LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 27 de enero de 2015

LA VAMOS A EXTRAÑAR


Cada vez que se produce una aparición de Cristina en contextos como la de ayer (cuando todos -hasta la opo- esperan su palabra) deja sensaciones encontradas.

Por un lado -al menos para los que bancamos este proyecto político- la tranquilidad de tener un liderazgo firme y claro, que tiene el mapa de la situación en la cabeza, y por donde se sale de las encerronas.

Por el otro, la sensación de que cuando no esté, la vamos a extrañar, y muy probablemente con el paso del tiempo, no seamos los únicos. 

Porque el vacío que deje cuando ya no ocupe la presidencia será tan grande como la distancia que hoy la separa del resto de la dirigencia política, incluyendo la del campo propio.

En convicciones y en claridad conceptual, en la decisión de ir al hueso y no retroceder, en la firmeza de llamar a las cosas por su nombre, sin medias tintas y sin pelos en la lengua. 

En ese sentido el tono del discurso de ayer (en especial el cierre, advirtiendo contra todos los intentos de extorsión desestabilizadora en marcha) hizo recordar al de Néstor contra Nazareno; cuando utilizó la cadena nacional para poner en marcha el proceso de destitución de la mayoría automática del menemismo y la renovación de la Corte Suprema.

Un discurso que marca una hoja de ruta en lo inmediato, pero que trasciende más allá del caso Nisman y el rol de los servicios de inteligencia, que va en la línea del más puro kirchnerismo: en circunstancias complejas y arrinconado, responder doblando la apuesta.

Lo que marca el terreno no solo para los opositores -que ya ensayan su discurso para una nueva reculada- sino para el campo propio: los que sueñan con encarnar un "kirchnerismo amigable", buscador de consensos y generador de "expectativas de tranquilidad a futuro", tengan en claro que Cristina está diciendo que la realidad es bien distinta, que el que está enfrente no da ni pide tregua y que si la buscan, la van a encontrar.

Con el caso Nisman (su denuncia y su muerte) como disparador, Cristina anunció ayer decisiones institucionales de fondo, largamente pendientes para el poder democrático: no nos vamos a arrogar el descubrimiento de la pólvora por haberlo dicho apenas ayer en ésta entrada; porque el tema estaba en el aire y el kirchnerismo -fiel a su estilo- lo recogió y lo pone en acto.

La disolución de la ex SIDE y un conjunto de reformas en el aparato de inteligencia (de las que con el correr de los días se irán conociendo más detalles) marcan un punto álgido en los principales debates pendientes de nuestra transición democrática; como en su momento fue la llamada democratización de la justicia, encarada por el gobierno y boicoteada desde la oposición y desde la propia corporación judicial. 

Todo parece indicar que éste caso no será distinto, al menos a juzgar por la reacción de los opositores a los anuncios de Cristina: un compendio de lugares comunes y frases huecas, vinculadas al momento del anuncio (que ahora no, que demoró mucho, que por qué no antes), o al contexto del caso Nisman (el apartado "cortina de humo"); como si para lograr una cosa (esclarecer la muerte del fiscal) hubiera necesariamente que hacer otra, que sería posponer toda discusión y debate sobre el rol de los servicios, o su vinculación con el poder democrático.

Nada nuevo bajo el sol respecto de lo que ha sido el sello distintivo del comportamiento opositor en los años kirchneristas, según lo apuntado acá: nunca faltaron excusas para sacarle el culo a la jeringa de las decisiones trascendentes, y acompañar al gobierno. 

Es como si la oposición perseverara en el error de confundir lo que son reformas estructurales que crean activos democráticos aprovechables por el conjunto del sistema, con la coyuntura puntual de que los haya propuesto un gobierno con el cual adversan.

Perseverancia en el error que los llevará al triste papel de figurar en los libros de historia como ausentes o en la vereda de enfrente cuando el país discutió su ley de medios, los derechos políticos de los jóvenes, el nuevo Código Civil y Comercial y ahora -según todo parece indicarlo- la reforma de su aparato de inteligencia.  

Allá ellos con sus dilemas, porque si bien nadie puede dudar que en estas cuestiones siempre es preferible enhebrar los consensos más amplios posibles (y en el caso puntual de las reformas al sistema de inteligencia lo hemos apuntado acá), tampoco se puede supeditar el impulso de reformas necesarias, a la maduración política de una dirigencia opositora que parece estar eternamente verde para algunas cuestiones.

Y si bien es muy prematuro aventurar en que medida todas estás cuestiones impactarán a futuro en las preferencias del electorado (sobre lo que su efecto concreto está bien acotado, y prevalecen claramente otras preocupaciones), no podemos sino compartir lo que señala acá Abel Fernández: a la hora de votar un gobierno (que es lo que los argentinos vamos a elegir este año), se le exige que demuestre que puede gobernar. 

Y gobernar significa -ni mas ni menos- que tomar decisiones, cuando hay que tomarlas.

Como hace Cristina.

5 comentarios:

Julia dijo...

¿No es la voz de nuestra querida patria? La patria es el otro, pero esta otra, mamita, es lo mejor que nos pasó desde 1945/55.
Qué presi! Aguante, Cris, pasión y corazón!

Anónimo dijo...

ché, si se disuelve la SIDE, se disuelve el diario El Litoral de santa fe, no ?

Unknown dijo...

La escuché siempre. Siempre me conmueve. Pero ayer... UNICA

GISOFANIA dijo...

Nadie como ella. Lo cual genera orgullo, calma, fidelidad y un poco de melancolía también (porque se va a extrañar y por las asechanzas de los resentidos de siempre)

uno dijo...

Claro que Cristina es IRREEMPLAZABLE ....¡Sin Dudas!....Pero con el compañero Randazzo tendremos la continuación de las mismas políticas.