LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 17 de marzo de 2013

OPERADOR PRESIDENCIAL


En estos tiempos en los que el verdadero periodismo militante (de las empresas donde trabaja) ser disfraza todo el tiempo de periodismo independiente, se califica a tipos como Horacio Verbitsky de periodista militante.

Más aun: las principales plumas de los diarios hegemónicos conceptúan al "Perro" como un operador presidencial, un tipo con línea directa con la Rosada y con Cristina; y que anticipa en sus columnas las movidas del gobierno, o que opera dentro del gobierno para que se tome una u otra decisión.

Verbitsky no vive en un frascco, ni ha negado jamás sus convicciones políticas, sus ideas y su pasado militante.

Tampoco ha ocultado nunca que adhiere a las grandes líneas del proceso político abierto en el país el 25 de mayo del 2003, del mismo modo que no se ha privado de efectuar las críticas que le merecieron las decisiones del gobierno (tanto con Néstor como con Cristina), cuando lo creyó oportuno.

Tiene -como todos- sus amores y sus odios, sus preferidos para elogiar y para pegarles, pero hay algo que casi nadie le discute (por lo menos abiertamente): el rigor profesional con el que investiga, y la solidez documental con la que respalda todo lo que dice y escribe.

Que es bastante más de lo que pueden decir muchos de sus críticos.

La elección de Jorge Bergoglio como Papa lo pone en el ojo de la tormenta, porque su denuncias sobre la complicidad del ahora pontífice con el secuestro de dos religiosos jesuitas en la última dictadura, son la mancha negra del pasado que el cardenal (y todo un inmenso aparato mediático puesto a trabajar con ese fin), quierebn borrar y clausurar definitivamente.

Verbitsky nunca dijo que Bergoglio fuera Videla o Astiz, ni nada parecido: simplemente planteó (al igual que otros, como Emilio Mignone) que en su actuación como superior provincial de los jesuitas durante una parte de la dictadura, hay cosas oscuras, que deben ser aclaradas.

Cuando se supo que el nuevo Papa era argentino y era Bergoglio, la situación para el gobierno de Cristina también fue incómoda: un notorio opositor a los gobiernos kirchneristas era encumbrado a un cargo de relevancia mundial y la oposición lo convirtió de inmediato en su nuevo líder, a la distancia; y a su vez es el jefe de un Estado con el que la Argentina mantiene relaciones.

Además siendo un proyecto político que enarboló la bandera de los derechos humanos y el juicio y castigo a los responsables del genocidio, se encuentra con que nada menos que el Papa está salpicado por su complicidad (que debe probarse en la justicia, claro) con crímenes de la dictadura.

Lo que coloca a ambos (al gobierno y a Verbitsky) en dos planos distintos de responsabilidad política, como siempre lo estuvieron: el "Perro" adhiere al kirchnerismo, pero no es funcionario; y el kirchnerismo es bastante más amplio y complejo que Horacio Verbitsky, que es el primero que lo entiende.

Por supuesto no faltarán quienes digan que ahora el gobierno dará marcha atrás con su política de derechos humanos, porque cambió el panorama porque hay un Papa argentino, salpicado en su pasado por denuncias vinculadas al tema: no comprenden como funciona el kirchnerismo; cosa que les puede pasar incluso a algunos kirchneristas.

Pretender eso es tan absurdo como plantear que Cristina se haga cargo en público de las denuncias de Verbitsky (y no sólo de él) contra Bergoglio: ¿o acaso no es la justicia la que debe determinar si el cardenal ahora pontífice es culpable?

Si Verbitsky fuera simplemente un operador presidencial (tal cual lo describen los periodistas militantes, del bando de los negocios de las empresas de medios) no hubiera escrito esta columna en Página 12 de hoy, con sus correspondientes notas asociadas.

Simplemente hubiera hecho muttis por el foro por un tiempo, hasta que baje la espuma de la euforia por el papa argentino; para no ocasionarle un trastorno al gobierno, como puede derivar del hecho de que la curia romana (que lo acusa de ser parte de una campaña "de la izquierda anticlerical", pero no desmintió ninguna de sus afirmaciones) le pida al gobierno argentino que lo silencie.

