Tras el inesperado cuarto puesto de Binner en la elección a senadores nacionales por la provincia (el peor resultado electoral del FPCyS desde su creación) siguen las especulaciones sobre cual sea la mejor estrategia para mejorar la perfomance en octubre; en medio de escasas autocríticas de un socialismo perdido, que prefiere descargar las responsabilidades del fracaso en el sistema electoral de la boleta sábana.
Al respecto leemos a Maronna en La Capital: "Aunque nadie jamás lo dirá en público, varios dirigentes socialistas están de acuerdo en que los radicales repartan la boleta Macri-Frente progresista. "La única manera que tiene Hermes Binner de revertir el cuarto lugar es sumar votos de electores que opten también por Macri presidente. No nos gusta, pero es así", dijo a este diario una espada provincial de la coalición de gobierno santafesina. La necesidad tiene cara de hereje.".
La "necesidad" está clara, a la vista del magro 13 % o menos que cosechó Binner como candidato a senador, lo de la "cara de hereje" depende de cuanta consistencia real le asigne uno en el análisis del asunto a la categoría gaseosa del "progresismo", por encima de la más concreta del anti peronismo gorila tradicional; la "pecera" donde ha pescado tradicionalmente el socialismo santafesino para recolectar votos.
No en vano ha logrado sostenerse en el poder desde 1989 en Rosario (ganando siempre en las seccionales del centro), la ciudad donde el peronismo no logra triunfar a nivel municipal desde 1973 y en la que reinara cómodo el "Vasco" Usandizaga hasta su defenestración; para desde allí irradiarse hacia la provincia, llegando finalmente -de la mano del propio Binner- al gobierno en el 2007; con el "plus" (sí entonces, y nos atrevemos a decir: solo entonces) de parte de voto peronista desencantado con las gestiones que en nombre del PJ condujeron Santa Fe desde 1983.
Las propias cifras del FPCyS (decrecientes en forma constantes desde entonces, en términos de porcentajes electorales) revelan que lo último fue una golondrina de verano que no volvió a repetirse, por una simple y sencilla razón: el socialismo como fuerza que hegemonizó el FPCyS y condujo sus gobiernos eligió regresar a las fuentes, y multiplicar los guiños al núcleo duro de su propia base electoral, que no es otra -reiteramos- que la clase media antiperonista (urbana y rural).
Podemos apuntar en ese sentido su decidido alineamiento con las patronales agrarias en la revuelta contra el gobierno de Cristina por las retenciones móviles (a escasos tres meses de llegado Binner al gobierno) y sus coincidencias generales con el núcleo duro opositor (la UCR, el PRO y la Coalición Cívica) en el Congreso; en la gran mayoría de las votaciones contra los proyectos impulsados por el gobierno nacional: podemos citar al sólo título de ejemplo la expropiación de Aerolíneas Argentinas, la ley de abastecimiento, el ya apuntado caso de las retenciones móviles, la reforma a los servicios de inteligencia, la ley de pago soberano local de deuda o la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central.
Hasta los circunstanciales apoyos a proyectos impulsados por el gobierno nacional tuvieron matices poco conocidos, que merecen destacarse: el socialismo votó a favor en general la ley de medios, pero en contra la cláusula de desinversión del artículo 161 (la que forzaba a Clarín y otros grupos de medios a desprenderse de las licencias excedentes); y lo mismo pasó con la estatización de los fondos de las AFJP: votaron en contra el artículo 8, que dispone como utilizar en la economía real los recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad.
Es como si estuviéramos en los tiempos del Congreso de Tucumán y alguien apoyase la declaración de la independencia, pero se opusiese a que el nuevo Estado tuviera fuerzas armadas y símbolos nacionales propios; o sostuviese embajadas en los demás países y manejara por sí solo sus relaciones exteriores.
Que el socialismo considere hoy "inevitable aceptar" que la UCR reparta en Santa Fe la boleta de Binner junto con la presidencial de Macri supone reconocer además algo que surge de los propios números de las PASO, tal como lo señala acá Barricada: a despecho de algunos pucheritos "progresistas" (como los del vice gobernador Henn) los radicales santafesinos hicieron mayoritariamente campaña por Macri y Reutemann, no por Sanz y Binner.
