LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 15 de julio de 2021

¿CÓMO Y PARA QUÉ GANAR?

 


De los que van a las elecciones no para ganarlas sino para participar, no tiene mucho sentido hablar: la izquierda, los "progresismos" sueltos, las expresiones de la ultraderecha lunática (porque la derecha a secas también lo es) atienden siempre su propio juego, que no mueve el amperímetro. Lo mismo vale para los intentos de "tercera vía" destinados a fracasar en una dinámica de polarización, que creen poder crecer con la expectativa de drenar votos a ambos lados de la grieta; o los forros de ensayo, como Randazo: es toda política menor en expectativa, posibilidades, realizaciones, despliegue. Parte del cotillón decorativo de cada elección, y nada indica que en ésta vaya a cambiar.

De la oposición que aspira a recuperar el poder (en todo caso y para ser más precisos: el gobierno, porque al poder "permanente" lo representan) se puede decir que presenta hoy un espectáculo de cottolengo y disputas de vedettongas por los lugares en las listas, refugiándose en los distritos que suponen seguros, y huyéndole como a la peste a aquellos en los que huelen una derrota, como la provincia de Buenos Aires.

Sin embargo, hay un detalle que no puede pasarse por alto: las disputas entre ellos no son por la línea política, la forma de hacer oposición, las ideas que expresan o la actitud frente al gobierno, la coyuntura o la pandemia: en ése sentido, se puede decir que son todos más o menos la misma mierda. Sin ir más lejos, con diferencia de matices estaban ayer poco menos que celebrando que se hayan superado los 100.000 muertos por la pandemia, y haciendo de eso el eje principal de su campaña. Las peleas, entonces, son de cartel y por lugares en las listas, nada de lo que nosotros debamos ocuparnos.

La atención, entonces, hay que focalizarla en el "Frente de Todos", y dentro de él, por su peso gravitacional, en el peronismo, o para ser más precisos, "los peronismos" realmente existentes, que en su mayoría y salvo una que otra mascarita suelta que quiere medrar con construir la "pata peronista" de la oposición, están en el actual oficialismo nacional; resultado de una unidad amplia: es posible que -parafraseando a Borges- más por el espanto que ocasionó el final del macrismo y sus consecuencias, que por el amor recíproco. Pero unidad al fin.

Hace cuatro años atrás, en pleno macrismo y a propósito de un nuevo aniversario de la muerte de Perón, decíamos en ésta entrada: "Sin embargo a la hora de conducir las disidencias y las disputas, entre los apresurados y los retardatarios, entre "los que tiran desde la izquierda y los que tiran desde la derecha", Perón no dudó nunca en una cosa: el rumbo, la dirección; con la proa del barco siempre puesta hacia la construcción de un país más justo, que contuviera a todos sus habitantes reconociéndoles dignidad y derechos, que fuera a su vez autónomo y digno de respeto en el mundo, que se integrara a los pueblos hermanos del continente, que controlar los resortes claves de su estructura económica. Que fuera en suma, una nación, y no una granja colonial. Aquéllo que vio en los lejanos 40' lo seguía sosteniendo cuando se fue de este mundo planteando su "Modelo Argentino para el Proyecto Nacional", y sigue teniendo vigencia hoy como meta y justificación histórica de la existencia del peronismo; y aquello en lo que finca la identificación de millones de argentinos con el movimiento político que Perón creara, hace más de 70 años.". 

"La astucia del régimen -que nunca renunció al imperativo de hacer desaparecer al peronismo, ni lo hará- le permitió comprender que lo que no pudo quebrar era más útil si se lo intentaba asimilar. Lo que denota la trascendencia política que tiene hacia el conjunto de la sociedad argentina la disputa al interior del peronismo, y allí que siempre sea este movimiento el campo de ensayo de todos los intentos de seducción, cooptación y divisionismo; muchas veces facilitados desde adentro. De ese marasmo neoliberal que lo dejó reducido a un conjunto de tolderías políticas comarcales (haciéndole perder su sentido nacional, y aun continental), condenadas a la esterilidad política y  sin capacidad de incidir decisivamente en el rumbo del país, lo rescataron los gobiernos de Néstor y Cristina.". 

