Los resultados de ayer en Santa Fe se parecieron (lamentablemente) tanto a los de las PASO de agosto, que facilitan el trabajo de hacer un análisis: por eso nos permitimos remitir a lo dicho entonces en éste post, porque entendemos que tiene plena y dolorosa vigencia.
La general confirmó el orden de méritos, el reparto de las bancas y los porcentajes, con levísimas variantes hacia arriba de los votos y porcentajes de las tres primeras listas.
Lo que estaría indicado que los santafesinos tenían definido su voto más allá de lo que marcaran las campañas, o que los que la remábamos de atrás algo hicimos mal, o no hicimos.
El peronismo santafesino acumuló una nueva derrota electoral, con un porcentaje en el que piso y techo parecen tocarse: ha perdido hace rato la capacidad de convertirse en el canal más adecuado para que se expresen los que en la provincia no acuerdan con el rumbo de los gobiernos de la alianza de radicales y socialistas.
Que trabaja así con la comodidad de que la principal oposición institucional (por las responsabilidades que tiene en ese plano) no cumpla ni siquiera con ese rol; y contribuya de ese modo a evitar que los problemas (objetivos, concretos) de gestión que tiene, le signifiquen costos electorales.
Porque como además decíamos en el post sobre los resultados de las PASO, en Santa Fe el FPCyS ha logrado consolidar un núcleo duro de adhesiones ciudadanas, completamente impermeable a los avatares de la gestión: mucha gente con la que uno se cruza a diario se queja por la inseguridad, los avances del narcotráfico, las obras públicas demoradas o inconclusas o los aumentos de tarifas, pero luego termina votando al oficialismo provincial; sea por oposición al gobierno nacional, por anti-peronismo visceral, o porque no visualiza en el peronismo provincial una alternativa confiable.
El propio fenómeno Del Sel canaliza buena parte del voto opositor, pero de cara al 2015 no parece -hoy por hoy- en condiciones de disputar mano a mano con el FPCyS la gobernación; a menos que logre cerrar acuerdos con parte de este deshilachado y sin rumbo peronismo de Santa Fe, y aun en ese caso, queda por verse en que medida los acuerdos de cúpula se traducen en votos del peronista de a pie a un candidato extraño por completo a la esencia de lo que -al menos nosotros- entendemos por peronismo.
El peronismo provincial le volvió a sacar mayoritariamente el cuerpo a la campaña nacional, mirando el ombligo del propio terruño (con algunas honrosas excepciones que confirman la regla, como los cuatro intendentes del FPV que ganaron sobre los 8 que se elegían); sin advertir que por ese camino -más tarde o más temprano- también les llega la guadaña: que lo digan si no los intendentes y presidentes de comuna que perdieron ayer en sus propios distritos.
Un peronismo que vivió por años bajo la sombra de Reutemann y pareció olvidarse de militar y hacer política; mientras el ex corredor hacía campaña en Buenos Aires al lado de Massa, totalmente indiferente a lo que pasara en la provincia, o a todo lo que no fuera su propio ombligo; como siempre.
Un peronismo que vivió por años bajo la sombra de Reutemann y pareció olvidarse de militar y hacer política; mientras el ex corredor hacía campaña en Buenos Aires al lado de Massa, totalmente indiferente a lo que pasara en la provincia, o a todo lo que no fuera su propio ombligo; como siempre.
Hasta los propios senadores provinciales (los mayores cultores del ombliguismo) debieran tomar nota de los resultados: el Frente Progresista se impuso en 18 de los 19 Departamentos provinciales, y en ) de Julio ganó el PRO; si los resultados se repitieran en el 2015, el peronismo se quedaría sin bancas en el Senado provincial; y perderían hasta los beneficios de la BANELCO.
Obeid asumió el peso de la campaña, como si fuera para la gobernación; sin terminar de vincularla del todo con el apoyo al gobierno nacional, y hasta asumiendo por el camino algunos planteos del socialismo como el famoso tema del 15 % de la coparticipación que va a la ANSES: un claro error, porque por ese camino, la gente eligió quedarse con el original y no con una copia.
Pero sería injusto caerle con críticas cuando desde el propio kirchnerismo santafesino se demostró que no se entendía cabalmente lo que se jugaba en éstas elecciones, que exigía redoblar esfuerzos para convencer a más gente de la necesidad de seguir bancando el proyecto nacional que conduce Cristina.
En la nueva etapa política que se abre en el país (donde todo parece puesto en discusión) el peronismo santafesino se deberá dar, de una buena vez, un profundo debate sobre su rumbo a futuro; porque tal como pinta la cosa marcha rumbo a convertirse en una fuerza puramente testimonial, sin apetito real de disputar el poder: algo que no se condice con lo que el peronismo y su historia representan.
1 comentario:
Suscribo con dolor a lo que dice el artículo, compañeros.
Agrego, de remate, la reflexión de Agustín Rossi: "Tenemos que dejar de soñar con los momentos en que el justicialismo era la primera fuerza política en la provincia, y creer que mágicamente vamos a volver a esa situación sin hacer un replanteo hacia donde queremos ir. Esto merecerá una reflexión integral de cómo nos posicionamos de aquí para adelante y de la forma que hacemos oposición en la provincia"
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