LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 4 de diciembre de 2015

APUNTES DESORDENADOS PARA ADENTRO SOBRE LO QUE VIENE


Leyendo éste post de Abel Fernández en su blog, no podríamos estar más de acuerdo en punto a la necesidad de ir pensando en como ir dejando atrás el espacio de la autocrítica, para empezar a pensar en lo que viene en el país; porque ya está viniendo, a toda velocidad y no es para nada promisorio.

Lo que no significa que no haya nada que autocriticarse, o que no acordemos con los análisis que al respecto se pueden leer en la blogósfera del palo: desde la lectura incorrecta del 54 % de hace cuatro años hasta los errores de gestión del gobierno, pasando por el estilo de conducción y comunicación, el modo de resolución de la interna o las formas de organización y movilización del dispositivo político del hasta hoy oficialismo; todo es admisible y respetable como materia de debate interno, en la búsqueda de explicaciones a la derrota electoral.

Teniendo en cuenta que además de las discusiones que se vienen dando “en la base”, los dirigentes juegan su propio partido y comienzan los pases de facturas y los previsibles posicionamientos a futuro, sea para disputar liderazgos en el peronismo, o buscar su propio espacio en el marco de los “acuerdos de gobernabilidad” con el macrismo.

Y también que tanto en la base como en las cúpulas están al orden del día los pases de facturas por las responsabilidades en la derrota, incluyendo las notorias “borradas” de algunos dirigentes que creyeron que de ese modo se salvaban del incendio; y que claramente no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Pero así como el resultado impone revisar actitudes, estrategias y discursos, los números finales de la elección (que mostraron una diferencia del 2,68 % en el escrutinio definitivo) demuestran que medio país concuerda en líneas generales con el rumbo que tuvo el país desde el 2003 para acá (al menos en más de un 37 % de los votos), y otro porcentaje nada desdeñable puso en la balanza los aciertos y los errores del kirchnerismo en el gobierno, y los peligros que implicaba el “cambio”, y que ya están a la vista; confirmando lo que se intentó desacreditar como “campaña del miedo”.

Circunstancia que nos impone a nosotros articular un discurso y una práctica política para contener y expresar a esos sectores de la sociedad, mientras nos adaptamos al rol de opositores en el que nos ha colocado el voto popular; y en el que no podemos cometer los mismos errores que apuntamos cuando nos tocó gobernar, ni replicar tampoco los que le endilgamos a los que hasta acá han sido opositores. Y para eso (algo que faltó en la campaña) tenemos que volver a ser capaces de vender esperanza de futuro, en lugar de reclamar agradecimiento por los logros pasados.

Ante un nuevo gobierno que asume con el crédito habitual en esos casos, y que viene de ganar una elección apelando a las “buenas ondas” para capitalizar el descontento de vastos sectores de la sociedad con el kirchnerismo, sería un grave error “carriotizarse” como opositores y confrontar con el nuevo gobierno desde el “honestismo”, o la testimonialidad; apostando a que chocarán la calesita, o peor aun: sentarse a esperar que lo hagan.

La disputa es (siempre lo fue) en términos políticos, ideológicos y de modelos o visiones de país, se lo exprese o no así, con todas las letras. Y si el rumbo que le impone Macri a su gobierno es el que suponíamos y se avizora, tendremos que ser inteligentes para convencer a la gente de que no es el correcto, y que lejos de resolver los problemas que el país tiene, contribuirá a agravarlos, mientras crea otros igual de graves, o más. En primer por un compromiso con ese casi 49 % que nos votó, y en segundo lugar para convencer a los que no lo hicieron.

Convencer dijimos, persuadir, argumentar, sin esperar “arrepentimientos electorales”, ni enojarnos cuando se produzcan las previsibles negaciones de la decisión que muchos tomaron a la hora de votar. Y sabiendo además que el blindaje mediático de que gozó siempre Macri se verá reforzado siendo gobierno (como ya se puede comprobar por estas horas), y todos los males serán achacados a “la pesada herencia recibida”.

Lo que nos lleva a la cuestión de los medios, las estrategias comunicacionales y su incidencia en el debate político, y en las opciones electorales: si nos parece que allí estuvo la clave (o peor aun: la única explicación del resultado electoral) no sólo estaremos equivocando el análisis, sino que deberemos redoblar el esfuerzo y la imaginación para lo que se viene; ya sin “678” “editándonos” la realidad, ni cadenas nacionales de Cristina bajándonos línea; y con todo el dispositivo de los medios hegemónicos devenidos furiosos oficialistas, y compitiendo entre sí para "transmitir buenas notis”.

Todo eso en medio del peligro del renacimiento del clima cultural de los años menemistas, con la gente común recluyéndose en su vida privada, individual o familiar; y desentendiéndose de la política como si se tratara de un universo ajeno a ella, y que no tiene la capacidad de afectarla. De eso se trataba el “devuélvannos el país” de los cacerolazos: de ese país normal en el que la política era asunto de los políticos, no del ciudadano de a pie; ocupado en sus propios asuntos.

