Que el antiperonismo se constituye como sujeto político a partir del peronismo y no puede -simplemente- existir sin él, ya se ha dicho muchas veces, y es más viejo que mear en los portones, como diría Perón. Y que el kirchnerismo ocupa ahora el lugar de la demonización que antes ocupó por décadas el peronismo, precisamente porque es el peronismo que se reconcilió con sus mejores tradiciones históricas después de la desviación neoliberal del menemismo, también se ha dicho.
De allí que no sorprenda que "La Libertad Avanza" y "Juntos por el Cambio" (especialmente estos últimos, que encuentran en el antikirchnerismo su piedra basal de identidad política) hagan campaña planteando como propuesta principal terminar con el kirchnerismo, erradicándolo de la vida política argentina, como si con eso bastara para resolver todos los problemas del país.
En el caso del peronismo, hay registros históricos de lo que significó concretamente el intento de extirparlo de raíz de la vida política argentina, como si jamás hubiera existido: las bombas en la plaza, el golpe del 55', los 18 años de proscripción, el Decreto 4161/56, los fusilamientos de José León Suárez, la vejación del cadáver de Eva, las desapariciones, torturas y muertes de la última dictadura.
Y también hay registro histórico del fracaso de todos esos intentos, al menos desde el punto de vista de su objetivo explícito: terminar con el peronismo, que se hizo más daño a sí mismo traicionando su esencia -como en los 90'- que todo el daño que pudo hacerle el arsenal de armas desplegado por el odio gorila.
Salvando las distancias, con el kirchnerismo y -sobre todo- con Cristina, ha pasado algo parecido: ensayaron (y lo siguen haciendo) la persecución judicial, la demonización mediática y hasta un intento de asesinato, implícitamente aprobado (si no organizado en algún punto) por los que hoy hacen campaña prometiendo su exterminio.
Y no solo con ella: la demonización que persigue como propósito su exclusión política continuó con Boudou, De Vido, Milagro Sala, la Cámpora o cualquiera (sea sindicalista, personaje de la cultura o miembro del movimiento de derechos humanos) que haya manifestado su simpatía y apoyo al proyecto político instaurado en el país a partir del 25 de mayo del 2003.
Sin embargo, la brutalidad del mensaje que expresa -entre otros, lejos está de ser la única- Patricia Bullrich no termina de ser traducido para los demás, es decir para nosotros, los kirchneristas de a pie .
¿Significa acaso que, si Patricia Bullrich fuera presidenta, deberemos correr y escondernos, se librarán órdenes de captura por el delito de adherir a un proyecto político, nos van a coser estrellas amarillas en la ropa, sufriremos la muerte civil o la privación de nuestros derechos políticos, habrá listas negras? El absurdo de las preguntas está a la altura de las premisas, tan absurdas como la de suponer -en su hora- que podrían hacer desaparecer al peronismo con solo decretarlo.
Ahora los mismos (o sus herederos) suponen que pueden suprimir una identidad política con la que se identifican millones de argentinos, en nombre de la cual Cristina ganó tres de las últimas cuatro elecciones presidenciales en primera vuelta. Si todavía hay radicales, siendo que el único gobierno que lograron terminar desde 1983 a la fecha fue el de Macri y fue horroroso, ¿cómo, pues, no habría kirchneristas?
Si alguien alegase -no sin razón- que nada de eso puede pasar en un sistema democrático, habrá que decirle (por si no lo ha advertido) que el pacto democrático en el país (en tanto supone el acuerdo explícito de no propiciar la supresión violenta del adversario, sea en forma efectiva o simbólica) está irremediablemente roto cuando nos aproximamos a cumplir los 40 años de su vigencia.
Como lo demuestra además el hecho de que estas cosas se hayan naturalizado como parte habitual y corriente de la disputa y el debate políticos, o que la justicia electoral (tan activa siempre en cuestiones claramente ajenas a su competencia específica) haya permitido que se difundan y propaguen estos mensajes de odio en spots difundidos por los medios masivos, pagados por el Estado y en cumplimiento de la ley electoral, sin hacer nada al respecto. ¿A cuánto estamos de que aparezca un spot en el que Bullrich o alguien más proponga concluir lo que Sabag Montiel dejó inconcluso?
6 comentarios:
Estan creando el clima para justificar una caza de brujas. Controlan los medios de comunicacion, la fuerzas de seguridad y el poder judicial. Con solo crear el clima social propicio ya cierran el circulo para reprimir y oprimir.
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Esperemos que TODOS los peronistas o quienes dicen serlo salgan con los tapones de punta y la guardia alta a defenderla
No se trata solo de defenderla a ella, sino de defendernos todos.
Claro que no es sólo defenderla a Ella que tanto se lo merece como un ser humano de primera calidad, sino que por lo que representa, obviamente, que es defendernos a nosotros mismos
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