LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 13 de octubre de 2015

SEGUNDOS AFUERA. Y TERCEROS TAMBIÉN


A 12 días de las elecciones y cuando quedan 10 días reales de campaña, el oficialismo no podría pedir que las cosas vayan mejor; a punto tal que no sería extraño suponer que en breve se plantee desde los medios opositores que la  campaña de la oposición fue intervenida por topos kirchneristas. 

A medida que se acerca el 25 crece el revoleo de concheros entre Macri y Massa tirándose con encuestas, desafíos de debate, denuncias de pactos espurios con el oficialismo y reclamos de paternidad del "voto útil", en una virtual confirmación de la verosimilitud (más allá de la credibilidad que se les asigne a las encuestas) de la hipótesis de un triunfo de la fórmula del FPV en primera vuelta.

Este tramo final de la campaña de los dos principales aspirantes opositores enfocados de pleno en el otro en lugar de disparar su munición sobre Scioli, es el casi inevitable colofón de una campaña que transcurrió entre barandazos conceptuales y de planteos de campaña; verificables tanto en el evangelismo vacuo del mensaje de Macri (que en los spots de campaña parece más un tele-pastor brasileño que un candidato presidencial), como en el lanzamiento serial de "propuestas concretas" inverosímiles desde la inviabilidad (y en no pocos casos, incompatibles entre sí), en el de Massa.

Ninguno de los dos ha logrado hacer pie en el núcleo duro de los votos del FPV, y está por verse hasta que punto pudieron captar otros apoyos disponibles entre los indecisos, votantes en blanco y ausentes del comicio en las PASO: dejando de lado la discusión sobre la prevalencia en la sociedad de la idea de la "continuidad" o la del "cambio", lo cierto es que todo indica que aun de darse el segundo caso, ni Macri ni Massa logran convencer a segmentos importantes del electorado que están en condiciones de encarnarlo.

Macri arrancó la campaña proponiendo (y logrando) la alianza con la UCR para absorber todo el voto anti-peronista y ensanchar la escasa base territorial del PRO en una campaña explícitamente "desperonizada", para terminar inaugurando el monumento a Perón en una apelación al voto peronista que fue no solo la admisión implícita de que con el "anti" no alcanza, sino de que de ese modo se transmite sensación de gobernabilidad: mejor confirmación de uno de los argumentos fuertes del peronismo (proviniendo nada menos que del candidato opositor mejor posicionado en las PASO), imposible de pedirse.

Para peor (para los opositores) se percibe cierta fatiga conceptual en el sistema de medios hegemónicos que los editorializa, les marca la cancha y les baja línea, insistiendo en forma forzada y machacona con ciertas cuestiones que no mueven el amperímetro (en términos de incidencia electoral) fuera del núcleo de los convencidos; lo que se denominan las "audiencias redundantes". 

Lejos de eso, esa insistencia pone en riesgo las de por sí escasas chances de los candidatos opositores de sumar apoyos, fuera del núcleo duro del anti-kirchnerismo.

La agenda "institucional" o "republicana" tuvo siempre escasísimo peso electoral porque el grueso de los votantes se definen por otros parámetros más concretos y tangibles (básicamente, situación y perspectivas a futuro en orden al empleo, salario y consumo); y su peso específico disminuye aun más cuando en esa agenda se van sobreimprimiendo los temas unos tras otros, en una especie de ensayo permanente para ver cual es la "bala de plata" que logra el efecto deseado.

Mas aun si a un tema "pesado" le sucede de inmediato otro más "light" que lo desplaza, como si el anterior no hubiera sido suficiente (o acaso a causa de eso), y así pasamos del caso Nisman a la corrupción, y de las denuncias de fraude al cuestionamiento de la cadena nacional.

Claro está que todo lo precedentemente dicho no implica que la elección esté ganada, o que la campaña hasta el domingo de la elección vaya a ser un lecho de rosas.