Una idea que es completamente funcional a las profundas reestructuraciones políticas, económicas y sociales que están planteadas en el programa de “Cambiemos”, donde se avizora ya una disputa y tensiones entre los que proponen gradualismo para garantizar la gobernabilidad, y los que reclaman terapia de shock, para aprovechar el impacto del resultado leído como un “cheque en blanco” social a la nueva administración. Ese es el marco el que nos toca a nosotros dar la pelea por la “disputa del sentido”: condiciones desfavorables a priori, si las hay.

Mientras tanto vendrán los reacomodamientos en el peronismo que será -como siempre- el campo de disputa preferente porque demostró (aun perdiendo) que conserva de mínima una electorabilidad permanente, como capacidad de alinear sectores sociales cuyos intereses concretos tienen contradicciones objetivas con las políticas que está planteando el nuevo gobierno; pero cuya dirigencia suele ser en buena parte "olfateadora" de olas que van en un sentido, o en el otro. También allí habrá que pelear para no volver a los 90'.

Lo que se impone en el debate hacia adentro es primero definir una coalición social (es decir, a que sectores se aspira a representar, y que demandas queremos poner en discusión, por sobre otras), para luego en consecuencia definir los límites de la coalición política; y acorde con ello, las formas de organización.

Si algo demostraron los avances que pudo lograr el kirchnerismo en todos estos años es que la dicotomía entre “progres” y “peronchos” es no tanto falsa (porque al fin y al cabo provienen de culturas y tradiciones políticas diferentes), como inconducente, porque el divisionismo resta fuerzas que pueden (y deben) ser mejor empleadas en enfrentar con decisión política el intento de restauración neoliberal en marcha.

Y así como “Unidos y Organizados” nunca pasó de un eslogan, el “unidos y desorganizados” de la “militancia hormiga” de las “mil flores” que florecieron en el último tramo de campaña tampoco alcanzó para torcer el resultado; aunque con certeza sí para evitar una derrota mayor, con sus consecuencias previsibles.

El éxito del futuro pasa entonces no por reprimir el entusiasmo y la iniciativa de la base, sino por canalizarlo organizativamente, para liberar con sentido social y políticamente productivo energías que estaban allí disponibles, pero fueron desperdiciadas por una estructura esclerosada, y una estrategia equivocada.

Y para la disputa de los liderazgos y el ordenamiento de las ambiciones personales en beneficio del conjunto quedará la instancia de las PASO para resolverlas como debe ser: con el voto de la gente.

Todo eso tiene que estar razonablemente resuelto antes del 2017 cuando en las elecciones de medio mandato se sepa si la derecha que se apresta ha asumir el poder ganado en las urnas se consolida por la misma vía, o si la sociedad vuelve a demandar “un cambio”, y hay que estar a la altura de las circunstancias para saber interpretar su sentido.

Porque como decía Perón, “si tenemos razón volveremos, y si no tenemos razón, es mejor que no volvamos”.

5 comentarios:

El Canilla dijo...

No podría estar más de acuerdo. Los desafíos serán mantener primero la capacidad de movilización , pero haciendo de la POLÍTICA la resistencia. Personalmente , creo que la integración por abajo es lo que puede a) permitir surgimiento de nuevas figuras b) evitar que los " acuerdos de gobernabilidad" terminen desmovilizando.
Suturar clivajes al interior y hacer más política.

PepeArizona dijo...

Excelente comentario. Agregaría que la autocrítica no es para flagelarse sino para poder presentar una propuesta esperanzadora a la sociedad. Y para ello necesitamos clarificar nuestras propias ideas. Esto es especialmente urgente en el área económica, donde humildemente creo que reina una gran confusión en nuestras propias filas. Así, muchos compañeros han defendido el desendeudamiento en términos absolutos, lo cual nos pone junto a la derecha de todos los países desarrollados, y hemos también criticado la devaluación como un mal en sí mismo, cuando fue precisamente la imposibilidad de devaluar lo que sumergió al país durante la Convertibilidad, y lo que mantiene sumergidos a países como España o Grecia. Creo que estas contradicciones son el resultado de no aceptar que fallamos en una tarea esencial para la liberación del país, que es establecer una moneda seria para poder (si queremos) endeudarnos en pesos y nunca más en dólares, que es lo que distingue a países como Canadá o Australia de las repúblicas bananeras. Y un síntoma de ello es la inflación que no supimos controlar y para colmo ocultamos, lo cual a mi juicio es el principal motivo de la derrota.

Anónimo dijo...

O sea que lo que usted dice es una transformación del apotegma clásico: para un peronista no hay nada mejor que un progre?

Saludos
Ladislao

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Para un peronista no hay nada mejor que uno que piensa más o menos parecido a él, sea peronista o no. Si no entendemos eso, no entendimos nada

reina dijo...

Hola compañer@s, mas unidos que nunca..El campo nacional y popular sean peronistas o no que formamos el kirchnerismo, tenemos que estar en la calle defendiendo todo lo que logramos. Abrazo fraternal!