PELEAS

 

La puja del gobierno con las petroleras por la caída de la producción y las maniobras de cartelización en el precio del gas oil a los transportistas parecen cubrir esa cuota de adrenalina tan kirchnerista que algunos extrañaban, y otros detestan y rotulan como "clima de crispación".

En todo caso habrá que recordar que el kirchnerismo -desde su mismo nacimiento allá en mayo del 2003, y aun antes, si se recuerda la polémica de Kirchner con Escribano- nació y se crió envuelto en peleas, con nuevos y viejos enemigos, actuales y anteriores aliados, y a veces con ambos al mismo tiempo.

Repasemos: las fuerzas armadas (por la política de derechos humanos y el descabezamiento de las cúpulas ordenado por Néstor al asumir la presidencia), la cúpula de la Iglesia Católica (por el caso Baseotto), la Corte menemista, la Cámara de Casación que frenaba las causas de derechos humanos, los economistas neoliberales de la City, el FMI y sus vocero locales.

Después -o mientras- vinieron más rivales: Roger Noriega y Bush, (por la cumbre de Mar del Plata y el ALCA), Duhalde y el aparato del PJ bonaerense, las patronales del campo cuando la 125, los bancos y las AFJP, Clarín -con la ley de medios, el Fútbol Para Todos, el cable, Papel Prensa, (que también tocó a La Nación) y demases-, Techint por los directores de la ANSES, en su momento Shell (con boicot inducido por Kirchner incluído); siempre con la AEA.

Hasta llegar ahora a Repsol YPF y las demás petroleras.

Con suerte diversa, ganando, empatando, perdiendo; en fallos divididos o teniendo que ir a las tarjetas; metiendo piñazos y comiéndose respuestas, poniendo al borde del nocaut o absorbiendo el castigo y hasta mirando el reloj, como Monzón contra Briscoe.

Con medidas acertadas, opinables o equivocadas; con ejecutores y métodos de implementación irreprochables o impresentables.

Con acusaciones de impostura, oportunismo, falsas convicciones, montar cortinas de humo, mal manejo de los tiempos o de la correlación de fuerzas, hegemonismo, tentación autoritaria, discurso único o relato épico sin correlato con la realidad.

Supongamos incluso que algunas de esas acusaciones (o todas) fuesen ciertas, el punto es otro.

Es preguntarse que fuerza política en el gobierno (porque desde el llano, como diría Morales Solá, somos todos guapos) en la historia política reciente de la Argentina (y en la no tan reciente, de Perón para acá) se animó a plantearse alguna de esas peleas que emprendió el kirchnerismo, no digamos ya todas o la mayoría; ni tampoco planteemos que esas fuerzas efectivamente las hubieran emprendido en algún momento.

En la respuesta puede estar una de las claves para entender tres mandatos presidenciales consecutivos, y dos victorias electorales contundentes en primera vuelta (la segunda aun más amplia que la primera) de una misma fuerza política -un hecho inédito en nuestra historia política-, así como para entender una nueva gobernabilidad política con la que el país salió de la crisis del 2001; y que el kirchnerismo construyó (probablemente a los pechazos, por su propia naturaleza u obligado por las circunstancias), como uno de sus mayores aportes a la consolidación de nuestra democracia.