La velocidad con la que avanza la
restauración conservadora en marcha en el país fuerza a poner el acento en la
crítica al gobierno de Macri, dejando quizás de lado mirar para adentro para
otro momento; pero en la política real las cosas no son tan sencillas, ni tan fáciles
de separar en etapas sucesivas.
De hecho, el necesario proceso de catarsis
y autocrítica hacia el interior de todos los sectores que conformaron la
coalición que apoyó -con sus más y con sus menos- los doce años de la
experiencia kirchnerista es parte inescindible de la construcción a futuro de
la organización necesaria no solo para resistir esa ofensiva que ya se está
desplegando, sino generar una alternativa política en la cual la gente pueda
depositar su confianza en el próximo turno electoral.
Claro que las elecciones legislativas del
2017 están demasiado lejos, al menos medidas en los mismos términos de la
velocidad con que el neoliberalismo viene desplegando sus políticas; pero mucho
más cercanas -en cambio- aparecen las elecciones de la conducción nacional del
PJ en el primer semestre del año que viene, donde se empezará a dirimir la puja
por el liderazgo de la principal fuerza opositora, y seguro campo de disputa
entre las tendencias “colaboracionistas” con el gobierno de Macri, o las que
perfilen una oposición dura a sus políticas.
Porque como se ha dicho tantas veces -la última
de ellas, Guillermo Moreno en su reaparición pública- que con el peronismo solo
no alcanza para eso, pero que sin él, los intentos de vertebrar una oposición a
la restauración conservadora serán inocuos; por falta de volumen social y consecuente
representatividad electoral. Y en las internas del peronismo (a diferencia de
las PASO para elegir candidatos) solo votan los afiliados, para que se
entienda.
La recomposición del PJ y del conjunto de
fuerzas políticas y sociales que acompañaron los grandes trazos de las políticas
del kirchnerismo deberá hacerse por fuerza de los acontecimientos en un contexto
sumamente adverso, y con otras circunstancias de liderazgo; no solo porque está
por verse aun que rol decidirá jugar Cristina, sino porque ese aspecto (el del
liderazgo) será también parte de la discusión, nos guste o no.
O en todo caso y como parte de la
necesaria autocrítica, también entran en revisión los métodos de construcción
política y de conducción del conjunto del dispositivo; en paralelo con las
cuestiones estrictamente inherentes a la gestión de gobierno (en especial en el
segundo mandato de CFK) que sin dudas influyeron en la derrota electoral en el
balotaje a manos de Macri.
Lo real es que -quieran impulsarla o no
las instancias institucionales- la autocrítica está a la orden del día en el
fuero íntimo de cada peronista/kirchnerista (todos hemos hecho seguramente
nuestra propia composición de lugar al respecto) y en las reuniones entre
compañeros; pero por la fuerza gravitacional de la organización, la que verdaderamente
terminará importando es la que hagan quienes vayan a conducir este espacio político;
y es de esperar que al hacerla saquen las conclusiones correctas, y actúen en
consecuencia.
Dicho de otro modo: si los errores del
kirchnerismo se reducen a una cuestión de métodos o la necesidad de una mayor prolijidad
en las formas o en el manejo de ciertas conflictividades, o aun al sistema de
organización y construcción política y de toma de decisiones y su comunicación,
la respuesta con la que se salga de la autocrítica será una.
Si por el contrario la autocrítica alcanza
al núcleo duro de las políticas desplegadas en los gobiernos de Néstor y
Cristina (aun admitiendo por nuestra parte que los instrumentos de ejecución circunstanciales
son discutibles, adaptables y revisables, de modo permanente) y los objetivos troncales
del proyecto puesto en marcha en el país aquél 25 de marzo del 2003, la cuestión
será muy otra.
Con Macri en el gobierno y en acción ya se
está viendo donde quedó aquélla promesa de “mantener lo bueno y cambiar lo malo”.
Pues bien, del mismo modo hay quienes hasta ayer estaban fronteras adentro del
proyecto conducido por Cristina -en especial en el peronismo- y hoy empiezan a sentirse
casi como aliviados porque finalizó una etapa de “anormalidad”; en la que el PJ
fue conducido por una fuerza invasora extraña, y una vez librado de ella, puede
volver a los cauces de la racionalidad, buscando su lugar en la pax macrista.
