LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 25 de octubre de 2015

HAY QUE DARLES UNA LECCIÓN DE DEMOCRACIA, HASTA EL FINAL


Termina la campaña más cruzada por sospechas y acusaciones de fraude desde el 83' para acá, que hasta incluyó el inolvidable hito de los jueces tucumanos que creyeron que podían ponerse por encima de la voluntad popular, y calificar quien votaba libremente y quien no.

Un disparate que -a no olvidarlo- convalidó y celebró buena parte de la dirigencia opositora, con escasísimas excepciones; los mismos que hoy tratan que olvidemos el episodio, aunque en su fuero íntimo sigan pensando lo mismo.

Jueces que -como dijimos acá- no estuvieron solos en el desvarío: uno de sus colegas de la Cámara Nacional Electoral (nada menos que el máximo tribunal electoral del país) se dio el lujo de opinar sobre política y sistemas electorales, decretando por sí y ante sí que hay "provincias inviables" desde ese punto de vista.   

Y la campaña no termina tranqui, ni muchos menos: los propios jueces de la Cámara Nacional Electoral excedieron su rol específico (defectuosamente cumplido, en cuanto a evitar que se vulnere la veda se refiere) para pretender convertirse en una especie de "árbitros" del proceso; reuniendo a los apoderados y jefes de campaña de los partidos para acordar la "prudencia" en las declaraciones durante la jornada del comicio, y después de que termine.

En el medio, la inverosímil denuncia de espionaje que ya amenaza convertirse en un clásico de cada elección, el escándalo abortado a tiempo por el reparto de las boletas de "Cambiemos" en la provincia de Buenos Aires, la sombra de sospecha sobre el accionar del Correo antes y después del traslado de las urnas y las boletas, y la no presentación de los apoderados de la alianza opositora a retirar el software para acceder al escrutinio provisorio en tiempo real.

Una de tantas medidas que el gobierno y la justicia electoral tomaron a su pedido, para garantizar la transparencia del acto electoral: acá en La Nación el detalle completo.

Mientras tanto, vulneran la veda en forma desembozada operando a través de los medios opositores (con notas como ésta por ejemplo, o esta otra) para intentar hasta el final influir en los votantes; y en la creación de un clima de incertidumbre y sospecha, fértil para cualquier tipo de desbarranco posterior si la cosa -como pinta- sale mal para ellos.

Incluyendo las escenas de bradenismo explícito que fueron a protagonizar ante la CIDH a través de sus segundas marcas (como Poder Ciudadano o el CIPPEC), con la excusa de debatir sobre "las restricciones a la justicia independiente en la Argentina".

No hay que extrañarse: esos terrenos brumosos de jueces, tribunales y "ONG'S" de imparcialidad sospechable (o parcialidad comprobada) son los terrenos aptos para que se mueva esa entente que hoy tenemos enfrente; compuesta de gorilaje antiguo anclado mentalmente en el anti-peronismo más tradicional, y otro "new age" de yuppies aburridos que decidieron canalizar su tiempo libre dedicándose a la política; sin terminar de entender muy bien del todo como funciona eso de la democracia, y por qué la realidad se resiste a sus deseos. 

Todo lo que vienen haciendo y preparando para el domingo después de la tarde  transmite e indica que perdieron, ya lo saben y no lo asimilan; y se les nota mucho. Ni siquiera fueron capaces de cumplir con las mínimas reglas "republicanas" del proceso electoral, o con los compromisos que firmaron, a su propio pedido.

Antes de que se conozcan los resultados -incluso durante la misma jornada de hoy- denunciarán por anticipado que hubo fraude y pretenderán ir levantando la temperatura, porque son así: incapaces de sostener una lucha democrática franca y leal, aceptando que a veces se gana y a veces se pierde; pero que siempre gobierna el que el pueblo elige.

Frente a eso, somos nosotros los llamados a mantener la templanza y la cordura y darles una verdadera lección de democracia, hasta el final.

Yendo a votar con la alegría de renovar el rito que nos hace dueños de nuestro propio destino, y con la confianza serena de estar eligiendo lo que creemos que es mejor para el país; aunque alguno que otro lo haga -como lo ha dicho- "con la cara larga y desgarrado". 

Y si se gana -como creemos y esperamos- que nadie se quede sin festejar si tiene ganas de hacerlo, pero que tampoco nadie pise el palito respondiendo a las previsibles provocaciones de los verdaderos crispados, que son ellos.

Hay que dejarlos simplemente destilar su bilis, y defender -eso sí- la voluntad popular de toda maniobra tendiente a desconocerla, minimizarla o restarle legitimidad.

Probablemente si pierden muchos volverán a lo suyo, y a más de uno se le pase el gustito por la política; aunque sigan pretendiendo condicionarla desde otro lugar, que no es precisamente el de la disputa democrática; sin ensayar el más mínimo esbozo de autocrítica no ya por todos los disparates que han dicho y hecho a lo largo de esta campaña, sino por 12 años de fracasos políticos y electorales.

Y si los argentinos determinan en las urnas que hay que ir a una segunda vuelta la afrontaremos, con las mismas ganas de militar y con la misma confianza en ganar; teniendo también la misma certeza respecto a que es lo que está en juego.

Con la misma entereza democrática (de verdad, no para los títulos de los diarios) para aceptar la voluntad popular; incluso si no nos favoreciera. Sobre todo en ese caso. Así de sencillo.

Algo que ellos no han demostrado hasta ahora ser capaces de hacer.

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