Por el contrario, los márgenes de error que marcan las encuestas que circulan y las reglas constitucionales para definir si habrá o no balotaje imponen extremar los recaudos para no cometer errores no forzados; y evitar en lo posible pegarse tiros en los dedos del pie.

Si es cierto que en el peronismo "el que gana conduce" (y más allá del debate que se abre sobre el rol de Cristina hacia el futuro)  habrá que recordar que Scioli aun no ha ganado, pero en el camino hacia el triunfo deberá ir demostrando dotes de conductor: los derrapes de Urtubey primero y Closs después en el caso de los fondos buitres claramente restan, sobre todo en el voto propio; y el horno no está para bollos, o la campaña para "apresurados" por marcar "diferencias".

La reflexión debe completarse con otra: las PASO derrumbaron la idea -instalada en muchos sectores- sobre que Scioli era el mejor candidato porque captaba voto "propio" suyo por fuera de la base electoral del kirchnerismo: las cifras indican que incluso no logró captar la totalidad del voto FPV, sobre todo si se analizan en detalle no sólo las cifras, sino su despliegue territorial, comenzando por la propia provincia de Buenos Aires y algunos distritos clave del conurbano.

De allí que para dar el salto de calidad que se necesita para ganar en primera vuelta el 25 hay que ir por esos votos, sin desesperarse tanto por hacer promesas de esponsales a futuro a otros hasta ahora refractarios, porque además de ser menos -lo que pone en duda la eficacia de la estrategia- obligan a piruetas discursivas que no hacen sino alimentar las prevenciones de ciertos sectores propios con el candidato: no sea cosa que los votos que presuntamente entren por un lado, seguramente se vayan por el otro.

Máxime cuando por las restricciones legales Cristina no podrá participar de ahora en más tan activamente en la campaña, y -hasta que las evidencias no demuestren lo contrario- su imagen y la percepción de su gobierno siguen siendo el principal activo electoral con que cuenta la fórmula oficialista; y hay que asumirlo sin complejos.

Scioli hizo hincapié en toda su campaña en la previsibilidad como fortaleza, lo que se asocia no sólo a la "gobernabilidad" como atributo que se le reconoce al peronismo, sino a la promesa de continuidad de las líneas maestras del proyecto iniciado el 25 de mayo del 2003.

Podemos aventurarnos a decir que en los votos que obtuvo en agosto hay más que son consecuencia de lo segundo, que de lo primero; y la orientación de la campaña en su tramo final debería ser claramente consecuente con esa conclusión: para "profundizar lo que se hizo bien" y "cambiar lo que haya que cambiar" -así, en general y sin demasiadas precisiones- ya hay oferta electoral ampliamente disponible en los candidatos opositores. 

3 comentarios:

el gil dijo...

DOS 42/44%

Tilingo 26/28%

Zabeca de narco nor delta 20/22%

Nando Bonatto dijo...

No ganamos la eleccion,la pierden ellos por bestias , inutiles y jodidos

Julia dijo...

Yo lo de cambiar lo que haya... que cambiar, lo cambiaría, ¿que es lo que él cree que es "lo que hay que cambiar"?
¿los juicios a los civiles? son parte de la garantía de no repetición del amplio empoderamiento de la mafia oligarca
¿los subsidios a los consumos de energía? esa plata vueleve en consumos!
Creo que lo que de mi parte cambiaría son los 400 millones de dólares !por mes! que se le entregan a los obsesionados con el ahorro u$s, serían 4800 millones anuales = al pago del boden/15!
es la deuda conceptual que, considero, no pudo revertir CFK, quien remarcó el origen de esta modalidad nacional, coicidente con el plan de joe m.de h. justamente en el lanzamiento del CEDIN, fue un desafío muy encomiable, pero que no llegó a consolidarse y debería tratar de lograrse.
pero hasta ahora ni del caño, pudiendo blandir consignas combativas ignora el tema...
aguante el $/mn