En
estos días de héroes efímeros, como
aquel fiscal ineficiente para su trabajo pero muy ágil en la actividad nocturna
y en viajes de placer financiados con fondos públicos, aparece otra víctima
heroica: Gabriel Ribisich, el ex CEO
del Citibank Argentina, quien luego de la fundada decisión del Banco Central,
ha sido separado de su cargo.
Es
el Banco Central quien tiene la facultad de aceptar –o no- a los representantes
legales que designan las entidades bancarias, y de removerlos de acuerdo a la
idoneidad que demuestren en el cargo. Naturalmente, ignorar la legislación del
sistema financiero argentino, o actuar como si se desconociera esa normativa,
es una elocuente demostración de falta de idoneidad.
Poco
duró Ribisich como CEO del Citi Argentina. Llegó al Citibank desde la
competencia, desde el Banco Santander Río,
en el mes abril de 2013. Y habría llegado con alguna cartera importante
succionada de su anterior empleo por encargo del Citi, según se comentaba en el
mercado bancario.
Ese
mismo mercado, afirma que los realmente buenos, enseguida son reclutados por
las filiales de los países centrales. El resto, la gran mayoría, solo tienen algún
lugar en países periféricos y en la medida que tengan la conducta de un
soldadito, priorizando la evasión de utilidades sin registrar, defendiendo como único interés el de la
entidad, aún si hay que defraudar a los ahorristas, y teniendo siempre presente
que se deben inmolar cuando sea necesario si esas son las instrucciones que
llegan desde Nueva York. Para eso les pagan bien.
Y
eso fue lo que tuvo que hacer el cordobés. Inmolarse. Por eso cuando le ordenaron
desde Nueva York que asumiera la responsabilidad de la firma del acuerdo con los fondos buitres en el
juzgado de un juez barrial de aquella ciudad (Griesa), Ribisich trató de
explicar (sin que lo escucharan) que ese acuerdo era insostenible según la
legislación argentina. Porque la filial local del Citi está sujeta al derecho
argentino, y ese acuerdo ante un juez extranjero violaba las normas regulatorias del sistema financiero argentino.
Y
esto que Ribisich sabía perfectamente, le fue reiterado en reuniones que
mantuvo aquí con autoridades del Banco Central, donde se le advirtió que si el
Citi mantenía su ilegal postura, él también sería sancionado, más allá de la
suspensión que se le aplicaría al Citi en la operatoria bursátil.
Pero
los soldaditos no tienen chance. Alguien en el Citi le habría puesto en la mano
una lapicera costosa y él tuvo que firmar el pedido y la autorización del
acuerdo. A partir de ese momento, supo que el sueño de CEO se había terminado. Y encima la justicia le da por la cabeza.
Solidaridad con Ribisich.
Solidaridad con Ribisich.
3 comentarios:
No podés usar ese moño.Que cipayo.
jajaja...
http://www.reportajes.com/gabriel-ribisich-el-gobierno-ha-tomado-medidas-duras-pero-en-la-direccion-correcta/
es un moño de quita y pon
le afloró?
Tendrían que haber buscado algún juez amigo, de esos que hacen amparos y cautelares a medida.
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