En paralelo, hay expresiones
multitudinarias de gente que gana los espacios públicos tratando de hacer explícito
su rechazo a las políticas del gobierno, y evitar así lo que los medios hegemónicos
tratan de instalar: un supuesto clima de “total normalidad”, en el que el conjunto
de la sociedad no solo se resigna a las políticas que Macri y su administración
vienen desplegando, sino que las acompaña con entusiasmo.
Tales expresiones de movilización popular no
dejan de ser valiosas en ese exacto punto: demostrar que no todos comparten el
entusiasmo por la “revolución de la alegría”. Pero para adquirir un mayor
volumen político que el de la mera expresión de disconformidad deben traducirse
en llenar de ese entusiasmo y fervor ciudadano los espacios institucionales
desde los que debe darse la pelea de ahora en más; además de evitar el riesgo
de caer en una suerte de endogamia reiterativa, en la que nos estemos diciendo
las cosas siempre entre nosotros mismos; cuando lo que el momento reclama es abrirse
al “afuera”.
Esos espacios institucionales tienen por
cierto sus propias complejidades y dificultades: el FPV poco puede hacer para
oponer su condición de primera minoría legislativa para oponerse a la lluvia de
decretazos, si Macri persiste en tener cerrado el Congreso hasta marzo; y si su
plan económico ya empezó a descargar el peso del ajuste sobre las espaldas de
los trabajadores, la respuesta organizada debe provenir en primer lugar de las
organizaciones sindicales; fragmentadas y divididas, deslegitimadas socialmente
y oscilando entre un puñado de demandas que no comprenden al conjunto de sus
representados (como los reclamos por Ganancias), o solo interesan a sus
dirigentes; como el manejo de los fondos de las obras sociales.
Aun así ese aspecto de la cuestión (tender
puentes hacia el mundo sindical, porque es en la defensa del empleo y el
salario donde estará el corazón de la disputa con las políticas neoliberales en
curso) es una enorme deuda pendiente del kirchnerismo; que nunca terminó de
articular una política clara para el sector, aunque haya consagrado beneficios
objetivos para sus representados, los trabajadores. Empezando precisamente por
el empleo y el salario como variables centrales de la política económica.
Y es que toda autocrítica sobre lo que ha
pasado, así como toda discusión sobre lo que vendrá hacia el interior del
dispositivo FPV/PJ (organización, encuadramientos, liderazgo) debe encauzarse
desde la verdadera divisoria de aguas: entre los que están a favor del ajuste
en marcha y sus seguras ampliaciones; y los que están decididamente en su
contra.
Definido eso -que define a su vez que
modelo de país se defiende, y a que sectores se aspira a presentar políticamente-
las demás cuestiones vienen por añadidura.
5 comentarios:
a respuesta organizada debe provenir en primer lugar de las organizaciones sindicales; fragmentadas y divididas, deslegitimadas socialmente y oscilando entre un puñado de demandas que no comprenden al conjunto de sus representados (como los reclamos por Ganancias), o solo interesan a sus dirigentes; como el manejo de los fondos de las obras sociales.
Macri ya les ha cedido el manejo de esos fondos,ha nacido el neo gordismo
Yo creo que "los objetivos troncales del proyecto puesto en marcha en el país aquél 25 de marzo del 2003" son innegociables. No me veo a Scioli o Urtbey conduciendo esas masas automovilizadas mintras hacen una oposición benevolente a Macri. Ni los veo haciéndose cargo que colaboraron con Lanata, Clarín y Casal en la operación para demoler a Anibal. Hay cosas sin retorno.
coincido con el sr. Oscar Cuervo
Exactamente como ustedes lo plantean: la mente fresca y clara para el análisis y necesaria autocrítica, el corazón apasionado para la lealtad y el espíritu pronto para la lucha.
De otro modo, sucumbiremos. Y no habrá regreso.
Infinitamente GRACIAS!
Nando, me permito disentir. Las organizaciones sindicales son poco más que cotos de caza privados para sus dirigentes. Encima la derecha les devolvió la caja de las obras sociales. Con Moyano, Urtubey, Barrionuevo, Venegas, Duhalde y Piumatto no hay kirchnerismo que valga.
O mejor dicho, no pueden estar adentro. O el peronismo pega un giro a la izquierda, o se desintegra. Tan simple como eso. Ganar por ganar para tener a la misma mersa de ladrones en el poder no tiene sentido.
Y ya que estamos, podemos echar a patadas a esa runfla de hijos de puta del conurbano, Cariglino y Espinoza a la cabeza.
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