base a lo que eligió-.

Estoy cansado de los que nos tratan como si estuvieran de vuelta cuando nunca fueron a ninguna parte, como dice la canción, y sería bueno tener algo para mandarlos a la mierda de una y no tener que fumárnoslos.

Todos los que bancamos al gobierno decimos las mil razones por las que lo hacemos y vamos a votar K, y los contreras nos tiran con los latiguillos de los zócalos de TN y nunca discuten las burradas que repiten. Me tienen podrido, así que me embalo más todavía y digo: pàra todos los que somos clase media -vieja o nueva-, voto cantado.