Para descubrir que el socialismo santafesino (y Binner, su hasta hace poco principal carta electoral) es una fuerza conservadora que colecta votos con discurso y praxis antiperonista (más explícitamente antikirchnerista en estos años), no hay sino que remitirse a sus propios antecedentes inmediatos: allí está el propio caso de Binner y su candidatura presidencial en el 2011; que creció hasta llegar al segundo lugar -a distancia sideral de Cristina- con votos de Palermo y Recoleta, y captando los de Duhalde que expresaba a la derecha pura y dura.
Antes y después de eso, los frecuentes derrapes discursivos de Binner (su "voto" a Capriles, su confianza en "la mano invisible del mercado", el ya apuntado apoyo a los reclamos de la Mesa de Enlace) no son -como humorísticamente suele atribuirse- fruto del Alzheimer, sino guiños concientes y deliberados a su propia base electoral.
Más acá en el tiempo hasta llegar a la actualidad, la propia candidadura de Stolbizer expresa también eso: veíamos acá como la candidata no vaciló un instante en asumir el mismo discurso de Carrió, y su mismo posicionamiento a la hora de elegir como y donde acumular adhesiones. Pescan en la misma pecera, por decirlo de un modo suave; y recordando también que De La Rúa en 1999 y Carrió en 2007 fueron candidatos de buena parte del "progresismo" vernáculo, en el cual el socialismo santafesino ocupa un lugar preponderante.
Todo lo cual nos remite de nuevo a Santa Fe y la campaña provincial que se avecina de cara a octubre, pero leída en retrospectiva de lo que fueron las pasadas elecciones provinciales: tras las PASO del 19 de abril, desde el dispositivo comunicacional del socialismo se pretendió instalar la idea del "voto útil", buscando forzar por lo menos a una parte del electorado kirchnerista para que optase por Lifschitz, para "frenar a la derecha neoliberal", que expresaba Del Sel.
Un placebo en el que algunos pueden haber caído (alterando de tal modo el resultado final de lo que fue una elección reñidísima), probablemente por no reparar en las diferencias reales y concretas entre gestiones de gobiernos neoliberales (por ejemplo las de Macri en la CABA); y otras que en teoría se definen como "progresistas": en un rápido repaso nosotros puntualizábamos en éste post ejemplos concretos que muestran que esas diferencias son más instaladas que reales.
Se podrían agregar otras (como la caída de la inversión en educación o políticas sociales, o el crecimiento exponencial del gasto en publicidad), para concluir en que no hay grandes diferencias (políticas, reales) entre lo que expresan Binner y Macri, de allí que juntarlos en el cuarto oscuro no sea una decisión traída de los pelos, tanto que de hecho algunos electores santafesinos ya lo hicieron en las PASO.
La falsa dicotomoía "progresismo/derecha neoliberal" que se intentó instalar en la elección provincial (ya veremos en la gestión de Lifschitz si las semejanzas aumentan o disminuyen) contrasta con el silencio del aparato de comunicación al servicio del socialismo santafesino respecto a la disyuntiva real que sí se plantea de cada a octubre; y que se irá profundizando conforme avance el calendario electoral, y Macri vaya soltando la lengua como lo hizo días pasado ante los empresarios, comprometiéndose a liberar el mercado cambiario, abriendo las puertas para una mega devaluación.
Si verdaderamente les importase a Coni Cherep y demás lenguaraces del socialismo (súbitamente llamados a silencio tras el papelón de Binner) evitar un triunfo de la derecha en toda la línea en el país (donde sus políticas pueden ser infinitamente más dañinas que en una gestión provincial) hoy estarían llamando a votar a la fórmula del FPV para impedir el triunfo de Macri; dado que la inviabilidad electoral de la candidatura "progresista" de Stolbizer está a la vista, y es reconocida explícitamente incluso por quienes la impulsaron.
Pero por supuesto no lo harán, porque serán en esto fieles a su audiencia, como Binner y el socialismo lo son a su electorado; que no es otro que el de la clase media antiperonista, culturalmente gorila.
1 comentario:
Muchos UCR, lejos de sentirse incómodos con el voto a Macri,se sienten felices de votarlo. Felices.
El gen gorila produce reacciones enfermizas y severos desequilibrios emocionales,y no existe vacuna para su tratamiento.
Claro que no se puede hablar de epidemia,dado el pequeño universo que hoy representan los radicales.
El Colo.
Publicar un comentario