"Con los errores y las limitaciones propias de toda experiencia política en tanto experiencia humana, el kirchnerismo volvió a colocar al peronismo en el rumbo de sus mejores tradiciones históricas, aquéllas que remiten a sus propósitos fundacionales y a su justificación ante la historia: no hubo en ese sentido después de los del propio Perón en la concreta experiencia histórica argentina, gobiernos más peronistas que los de Néstor y Cristina. La disyuntiva entonces es muy clara, tan claro como Perón tuvo siempre el rumbo de su movimiento: o vamos hacia un peronismo que se proponga como alternativa política de ruptura y salida del nuevo experimento oligárquico en acelerada construcción, o marchamos otra vez a un peronismo que aporte todo su peso político y simbólico a la consolidación del régimen; y busque su lugar al sol dentro de él.".

Las reflexiones -se nos ocurre- tienen plena vigencia hoy, de cara a las elecciones de éste año. Porque ganar queremos ganar todos, el asunto es como y -más importante aún- para qué. En el "como" tiene una importancia fundamental (decisiva) el despliegue de la acción de gobierno, y como desde ella se consultan los intereses y las expectativas de nuestra base electoral, en primer lugar: sencillamente, gobernando antes que nada para los que nos votaron, nos aseguramos de que nos vuelvan a votar; además de generar un modelo de desarrollo económico en el que el país tiene perspectivas de crecer y poder redistribuir mejor la riqueza. Apostando exclusivamente a la mera administración de la crisis (ordenando las cuentas, pagando los platos rotos del festival de endeudamiento del macrismo) se complican no solo las perspectivas de futuro del país y la mayoría de su población, sino las chances electorales, en lo inmediato.

Después está la arquitectura electoral, las roscas y el armado de listas que -hasta acá- es algo que viene tan soterrado como el debate interno (virtualmente inexistente, por lo menos en público) sobre el rumbo del gobierno: comparados con la oposición y su cabaret a cielo abierto, parecemos suecos. Lo que no supone que  la procesión no vaya por dentro, porque es natural que todos tengan expectativas a la hora de cerrar los acuerdos: los gobernadores, Cristina y el kirchnerismo, Alberto y el "albertismo" nonato, los movimientos sociales, el sindicalismo, Massa; es decir, todo el variopinto arco que conforma el "Frente de Todos".

Sin embargo, esta dimensión de la política que también se piensa desde el "como" ganar una elección (buscando los candidatos "que más miden", con riesgos como los señalados acá, de los que no estamos de ningún modo exentos), influye decisivamente en el "para qué", es decir en el rumbo del día después; cuando se abren las urnas, se cuentan los votos, se reparten las bancas y se ve como quedó conformada la correlación de fuerzas en el Congreso, tanto entre oficialismo y oposición, como hacia el interior del oficialismo, en sus distintas vertientes.

Dicho de otro modo, de nada valdría encontrar la fórmula perfecta para agrandar la cosecha de votos y de bancas, ensanchando la "oferta" de candidatos nuestros que contengan y conformen a todos, si de ese modo terminan ganando terreno al interior del FDT las fracciones más conciliadoras, o reacias a avanzar en transformaciones más profundas; sin las cuales -reiteramos- nos quedan por delante dos años de administración de la crisis, y no mucho más. Con el peligro de que, si no nos decidimos a avanzar en determinados terrenos, aun relegitimados por el voto popular, debamos sufrir peores ataques que los que hoy estamos sufriendo, y hasta el módico objetivo de administrar la crisis, se nos complique.

No deja de ser edificante que -al menos hasta acá- la discusión por las listas se venga dando (al menos en público) en un marco civilizado, en el que nadie quiere sacar los pies del plato o poner en riesgo la unidad alcanzada en el 2019, para derrotar al macrismo. Sería mucho más interesante que se debatieran éstas otras cuestiones más de fondo, de modo de tener en claro no solamente "cómo" ganar las elecciones, sino sobre todo, "para qué". Tuit relacionado: 

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Se la harán difícil, pero igual bancan.
Dentro del FDT hay 2 líneas, Massa y kicilof. No sé si son líneas diferentes, lo cierto es que ambos quieren la presidencia.

