Termina un año movido (como lo han sido todos los años kirchneristas), que empezó bajo los peores presagios, y culmina con una tranquilidad tan relativa, como pueden ser las tranquilidades en la Argentina.
De la devaluación de enero y el clima de rumores que hasta hablaban de la salida anticipada del poder de Cristina y el adelantamiento de las elecciones, a un panorama en el cual una nueva victoria electoral del FPV comienza a ser admitida ya hasta por los propios encuestadores contratados por la oposición; y por no pocos dirigentes de ésta.
Una posibilidad (la de la revalidación en las urnas del proyecto político que gobierna la Argentina desde 2003) por la que nosotros vamos a seguir aportando desde acá nuestro granito de arena.
El contraste del panorama nacional entre aquél enero y éste diciembre -que vistos en perspectiva parecen un siglo, y fueron apenas 12 meses- nos marcan que en los procesos históricos hay que saber leer las constantes de época; más allá de los hechos de la coyuntura.
Y el 2014 que se va deja claro que el kirchnerismo es un proyecto político que incluye -como no podía ser de otro modo- un programa económico, y no al revés; como ha sido lo habitual entre nosotros, hasta esta última década.
Un proyecto político que comienza por donde corresponde, que es tratar de preservar la autonomía de la política; en tanto espacio en el que se dirimen en una sociedad democrática los proyectos en danza, y desde donde se apunta a integrar lo que el mercado disgrega, o corregir las injusticias y asimetrías que no está en su naturaleza rectifcar.
Obvio -pero no por eso menos necesario-recordatorio en tiempos en que los profetas del "fin de ciclo" (una y otra vez desmentidos por la realidad) anuncian con sus cantos de sirena que todo volvería a la "normalidad" tras la anomalía kirchnerista; y la política regresaría a los carriles por los que se supone tiene que marchar.
Si el gobierno de Cristina pudo remontar la crisis de enero, sostener la iniciativa política y marcar agenda durante todo el año y enfrentar el 2015 en mejores condiciones (para la gestión, y para el desafío electoral) ha sido justamente por eso: porque nunca renunció a hacer política en el más estricto sentido del término; como siempre se la entendió hasta que desde la propia política se perdió el rumbo, enredándose en la lógica antidemocrática de las corporaciones, que solo buscan tutelar su propio interés.
Una lección sencilla, casi elemental, que el grueso de la oposición al kirchnerismo se ha empeñado en no aprender, dejando pasar una y otra oportunidad provista por la realidad para hacerlo; algo que en el año que se va sucedió con marcada frecuencia.
O en todo caso más que el desaprovechamiento serial de oportunidades, se trata de dos lógicas distintas de como se hace política, y se construye "gobernabilidad".
Una diferencia que cobra particular relevancia -en nuestra modesta opinión- de cara a un año en el que los argentinos decidiremos en las urnas quien queremos que nos gobierne cuando Cristina culmine su mandato.
Un año que nos encontrará a nosotros esperanzados en que nos vuelvan a depositar su confianza para hacerlo; y dispuestos a redoblar nuestro compromiso para que así sea.
Para renovar fuerzas para el desafío, es probable que nos tomemos unos días de descanso, abriendo el boliche de cuando en cuando; si la oportunidad lo amerita.
Hacemos propicia la oportunidad para hacerles llegar a todos los lectores de Nestornautas nuestro más calido saludo, y deseos de un buen año 2015 para ellos, sus familias y sus afectos.
