En las charlas que daba junto con Pedro Saborido como la que pueden ver en el video de apertura, Daniel Santoro definía al peronismo como la democratización del goce; contraponiéndolo la idea de un pueblo feliz ya, ahora, en ese momento y con una mejor distribución de los bienes disponibles, a la tradición sacrificial de la izquierda, que exigía abnegación y privaciones hasta concretar los cambios revolucionarios.
Esa mirada del peronismo también se contrapone al "pobrismo", es decir la romantización del pobre, la pobreza y las privaciones: eso no es peronista, precisamente porque el peronismo es la movilidad social ascendente, el ideal de progreso, las mejoras concretas y tangibles para las mayorías populares como consecuencia de la acción y las políticas del Estado: educación, salud, vivienda, previsión social, legislación y derechos laborales.
El peronismo vino así a poner en acto esos valores e ideales que se suponían (erróneamente, porque el afán de progreso es connatural al espíritu humano) definitorios, constitutivos y exclusivos de las clases medias, y acaso por eso muchos lo odian: porque su emergencia (y su permanencia en el ethos político nacional) es un recordatorio permanente de sus propios fracasos e impotencias.
Porque el antiperonismo que glorifica al país imaginario de la oligarquía, en el que todo andaba bien y en el cual la Argentina se contaba entre las primeras potencias mundiales, sigue sin tener respuesta para una pregunta elemental: ¿como fue posible, en ese contexto, que surgiera y se desarrollara exitosamente un movimiento de redención social de los desposeídos que casi ocho décadas después subsiste, como el peronismo, principal identidad política de los excluidos en la Argentina?
Parafraseando a Discépolo en sus charlas con Mordisquito, ni siquiera Perón inventó al peronismo, sino que lo creó la necesidad de mucha gente de acceder al goce: de los derechos, del consumo, del ocio, de las expectativas, de la esperanza de futuro. Quizás la representación gráfica más visible del proceso fueran las playas de Mar de Plata -hasta entonces un reducto exclusivo de las clases pudientes- atestadas de turistas, que conocían el mar por primera vez.
En estos nuevos tiempos de revancha de clase que estamos viviendo, queda muy claro que para cierta gente, la movilidad social ascendente no es algo para todos, a lo que todos pueden aspirar; y por el contrario, el resultado electoral se terminó definiendo bajo la premisa de que el ajustado por la motosierra sería el otro. Los que -como dice Capusotto- se creen dueños de un país que detestan odian al pobre (aunque digan que les preocupa la pobreza), sobre todo cuando quiere dejar de ser pobre, o cuando empieza a dejar de serlo; y si es con ayuda del Estado y la política, peor.
En ese odio -que se puede palpar en cada declaración pública del presidente y sus funcionarios y en la prensa del régimen- ni siquiera les preocupa conservar la coherencia en el discurso: pasan en cuestión de segundos y a veces en la misma frase o conversación (o en la misma conferencia de prensa de Adorni) a decirnos que el populismo mantiene a los pobres sumidos en la pobreza para explotarlos políticamente a través del clientelismo, o los engaña haciéndolos vivir en una realidad muy por encima de sus posibilidades reales, sacrificando su bienestar futuro, y el del país.
En ese odio a todo lo que sea felicidad inmediata -o para ser más precisos, accesible- no hay ninguna muestra de sensatez de gente preocupada por el derroche de recursos valiosos en fines que no son prioritarios ni estratégicos. Hay simplemente odio a todo lo que signifique una alteración de las jerarquías sociales, que perciben como una amenaza para sus privilegios. Es simplemente odio, porque odian la felicidad del pueblo, ahora y siempre; y porque es falso que haya que sacrificarse hoy para gozar después (un consejo que ellos jamás toman): no hay olla de oro al final del arco iris, ni derrame ni felicidad alguna que surja del dolor, la pobreza y la privación.
Por eso el "reformismo" peronista -tan vilipendiado por insuficiente desde la tradición de la izquierda- es intolerable para nuestras clases propietarias: lo que para esa izquierda es muestra de burguesismo conciliador con el capitalismo explotador, para los dueños de todo justificó en éste país bombas, torturas, fusilamientos, proscripciones y desapariciones.
El hilo conductor de ese odio constitutivo de la identidad de la Argentina gorila desde sus mismos orígenes -que se funden con los del peronismo, al que incluso preexisten- se puede ver hoy, si se repasan los blancos concretos del ajuste, y las justificaciones oficiales para el plan de hambre y miseria: nos dicen que el problema del país son los "excesivos" derechos de alguna gente, las leyes laborales, o cualquiera de las formas que asume el goce de los sectores populares: el turismo, comprarse un auto, salir a comer afuera, comprarse ropa, mandar sus hijos a la universidad.
Por eso mientras las personas que no acceden a eso tengan necesidad de acceder, tendrán necesidad de peronismo aunque no lo sepan, o aunque los propios dirigentes del peronismo -olvidando su origen y justificación histórica- se desentiendan del problema o propongan "actualizaciones doctrinarias" para dejar de ser peronismo. Y por el eso el peronismo no puede ser nunca el administrador del ajuste, o el cómplice de él. Será otra cosa en tal caso, pero no peronismo.
Encima estos falsos profetas del sufrimiento y del ajuste de los otros, no demandan desarrollo, ni lo proclaman: el destino que imaginan para el país es colonial y extractivista, apendicular y arcaico; y para los sectores mayoritarios de su población, el destino y rol que imaginan es el de mano de obra precarizada y barata, en una economía con escala de plantación.
Intentan una y otra vez dar por clausurado el ciclo histórico iniciado en 1945, mientras perpetúan y profundizan las condiciones que le dieron origen y justificación histórica: he ahí el origen de todas las frustraciones, crisis y fracasos argentinos. No la subsistencia del movimiento político que vino a poner al país (y a su gente, que es más importante) en la modernidad. Tuit relacionado:
Claro. Los vicios de comer, alquilar, comprar remedios, estudiar, irse de vacaciones, cobrar indemnización por despido o tener paritarias. https://t.co/ciINxDdajV
— La Corriente K (@lacorrientek) January 8, 2024
7 comentarios:
Muchachos: he polemizado, humildemente, con ustedes, por cuestiones de las que no me desdigo. Hoy, con afecto fraternal, me siento totalmente interpretado por la nota. Antes creo que se decía "un notón". Le ruego quieran aceptar mi encomio y un fuerte abrazo peronista de un veterano que los respeta
acá se... así lo afirmó la desubicada exministra de "bienestar social"
contadora ella, mismo error ntro q milei poniendo un abogado al frente del instituto de discapacidades o un mata viejos en el pami de rosario (diario de la guerra del cerdo dixit)
porque el afán de progreso es connatural al espíritu humano
mire, hable x ud
y definamos afán y progreso
parte de ls votantes de milei, tmb son un conjunto de miserables mentalizads con clichës, q aunque reciban alguna ayuda directa o indirecta, subsisten en la miseria, desean q quienes por distintas razones están algo mejor q ellos y ellas, en realidad tmb "sufran"
Inflación mensual de más del 25%. Devaluación record del 118%.
Precios que se duplicaron en pesos y dejan sin efecto la enorme devaluación.
Un éxito lo de Milei.
Hay que conducirlo al helicóptero antes del estallido.Inevitable.
El Colo.
Sin embargo sos opositor de Moreno
¿?
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