LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

sábado, 4 de febrero de 2017

CON GÓMEZ CENTURIÓN VOLVIERON LOS VISITANTES


Leíamos ayer en el diario delLoco Lindo que en el marco del juicio que se inició en el Tribunal Oral Federal de Santa Fe por la causa denominada de “La Casita” de Santo Tomé a un grupo de represores de la “patota” santafesina (incluyendo al ex juez Brusa, el “Curro” Ramos, María Eva Aebi y Calixto Perizotti, entre otros) apareció “la hinchada visitante”, digamos: un grupo de familiares y amigos de los acusados los aplaudieron a su entrada al juzgado.

Algo que hasta acá no había sucedido en los anteriores procesos de lesa humanidad en Santa Fe, y que en éste caso tuvo como disparador los dichos del ex carapintada y Administrador de Aduanas Gómez Centurión: los aplaudidores llevaban pancartas con su frase “8000 verdades 22.00 mentiras”, que decían que los enjuiciados estaban presos por las mentiras. No faltó tampoco en los carteles la mención al “curro de los derechos humanos”, expresión de cuño presidencial.

Lo cual es muy curioso porque en éste juicio -como en los anteriores- lo que se juzgan son secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos de personas concretas, con nombre y apellido; por lo que toda polémica al respecto es poco seria. O en todo caso solo se puede atribuir a la alineación mental de cierta gente.

La misma alienación que los llevó a aplaudir a los genocidas, como si fueran héroes o hubieran hecho algo digno de mérito: deberían ponerse de acuerdo en el punto, o no hicieron nada y son injustamente perseguidos, o lo que hicieron estaba justificado por alguna razón o principio superior; que justificaba violar los más elementales derechos humanos. De cualquier modo, nada que no conociéramos, o con lo que no nos encontráramos a diario en las redes sociales

Lo mismo cabe para la queja de los abogados defensores (en muchos casos parientes de los acusados, casi siempre apologistas de la dictadura) porque las sentencias estarían dictadas de antemano, y los juicios serían una farsa: es curioso como los justificadores de la tortura se vuelven de pronto garantistas, pidiendo derechos que ellos y sus defendidos tienen, pero que a sus víctimas les fueron negados.

Claro que la idea es siempre deslegitimar las eventuales condenas, como consecuencia de procesos “fogoneados políticamente”, según dijo uno de los abogados defensores. Otra curiosidad: esta misma gente suele ser la que justifica las políticas de mano dura para terminar con la inseguridad, y la que niega el carácter político de la detención de Milagro Sala, por ejemplo.

Pero todas estas cuestiones son más o menos sabidas, y poco podemos sorprendernos al respecto. Lo interesante es ver en que medida las declaraciones de Gómez Centurión obraron como disparador del hiperactivismo de los justificadores de lo injustificable; que lejos de expresar el más mínimo arrepentimiento, nos están diciendo claramente que si pudieran, lo volverían a hacer.

En un punto tienen razón: en los 12 años transcurridos hasta diciembre del 2015 los juicios por delitos de lesa humanidad y violaciones a los derechos humanos durante la dictadura fueron “fogoneados” por el kirchnerismo; que puso el respaldo del peso institucional del Estado en auxilio de la lucha (hasta allí solitaria y desigual) que venían llevando los organismos de derechos humanos y los familiares de las víctimas, para obtener justicia.

Cosa muy distinta por cierto a lo que ocurre hoy, cuando el gobierno que seguramente esa gente que aplaudía a los genocidas en el juzgado votó pone como funcionario a un ex carapintada que se sublevó contra un gobierno constitucional (como el de Alfonsín), pidiendo impunidad; y luego se “asombra” porque dice lo que dijo sobre la dictadura, pero no lo despide de su puesto, ni tampoco el presidente que lo nombró (el que prometió en campaña “terminar con el curro de los derechos humanos”) lo desautoriza expresamente.

Al respecto la cuestión es clara y no hay otra conclusión posible: es porque lo avala, y piensa exactamente lo mismo, pero no lo puede decir, por razones obvias.

Esa es la lectura -correcta- que hacen los que respondieron como células dormidas a las palabras de Gómez Centurión, interpretándolas como un llamado a estrechar filas y salir de la madriguera, para intentar deslegitimar los juicios; y de ese modo crear el clima para detenerlos, o para volver a las políticas de olvido e impunidad.

Ese es todo el asunto y no nos engañan en lo más mínimo sobre sus propósitos, incluso aunque los lobos se disfracen de corderos, como algunos sepulcros blanqueados de por acá cerca (muy activos por estos días en las redes sociales); que son muy “pro-vida” para salir a cruzar a los que plantean la despenalización del aborto, pero no dudan (aun hoy)  en justificar las torturas y violaciones de embarazadas, o el secuestro de menores y la supresión de su identidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Macristas cara pintadas

y mas delaRuistas que nunca.

Que podes esperar, desastre económico y represión.

son pesimos.

Anónimo dijo...

Mientras sigan adentro,que los amigos aplaudan todo lo que quieran.