Randazzo no existe.
Yo espero que Moreno sorprenda, aunque uds lo ninguneen y odien.

Por otro lado, cambiemos tiene un 35% de núcleo duro y se entiende que Cristina tiene otro 35%. Asumamos que Massa tiene un 10%, pero formando parte del frente de todos es complicado evaluar cómo queda ese 45% en las legislativas.

Cómo siempre, las elecciones se definen en ese 20% restante. Cómo en 2015, son esos que no tienen chance los que definen las elecciones, desde la provincia de Buenos Aires.

Si ganamos... Y digo fuerte, si es que llegamos a ganar... Quien gana? Cristina o Massa?

Lo del aumento de telefonía... Es solo una gota de agua en el océano de cagadas que viene haciendo el gobierno desde que asumio.

Uds saben de memoria la lista de cosas que no se hicieron, no se van a hacer, y no tienen nada que ver con la pandemia.

Ayer leía un compañero diciendo que Argentina va crecer el 7% este año.
Debe ser una sensación de miseria nomas lo que uno ve en la calle entonces.
Volvimos a las tasas chinas pero no podemos comer ni arroz.

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Lo de que a Moreno lo odiamos corre por tu cuenta, basta repasar los posteos del blog para saber que no es así. Hay una etiqueta con ellos. Tampoco podemos hacernos cargos de sus derrapes. El problema es que lo ningunearon los votantes, no nosotros: 0,2 % de la interna del PJ Capital en su momento.

Anónimo dijo...

¿Cuál sería la alternativa a no bancar, armar una lista con Cúneo (ex macrista hasta hace 10 minutos) para sacar 100 votos?

canalla dijo...

Buen abálisis. A quiénes incluirían entre, digamos, Alexistas o Massistas ? es para un amigo que pregunta

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Eso se sabrá en el 2023 (de hecho el post no habla de "axelistas"), cinco minutos antes de que cierren las listas. De ahora para entonces todo lo que se diga al respecto es paja. En octubre del 2018 "todos" (menos el kirchnerismo) fueron a Tucumán al acto del Día de la Lealtad convocado por Manzur para armar el "postkirchnerismo". Entre ese día y el 18 de mayo del 2019 (cuando Cristina anunció la fórmula) se fueron arrimando todos al fogón, al calor de las encuestas. Unos antes, otros después, pero casi todos, salvo Pichetto, que eligió incinerarse con Macri, o Randazzo, que siguió durmiendo hasta éste año. Y ésta vez no será distinto, porque es política, en la Argentina y en el peronismo.

Anónimo dijo...

Cuando se enteren los morenistas que Guillote acaba de decir que fue un error de Alberto haberle dado asilo político a Evo Morales después del golpe, se caen de culo.

profemarcos dijo...

La campaña de "seducción" del electorade viene por acá

Lanzan Créditos para la Recuperación Productiva, con perspectiva de género

Para financiar microempresas, proyectos de inversión y PyMEs lideradas por mujeres, con respaldo del Gobierno de la Provincia.

plazo de 60 meses y 6 de gracia, una tasa del 22% fija por dos años

Anónimo dijo...

Lo que venga después de las legislativas se verá. Pero ojo, para bancarse una derrota electoral en la elección intermedia, se necesita un gobierno fuerte, que no es el caso de Alberto (por decisiones propias, por errores no forzados).
Hay que ganar primero, y después se verá quien se impone internamente.Pero hay que ganar la elección o te llevan puesto en tres meses.
El Colo.

Anónimo dijo...

La verdad que no, no podemos hacernos cargo de sus derrapes.
Yo creo que Moreno debe estar en el gobierno, porque es un funcionario que funciona.
Pero a veces ya es demasiado ortodoxo.