El discurso macrista sobre el problema del empleo se basaba siempre en dos o tres ejes centrales, repetidos hasta el cansancio: era necesario crear empleo genuino y de calidad para "reemplazar a los planes sociales", había que migrar empleo público improductivo a empleo privado que mejore la competitividad general de la economía (disminuyendo a su vez el gasto público para alcanzar el equilibrio fiscal, y rebajar impuestos), y para crear ese empleo privado era necesario "eliminar las rígidas regulaciones laborales existentes" (los "70 años de peronismo"), "para que entrar y salir del mercado de trabajo sea tan fácil como comer y descomer", en palabras de un ex ejecutivo de Techint, funcionario del gobierno.
Si a eso le sumamos la orquestación de la rapiña del Estado desde adentro, organizando el esquema de negocios del grupo gobernante y por extensión, de los dueños del país, tenemos bastante bien resumido el credo central de la banda que nos asolara cuatro años.
Pasado ese lapso y con los resultados a la vista, podemos decir que no lograron nada de lo que dijeron que iban a hacer, pero acaso sí buena parte de lo que realmente pensaban hacer: leemos en La Política Online la estadística escalofriante de la destrucción de puestos de trabajo en el sector privado de la economía, en especial en la industria, durante el macriato: 239.700 puestos registrados perdidos, de los cuales 170.200 correspondieron a la industria, y 29.400 a la construcción; pese a la abrumadora propaganda oficial sobre "el boom de la obra pública".
Por el contrario y pese a los anuncios, creció el empleo público en 104.600 puestos de trabajo, de los cuales unos cuantos deben haber sido los ñoquis macristas que ahora resisten en sus cargos, o reclaman indemnizaciones fabulosas en caso de ser despedidos.
Y además -otro sello de la etapa- crecieron en 176.900 los monotributistas, donde hubo una mezcla de reciclado de los que perdían su puesto de trabajo registrado por la recesión, eran alentados por la "cultura del emprendorismo" que los alentaba a ser pilotos de drones o poner una cervecería artesanal, o simplemente se trataba de vivos que buscaban evadir el pago de Ganancias.
Números que son todo un fresco de época, y que contribuyeron a lograr el otro gran objetivo central de la derecha que sumó, por cuatro años, el poder económico al poder político: crear un ejército de reserva de desocupados, sub ocupados o precarizados que fuercen a la baja los niveles de los salarios reales, introduciendo el miedo a perder el empleo en la discusión de las paritarias, para abaratar el costo de la fuerza de trabajo. Tuit relacionado:
Destrucción de empleo privado bien pago y calificado, creación de ñoquis estatales VIP mañosos y dispuestos a pedir indemnizaciones siderales si son despedidos, y monotributismo para poner cervecerías artesanales, la política laboral del macrismo: https://t.co/Mp62kcyL92— La Corriente K (@lacorrientek) January 31, 2020
1 comentario:
La cuenta con esos tres números da un saldo positivo de 47.000 puestos de trabajo más. Pero en el mismo lapso, la "fuerza de trabajo", la demanda de puestos de trabajo, aumentó en alrededor de 700.000 personas.
La fuerza de trabajo es el total de población, menos los menores, ancianos, estudiantes, discapacitados y amas de casa. Porcentualmente no varía significativamente en un lapso de tiempo tan corto (hay algunos viejos más, pero también menos jóvenes, menos amas de casa; el saldo es más o menos el mismo).
Si la población aumentó en 2 millones y la fuerza de trabajo es de alrededor del 45% de la población, resulta que se debieron haber creado 900 mil puestos de trabajo. Pero se crearon alrededor de 50 mil.
La "campaña del miedo", la llamaban.
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