LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 5 de febrero de 2012

TODO SUMA


Para el dispositivo de medios hegemónicos todo suma y todo sirve (no importa el tema, su entidad, su enfoque) con tal de esmerilar al gobierno de Cristina, y en general, al Estado en tanto decide intervenir en la economía, asumir compromisos en la gestión de empresas o controlar lo que las demás empresas hacen; y un buen ejemplo es lo que sucede con Aerolíneas Argentinas desde que volvió a la órbita estatal.

Viendo la nota de La Nación a la que corresponde la imagen, algún desprevenido podría pensar que las cenizas del volcán Puyehue esquivaban prolijamente a los aviones de Aerolíneas, y sólo caían encima de los de la chilena LAN; porque en ese caso sirven para justificar las menores ganancias de la empresa, pero en el de Aerolíneas no explican (al menos a estar por el título de la nota) la menor cantidad de pasajeros transportados por la empresa estatal de bandera.

Ahora nos dicen que el año pasado Aerolíneas transportó menos pasajeros (reiteramos: con el asunto del volcán de por medio, omitido o minimizado), por primera vez desde que el Estado la gestiona, pero la pregunta sería ¿cuándo dijeron durante los años 2009 y 2010 que había aumentado la cantidad de pasajeros transportada por la empresa, comparados con los que llevaba cuando estaba en manos privadas?

La respuesta es fácil: nunca, porque el objetivo de La Nación y otros medios era -y sigue siendo- cuestionar la re estatización: ¿cómo se entiende si no que se cuestione el aumento de la planta de personal cuando en la misa nota se dice que la flota de aviones pasó de 51 a 87 en apenas tres años?

¿O acaso La Nación pretende que algunos aviones se manejen sólos?

Y hablando de aviones y en el mismo sentido, veamos esta otra nota publicada en Clarín:


La pregunta acá sería parecida al caso anterior: ¿cuándo dijo Clarín que Aerolíneas estaba en un proceso de renovación y ampliación de su flota -que la llevó a los 87 aviones de los que habla La Nación-, y como consecuencia del cual hay aviones que salen de servicio?

La respuesta es fácil: nunca; a menos que lo hiciera para cuestionar que el Estado gastara plata en eso y no en otras cuestiones más urgentes, como aumentarles a los jubilados (aunque quedó muy claro esta semana que puede hacer perfectamente las dos cosas).

Lo que hacen entonces es apelar a la nostalgia de los que viajaron en el Jumbo, o del piloto que lo manejaba al que le da lástima que lo saquen de servicio; cosa que algunos lectores piquen y digan "al final, ¿por qué no lo dejaron y se ahorraban plata?".

¿Por qué no seguir volando entonces con los aviones de Jorge Newbery si ésa es la cuestión? 

Imaginemos por un momento la reacción de esta misma prensa si uno de los aviones viejos (33 años en servicio) se caía, o tenía un desperfecto que provocaba un accidente.

Todos pensamos lo mismo, ¿no?: pilas de editoriales pegándole al gobierno por la obsolecencia de la flota, la falta de mantenimiento y de controles adecuados, y las correspondientes comparaciones con las compañías privadas; como si éstas (como LAPA o Sol Líneas Aéreas por ejemplo), no tuviesen nunca accidentes.

El fin de todo esto es demostrar la ineficacia del gobierno, la incapacidad en general del Estado para administrar y la superioridad de todo lo privado; en el más puro registro noventista.

Justo ahora que se está discutiendo la probable re estatización de YPF.

No es ninguna casualidad.

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