Hace poco el Congreso argentino discutia el memorándum de entendimiento de la Argentina con Irán, reflotó el cuestionamiento a la tesis oficial sostenida por la justicia argentina, respecto al modo en que se cometió el atentado contra la AMIA, con participación directa del país islámico.

Mucho se ha escrito al respecto, para rebatir la teoría del fiscal Nissman en base a la cual se piden las extradiciones de cinco iraníes para responder por el atentado, y hasta el propio Lanata escribió hace unos años un libro que la descartaba, y que por el contrario, se basab en una hipótesis bastante parecida a la que sostiene por ejemplo Luis D'Elía.

Nadie supo que Lanata -en el medio de la discusión del memorándum- haya reflotado las ideas de su libro, para confrontarlas con lo que se discutía, ni nadie lo esperaba: hacerlo hubiera sido ir en contra de la línea marcaba por el multimedios que hoy lo emplea, de horadar al gobierno argentino con el argumento de decir que el acuerdo buscaba consagrar un punto final a la investigación del atentado.

Lo mismo hizo Lanata (erigido en el campeón de la libertad de prensa y el periodista poronga, que se las banca todas) con Papel Prensa y la ley de medios; donde llegó a travestirse en abogado de Clarín, diciendo que optaba como siempre por el más débil.

La diferencia entre lo que hizo Lanata y lo que hizo Verbitsky es muy sencilla: se llama periodismo. 

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"La diferencia entre lo que hizo Lanata y lo que hizo Verbitsky es muy sencilla: se llama periodismo"...EXCLENTE NOTA.....Matias

Norberto dijo...

Por supuesto, y lo es desde el comienzo de los tiempos.... de Larrata, cuando escribir contra el menemato era ir contracorriente el Perro escribió "Robo Para La Corona" y ya en ese momento nadie se animó a intentar llevarlo a juicio, mas allá de alguna que otra declaración, no creo que se pueda decir de ningún libro o artículo del inflado, que se salva por la desaparición de la figura de calumnia e injurias.
Nunca menos y abrazos

Daniel dijo...

Por eso el mercenario Lanata es hoy, ídolo de la Pando. Comulgan en la idea de enterrar todo pasado que no les conviene.

Anónimo dijo...

Hola. Buenas noches. Me parece bastante exagerado decir que al Perro no se lo objeta por sus "operaciones" y que, además, se valore que esas operaciones son válidas porque no esconde sus preferencias y tiene a quienes "elogia" y a quienes "ataca". Es un simplismo, parecido al elogio del periodismo militante que no hace otra cosa que dar argumento a los que hablan de "periodismo independiente". Confieso que, aun teniendo simpatías por el gobierno, ambas variantes me parecen falaces y dañinas.
¿Hablen con Puricelli? ¿Sondeen lo que hay detrás de las notas sobre Da Rocha, o las que supo hacer contra los Carlotto, por citar tres casos. En general, el Perro toma uno o dos datos ciertos y después arma una gran novela. Eso, al menos, hay que tenerlo en cuenta cuando uno lo lee porque está muy bien no creerle a Lanata pero no hay que ser tan ingenuo para creer que el Perro es intocable.
Saludos!

Anónimo dijo...

Desde hace ya bastante tiempo, he escuchado decir a algunas personas (periodistas entre ellos, y militantes y simpatizantes del oficialismo a nivel nacional inclusive) que el Perro es o se comporta como un "servicio", también que es un operador político del gobierno y otras variantes o combinaciones de ambas afirmaciones, siempre utilizadas con un sentido descalificador. Creo que equivocan tanto el punto de vista, como la valoración del trabajo periodístico de Verbitsky (además miembro del CELS), su labor, en donde se destaca la rigurosidad investigativa, sumada a una adecuada argumentación fundada casi siempre en bases documentales, lo transforma en un tipo incómodo. Aún cuando critica situaciones vinculadas a funcionarios y/o aliados del kirchnerismo. Pero, lo vinculado a sus notas sobre Bergoglio y que el medio donde las publica, lo sostenga como línea editorial, desmiente el supuesto maniqueísmo que se le endilga a periodistas y medios que no ocultan su simpatía por el gobierno nacional. Se puede cuestionar la oportunidad, desde lo político, pero ese es justamente el error. Y convierte a la situación, en un interesante caso para debatir sobre Etica Periodística, justo cuando parece ser que muchos otros colegas y medios adolecen de su coherencia.
CGG