LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 5 de marzo de 2013

LA SANATA DE GREGORIO


Los anuncios de Cristina en el Congreso el viernes pasado sobre la democratización de la justicia desataron las previsibles reacciones no ya de la oposición (que no sorprenden, porque actúan por reflejo: basta que el gobierno proponga algo, para que se opongan), sino de figurones corporativos con intereses y poder fuertemente arraigados en la estructura del Poder Judicial; aun sin ser jueces.

Como Gregorio Badeni (foto), quien escribe esta columna de opinión en La Nación de hoy, alertando sobre los peligros que encierran las iniciativas del gobierno, que nos convertirían en algo peligrosísimo al parecer: "una democracia popular".

Un figurón al que le gusta rodearse de otros figurones, como los que comparten con el sitiales en la "Academia Nacional del Derecho y Ciencias Sociales"; conspicuos videlistas, ex funcionarios de dictaduras varias e impresentables varios, que hace poco se opusieron a la discusión del proyecto de reforma de los Códigos Civil y de Comercio.

El derecho y todos sus derivados (como la administración de justicia) serían, según cierta gente, productos de consumo reducido a ciertos sectores especializados, que deben quedar fuera del escrutinio y el debate públicos.

Contra esa idea (obsoleta en términos teóricos, conveniente para la defensa de ciertos intereses) opone Cristina la intención de plantear reformas de la justicia, tendientes a democratizarla. 

La columna de Badeni es una colección de lugares comunes sobre el populismo y sus pestes, especialmente hecha al gusto del lector promedio de la tribuna de doctrina; de donde surge que lo que el gobierno estaría buscando en realidad, es volver al régimen anterior a la Revolución Francesa, o poco menos, y Cristina (que dijo el viernes que no impulsará una reforma constitucional) buscaría asumir la suma del poder público. 

Falseando notoriamente los términos del debate, dice Badeni en una parte del artículo: "Algunas de las propuestas para "democratizar la Justicia" avalan la preocupación aquí expuesta. La reválida de los cargos judiciales, la elección de los jueces por voto popular, la limitación de los mandatos o "el blanqueo ideológico de los jueces" para conocer su "formación ideológica o filosófica" son ideas propias del populismo cuya vigencia está supeditada a la reforma constitucional. Si esto prospera, habrá caído el último bastión que nos permite demandar la subsistencia de un Poder Judicial democrático dotado de la energía y prestigio suficientes como para que pueda contrarrestar las presiones provenientes no sólo de los órganos políticos del Gobierno, sino también de las concepciones más audaces que pretenden suprimir nuestra democracia constitucional e introducirnos de tal modo en los abismos de la reducida constelación de estados donde se negarán las libertades que han identificado nuestra nacionalidad desde la organización definitiva de la República, después de Caseros."

Bien, habría que decirle a Badeni que ninguna de las iniciativas que menciona (plausibles muchas de ellas, dignas de discusión todas) forma parte de los anuncios presidenciales, y que la reforma constitucional fue expresamente excluida; por no mencionar que sería interesante debatir en serio cuanto rigieron efectivamente "las libertades que han identificado nuestra nacionalidad" desde "la organización definitiva de la República, después de Caseros", en medio del fraude y las dictaduras; o las leyes de residencia.

Y hablando de dictaduras, tras la fraseología libertaria se le nota a Badeni por donde palpita su corazoncito (al fin y al cabo, es un gran amigo de Martínez de Hoz), especialmente si nos detenemos en éste párrafo: "ha habido persistentes agravios de funcionarios gubernamentales y acólitos contra la dignidad de respetables magistrados. Si hasta no ha faltado un "escrache" protagonizado por un grupo de presuntas ascetas contra los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.". Simpático modo de referirse a las Madres de Plaza de Mayo, por cierto; a lo que hay que sumar que cabe preguntarse si Badeni considera por ejemplo al viajero frecuente De Las Carreras, un "respetable magistrado".

Pero hace a la pertinencia de todo debate público aclarar el lugar desde el que se habla, para poder ponernos todos en igualdad de condiciones.

Al fin y al cabo, la presidenta encarna un proyecto político (revalidado ampliamente por el pueblo en las urnas, aclaración por obvia, no menos necesaria), y no oculta tal condición; pero otros (como Badeni, en éste caso) se envuelven en una espesa neblina de la defensa de ciertos valores abstractos, cuando en realidad tienen intereses creados bien concretos, en que en la justicia las cosas sigan como vienen hasta ahora.

Porque como lo aclarábamos en ésta entrada (en la que ya se refería a estas cuestiones de la "independencia del Poder Judicial") Badeni no es un señor común de la calle, un simple ciudadano que se sintió compelido a opinar en un tema de interés público: es el abogado que patrocina al Grupo Clarín en la causa por la ley de medios y obtuvo la cautelar del juez Carbone que (aun hoy) impide que el multimedios se ajuste a la norma; y al mismo grupo y a su socio La Nación, en chanchullos judiciales varios derivados del manejo de Papel Prensa.

Y si no, vean acá que interesante panel de clientes tiene el amigo Badeni en su estudio jurídico:


La aclaración (que Badeni omite ex profeso en su artículo) resulta imprescindible para entender desde donde habla, y por qué dice lo que dice.

Sobre todo éste párrafo de la columna: "Se olvida, además, que la causa de aquellas expresiones presidenciales ha residido en la contrariedad por sentencias judiciales que, si bien han sido inobjetables desde el punto de vista legal, no han satisfecho las aspiraciones hegemónicas de poder del actual oficialismo."

Un modo académico y presuntamente aséptico, de referirse a la cautelar lograda por Badeni para que el Grupo Clarín no se adecúe al artículo 161 de la ley de medios.

Y un razonamiento perfectamente reversible; porque dando vuelta lo que el sostiene, nosotros tenemos todo el derecho del mundo a pensar que lo que en realidad defiende Badeni no son las instituciones ni la independencia de una justicia presuntamente aséptica e incontaminada (y sólo amenazada al parecer por el poder político), sino los negocios de sus clientes; en este caso Clarín. 

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