LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 9 de julio de 2015

CONSTRUYENDO FUTURO


Por A.C.

Desde la reforma de la carta orgánica del Banco Central implementada en el año 2012 a través de la Ley 26.739, ésta posibilitó entre otras cuestiones, que el Central comenzara a intervenir en el mercado de crédito, direccionando el mismo hacia la actividad productiva, fundamentalmente hacia las pequeñas y medianas empresas, que son las principales generadoras de puestos de trabajo en la economía argentina.
Así a las entidades bancarias, siempre tan afectas a privilegiar el negocio de créditos personales y tarjetas de créditos con intereses siderales, se les requirió que el  5% de su cartera de préstamos se destinara a financiar la actividad productiva. Y como la actual carta orgánica permite también que el Banco Central regule el nivel de tasas de interés, la tasa de financiamiento en los créditos para la producción resulta muy conveniente por colocarse debajo del porcentaje anual de inflación.  
Desde entonces, en la Línea de Créditos para la Inversión Productiva (LCIP) las cifras anuales de los préstamos superaron las metas, ya que ante una demanda sostenida fundamentalmente originada en las Pymes, las entidades bancarias en muchos casos, superaron en el otorgamiento de éste tipo de préstamos el porcentaje de la cartera originalmente previsto. Este flujo de dinero direccionado a la actividad productiva, permitió a muchas empresas aumentar su capacidad y sus ventas, mientras se mantienen y generan puestos de trabajo, a la vez que la mayor producción amplia la oferta de bienes descomprimiendo la cuestión relativa a los precios.
Pero un Gobierno como el actual, con políticas que podrán compartirse o no, pero que tienen una claridad y una orientación productiva muy definida, aumenta la apuesta.
A partir de ahora y por disposición del Banco Central, todos los bancos que tienen actividad en Argentina deberán destinar el 7,5 % de sus depósitos a préstamos para Pymes, con un plazo de reintegro mínimo de tres años y una tasa de interés máxima del 18 por ciento anual. Comparativamente con el primer semestre de 2015 , el monto destinados a créditos productivos se incrementa en un 40 %, de 37 mil millones a 52 mil millones para la segunda mitad del año.
Y con el objetivo de un desarrollo armónico del país, de un federalismo bien entendido, el Banco Central autorizará una mayor imputación al cupo de financiamiento a bancos que otorguen préstamos para proyectos que se lleven a cabo en las regiones menos desarrolladas del país. Estos créditos otorgados en zonas alejadas serán computados hasta el doble en relación a los otorgados en zonas centrales. El mismo criterio de incentivo se aplica para créditos que se otorguen a las empresas más pequeñas del  sector mipyme.
Políticas productivas claras, con nuevos créditos que culminarán –los de plazo más corto- en el año 2018, sumados a los miles que ya fueron otorgados desde el año 2013. Políticas a mediano plazo de resultado más que exitoso y que por ello se sostienen en el tiempo y se incrementan en cuanto a volumen de créditos y beneficiarios. Una herramienta directa para incrementar la actividad económica, generando empleo y crecimiento del mercado interno, siguiendo el camino que marcara aquel Presidente que se quedó en el corazón de millones.
En el año 2004, cuando aquí recién comenzaba la gestión del Presidente Nestor Kirchner, en Grecia se organizaban los Juegos Olímpicos. Entonces, los organismos de crédito internacional calificaban muy positivamente la situación de Grecia dentro de la Unión Europea y hacían proyecciones favorables y coincidentes sobre su crecimiento económico, alentando su endeudamiento con distintos fines y también para el evento olímpico.
En ese año 2004, entre la calificación crediticia de Grecia y la que recibía Argentina, había una distancia sideral. A favor de Grecia, claro. Sin embargo, algo más de diez años después, las políticas ortodoxas y de ajuste aplicadas en Grecia terminaron en una situación social insostenible, explosiva.
Una desocupación real superior al 30%, una sub-ocupación en torno al 25% y sectores juveniles con más de un 50% de personas sin actividad alguna. Muy similar a la situación Argentina en el 2001, cuando el Gobierno de la Alianza primero debió declarar el estado de sitio y luego huir en helicóptero, dejando en su camino de retirada las calles llenas de cadáveres y el país sumergido en la miseria.
Grecia en el 2004 era ponderada por el establishment económico, y es interesante releer los archivos de aquella época, tanto los extranjeros como los diarios y publicaciones de nuestro país.
Sin embargo Argentina, con políticas económicas condenadas por la academia, con una ingeniería de desendeudamiento, destinando fondos a la producción y la generación de empleo, con redistribución de ingresos y el fortalecimiento del mercado interno, empezó a construir el futuro.
Entre la realidad Argentina actual y la de Grecia, hay una distancia sideral. Pero esa distancia no está marcada por los organismos financieros internacionales, sino por los millones de desocupados, por la miseria  y la desesperación que atraviesa la sociedad griega. Esperemos que (como lo indica el resultado del referendo de ayer) esa sociedad haya entendido adonde llevan las políticas de ajuste dictadas por los países centrales, y tome la única determinación posible para salir del infierno. Se puede. En Argentina lo hicimos.
Y hoy, con medidas como las del Banco Central destinadas a la producción, seguimos construyendo nuestro futuro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A los muertos no se les puede cobrar,decía Nestor, nos tienen que dejar producir si quieren cobrar algo.
Y les sacó una quita del 70%.Un fenómeno.

un pablo dijo...

lo que no entiendo entonces es qué quiere decir (daniel) scioli cuando habla de que se viene la etapa del desarrollo y la inversión...