LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

lunes, 6 de febrero de 2012

¿SE PUEDE HACER PERIODISMO PRESCINDIENDO DE LA REALIDAD?


Aparentemente y si uno se atiene a la nota de La Nación que vemos arriba, sí.

Pasemos por alto el hecho de que el famoso "ajuste" (en caso de darse) no sería más que lo mismo que ese mismo diario (y su mellizo Clarín, y Ambito Financiero, el Cronista Comercial y tantos más) vienen reclamando hace ocho años:  aumentar las tarifas de los servicios públicos, disminuir el gasto público, moderar los aumentos salariales.

Pasemos también por alto que, en tal caso, en lugar de decir "¿vieron que nosotros teníamos razón, que la fiesta era insostenible y ahora deben enfrentar la realidad?", ahora de golpe se volvieron moyanistas, sindicalistas o de movimientos sociales: les preocupan "los desprotegidos" y claman porque el ajuste se detenga, o no se inicie.

Dejemos también de lado (porque sería largo para discutir, y es todo un tema en sí) cuanto influyen los "discursos" y los dispositivos mediáticos desde los que se construyen y propagan esos discursos, en la percepción social de la realidad.

No sin antes anotar algo: los medios hegemónicos tienen al respecto una contradicción permanente, dada por el hecho de que un día suponen que el kirchnerismo es "puro relato" (hábilmente construido por una "cadena" de medios estatales y paraestatales), y al otro (o en otro momento del mismo) constatan que esa supuesta red oficial de medios es berreta, y nadie los escucha o lee, porque la gente prefiere los medios tradicionales: ¿no habría entonces que hacer -muchachos- alguna autocrítica de ustedes al respecto, si todo pasa por el "discurso" y su propagación? 

Pero el punto central al que vamos es otro: la nota de La Nación -la reiteración de unas cuantas aparecidas en el diario desde el 23 de octubre para acá, correspondidas por otras iguales de Clarín- se construye en su totalidad no ya sobre una distinta interpretación de los hechos (lo que podría explicarse por la línea editorial del medio), sino sobre la total prescidencia de estos, y la estruendosa omisión de otros que se fueron sucediendo.

Porque, a ver, si hablamos de ajuste y de como construir un discurso para "disimularlo", lo menos que se le puede pedir al diario es que enumere cuáles fueron los hechos que fueron jalonando ese ajuste del que se habla.

Y a la inversa, si se dice que el gobierno construye (o trata de construir) un "relato" épico de peleas con los poderes económicos para encubrir el ajuste sobre los más vulnerables, lo mínimo que exige el oficio periodístico (tan olvidado por el periodismo militante anti k de La Nación) es puntualizar que hechos se produjeron en este tiempo, en la relación entre el gobierno y esos poderes.

Resulta entonces que, si uno repasa, se encuentra con que desde el 23 de octubre, el gobierno les impuso a las petroleras y mineras (que gozaban de un régimen de privilegio al respecto) la obligación de liquidar en el país todas las divisas que obtienen por sus exportaciones, cargó contra las petroleras (especialmente YPF) por su falta de inversión que hizo decaer la producción de petróleo, les quitó los estímulos fiscales del programa Petróleo Plus (por ejemplo poder compensar con un certificado de crédito fiscal parte de lo que debían pagar de retenciones) y los subsidios a la electricidad, junto con otras industrias o servicios que tienen elevadísimos niveles de rentabilidad: bancos, financieras, casinos y bingos; y obligó a las mismas petroleras a rebajar los precios del gas oil al transporte, después de una denuncia por cartelización.

Y hablando de rentabilidades: hace menos de una semana el Banco Central acaba de elevar las exigencias de integración de capital de los bancos para respaldar sus depósitos y aumentar la capacidad prestable, lo que significa un límite objetivo a la posibilidad de distribuir utilidades y -en el caso de los extranjeros- de remitirlas a sus casas matrices.

Yendo al caso de las tarifas de los servicios públicos, hasta acá se eliminaron los subsidios a esas empresas que antes mencionábamos, a los countries y barrios cerrados de todo el país (empezando por los del conurbano bonaerense) y barrios VIP de la Capital, como Puerto Madero o Barrio Parque.

Se dispuso un sistema de renuncia voluntaria al subsidio (para nosotros equivocado, pero esa es otra cuestión) pero además los usuarios de esos mismos barrios están recibiendo formularios con doce causales por las que necesitarían seguir teniendo el subsidio, para corroborar esos datos con los de la ANSES y la AFIP y determinar si verdaderamente es así.

Se distribuyeron (en el área metropolitana) millones de tarjetas SUBE para que los subsidios al transporte empiecen a llegar al usuario en lugar de las empresas, y Cristina dictó un DNU para revisar los pagos que reciben (por fuera del sueldo) algunos empleados públicos nacionales, como gratificaciones, bonificaciones o premios anuales: empleados que primero eran 300.000, luego 18.000 y ahora 10.000, como vemos acá en Clarín.     

Se impusieron controles a la compras de dólares (que lograron revertir la fuga de divisas, y que volvieran depósitos al sistema bancario, obviamente de gente con capacidad de ahorro, no del pobrerío que ahora le preocupa a LN), y se estableció un sistema de "ventanilla única" para controlar todas las importaciones, para garantizar mantener el superávit comercial, y restringir aquéllas de artículos que se pueden fabricar en el país.

Los aumentos salariales ya pactados en las primeras paritarias cerradas oscilan entre el 24 % de los aceiteros y el 28 % de los textiles, con cláusula de revisión semestral por la evolución de la inflación. Y conste que ni siquiera mencionamos que Cristina descartó imponer techos a la discusión salarial, condicionándola a la rentabilidad de las empresas, y los acuerdos entre ellas y los sindicatos.

Y en el medio de todo eso, se anunció el aumento semestral del 17,62 % a los jubilados (que suman así más de un 35 % de aumento el último año), de acuerdo con la ley de movilidad previsional votada por el Congreso; tal como bien lo puntualiza acá Alfredo Zaiat.

Esos son los hechos, podrá faltar alguno pero creemos que los más relevantes están enumerados. Se los puede interpretar de uno u otro modo, priorizar a uno sobre otro, pero lo que no se puede hacer es omitirlos o ignorarlos.

¿Dónde está entonces el "ajuste" del que habla La Nación, tan brutal que es necesario maquillarlo con un "discurso" prolijamente elaborado?

Una construcción teórica bastante alejada del periodismo (aunque no de la militancia anti gubernamental ejercida desde los medios con chapa de independientes), que además parte de la presuposición de que la gente común es boba, que cualquiera le vende espejitos de colores.

Una idea bastante enmohecida (pero vigente en muchos sectores sociales), que es a la vez un guiño a los lectores o público habitual de esos mismos medios, porque les brinda un ansiolítico contra la depresión post electoral, y una receta sencilla para explicar el 54 % de Cristina.

1 comentario:

mónica dijo...

excluyen la realidad, adecuan la cabeza al sombrero. Como la realidad no les conviene, la desestiman. No podemos negar que son creativos (para el mal)