[VICENTIN] El intendente de Avellaneda aseguró que la cerealera tiene la intención de pagar sus deudas. pic.twitter.com/Al2cW5LhKj— ElCanciller.com (@elcancillercom) June 21, 2020
Hemos dicho muchas veces acá que el kirchnerismo configuró lo que algunos dieron en llamar una "anomalía" en nuestra larguísima transición a la democracia post 83', en tanto planteó un modo de gobernabilidad distinto; que apunta a reivindicar la autonomía de la política frente a las lógicas corporativas, y un fortalecimiento del rol del Estado como instrumento de la política para equilibrar las cargas en una sociedad, allí donde el juego de las fuerzas del mercado las desequilibra.
También dijimos muchas veces que Cristina -sobre todo- en sus dos mandatos hizo varios llamamientos públicos a la oposición para que, sin renegar de los disensos propios de una democracia, se sumara a un acuerdo en torno a esos puntos básicos: la política tiene que guardarse para si un margen de maniobra frente al mercado y el poder económico, y representar los intereses generales si no del conjunto, de las grandes mayorías, aun cuando eso suponga conflictos o enfrentamientos con núcleos duros de intereses.
Eso no implica por supuesto desconocer que la Argentina sigue siendo un país del capitalismo periférico, con un determinado modelo de desarrollo (desequilibrado, dual, incompleto) en el que las empresas privadas y los grandes grupos económicos tienen un peso decisivo, de modo tal que no puede obviarse ni su presencia ni su influencia, porque generan empleo, pagan impuestos (o deberían hacerlo) y generan actividad para otras empresas.
Acá hablamos de otras cosas, que tienen que ver con el vaciamiento de la política como actividad (más allá de las estructuras partidarias que la expresen), que sucede por ejemplo cuando ésta y sus representantes elegidos por el pueblo al cual deben su legitimidad, se convierten lisa y llanamente en voceros o lobbistas del interés privado; como está sucediendo ahora con el núcleo duro de la oposición al gobierno nacional a propósito del caso Vicentín; en lo que el rol que cumple el intendente radical de Avellaneda (localidad del norte de la provincia eje de los negocios del gigante aceitero) resulta ostensiblemente vergonzoso.
Que el hombre se preocupe por el futuro de una empresa con largo arraigo en la región, de la cual dependen directa o indirectamente muchas familias de la ciudad que gobierna y la región, vaya y pase, poco se puede objetar al respecto. Como también que crea que debe hacer algo al respecto, siempre y cuando no pierda de vista lo esencial: fue elegido para conducir los destinos de su ciudad, no para oficiar de vocero o lobbista de una empresa, por más importante que ésta sea en la región.
Porque además da la causalidad que en su camino hacia el "estrés financiero" y el posterior concurso de acreedores, Vicentín fue dejando el tendal de heridos, muchos de ellos productores, comerciantes, proveedores, acopiadores, que también son de la zona, e incluso de la propia ciudad que gobierna el intendente Scarpín; quien no obstante lo cual y sin ponerse colorado, asumió desde el principio una defensa encendida y militante de la fallida, convocando incluso a movilizaciones en el espacio público en absurda violación de la cuarentena, ante el "peligro" de la expropiación de la empresa por el gobierno nacional.
Sería ocioso (o no) recordarle al intendente Scarpín que no fue la intervención y anuncio de expropiación del gobierno nacional lo que puso en riesgo a Vicentín, sino los demanejos y muy posibles latrocinios de quienes manejan la empresa, y por esa razón el gobierno dispuso la intervención. Recordatorio necesario porque en todos esos meses no se supo que el intendente convocara a la ciudadanía a evitar el vaciamiento de una empresa de la que, como se dijo, dependen muchas familias de la zona.
La deriva conceptual de Scarpín no escapa a las generales de la ley de su partido, la UCR, firme en la defensa incondicional de intereses privados no solo en el caso de Vicentín, sino en muchos otros: desde la ley de medios a las retenciones móviles, pasando por las discusiones sobre las reformas a la ley de abastecimiento, no hubo conflicto entre el Estado (es decir, la política y las autoridades elegidas por el pueblo) y los intereses corporativos (es decir, esos a los que nunca elige nadie), que no los encontrara del lado de los intereses corporativos.
Salir hoy, en medio de este cuadro de situación que incluye desde un tendal de acreedores que suma una deuda de más de 100.000 millones de pesos, hasta maniobras de ocultamiento de activos, triangulación de exportaciones para fugar divisas y lavado de dinero en paraísos fiscales, en defensa activa y militante de Vicentín como si en lugar de intendente fuera su abogado en el concurso o el responsable de acordar con sus acreedores, no expone más que la pequeñez en la que han caído algunas fuerzas políticas, y los que en nombre de ellas tienen responsabilidades institucionales que les confirió la ciudadanía, claramente para otros menesteres.
Tanta pequeñez que caben en un bolsillo, el de los poderosos de turno. Tuit relacionado:
la "Ley Vicentín" digamos. No dan más de mucamos del poder ustedes. https://t.co/yKNozMtR64— La Corriente K (@lacorrientek) June 22, 2020
Ahí tienen, el defensor de Vicentín, convocante a banderazos y abrazos, y defensor de las instituciones y coso: https://t.co/okPQmuJ3cf— La Corriente K (@lacorrientek) June 22, 2020
1 comentario:
¿Leyeron el comunicado de Vicentín de hoy?
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