A la hora de subir
estas líneas estaban cerrando las listas para las PASO provinciales, y salvo
algunos detalles menores de último momento, todo parecía estar más o menos
cocinado; oportunidad que nos parece propicia para hacer algunas reflexiones
antes de que votemos, porque si bien hay que atenerse a los hechos, después,
con el diario del lunes con los resultados puestos, somos todos técnicos.
Primero que primer
recordar que en política nadie arma para perder, al menos deliberadamente,
aunque a veces pareciera que sí: se piensa siempre en ganar, y en la que se
supone que es la mejor estrategia para eso. Acá en Santa Fe y hablando
estrictamente de elecciones provinciales, se ensayaron todas: interna entre
candidatos kirchneristas (2007), interna “competitiva con todos adentro”
(2011), lista de unidad con candidatura única a gobernador (2015).
Ahora ensayaremos
una interna, sin candidatos kirchneristas a gobernador, y los precedentes
citados no condicionan ni determinan para que el final sea el mismo, cantado;
pero claro, puede repetirse, está dentro de las posibilidades. Porque lo que
resuelve las elecciones (aunque parezca una verdad de Perogrullo) son los
votos, no tanto y no solo las estrategias de armado político: es importante
conseguir la unidad “por arriba” (de la dirigencia) o “por el medio” (de la
militancia encuadrada orgánicamente), pero es decisivo conseguir la unidad “por
abajo”: convencer a la mayor cantidad de votantes posibles.
Y para convencer
hay que estar convencidos, y a fuer de ser sinceros, si todos los cierres de
listas dejan heridos y egos lastimados, en éste caso en particular se percibe
desencanto, frustración y hasta bronca en el electorado kirchnerista; que pasó
en horas de tener tres candidatos propios a no tener ninguno, y cerrar un
acuerdo con Omar Perotti. Digresión: no podés llegar a esa instancia con tres
candidatos de un mismo espacio, porque te termina jugando en contra; y no es lo
mismo que pretenda ser gobernador alguien que se peló el culo recorriendo la
provincia de una punta a la otra (como Busatto), que alguien que apuesta todo a
pegar carteles con fotos de Cristina.
Decíamos acá cuando se conoció la decisión de Cristina de ordenar
“baños de humildad” a los candidatos kirchneristas, que la definición del apoyo
del espacio de Unidad Ciudadana quedaba sujeta a la mayor generosidad de los
candidatos que seguían en carrera, a la hora de armar las listas. Y si Perotti
fue más generoso que María Eugenia Bielsa, no es culpa de él, sino en todo caso
de ella: el grado de apertura en ese sentido revela cuanto les interesa captar
el voto kirchnerista, a menos que supongan que lo tienen asegurado en cualquier
circunstancia.
De hecho, así
pensaba Perotti después de su anterior candidatura a gobernador, pero los
efectos de sus posicionamientos en el Senado nacional lo obligaron a
recalcular. Resta por ver si él y su estructura política son capaces de tener
la misma generosidad, cuando no son sus candidaturas las que están en juego:
está fresco todavía el recuerdo del intendente de Rafaela diciendo tras las
PASO del 2017 que ganó Agustín Rossi que no haría campaña por él, porque el
kirchnerismo era muy mal visto en la ciudad. Ni hablemos de que se espera que devuelva gentilezas cuando se juegue la final (es decir, con Cristina); que es cuando todo esto adquiere sentido.
Y hablando de
generosidades: el kirchnerismo mayoritario expresado en Unidad Ciudadana
terminó cerrando un acuerdo para apoyar una fórmula compuesta por dos
candidatos que perdieron con Agustín Rossi las últimas internas “competitivas”
que se dieron en Santa Fe. Omar Perotti (2011) y Alejandra Rodenas (2017).
Podrán decirnos cualquier cosa (hasta boludos si quieren), pero sectarios,
nunca. Es más: algunos de los que nos pedían “autocrítica”, armaron listas de
diputados provinciales aparte, disconformes con los lugares que les hubieran
tocado en un acuerdo.
Hablábamos más
arriba del “recálculo” de Perotti en su estrategia para captar el voto
kirchnerista, que suponía escriturado: en las discusiones por la bajada de los
candidatos a gobernador “del palo” se pierde vista un hecho para nosotros
trascendental: los armados se terminaron definiendo en Buenos Aires, en el
Instituto Patria y con Cristina; que adquiere así en el peronismo de Santa Fe
en su conjunto una centralidad mayor incluso que la que tenía cuando estaba en
el gobierno.
Lo dicho incluye a
los senadores provinciales del PJ, principales cultores de la teoría del
“alambrado” que creara Reutemann, y que en el 2017 llevaron una candidata a las
PASO para diputados nacionales (Rodenas), que una vez llegada al Congreso armó
un monobloque por afuera del FPV-PJ; lo que no significa no reconocer que su
desempeño legislativo ha sido hasta acá más que digno, acompañando las posturas
del peronismo que confronta con el gobierno de Macri.
Señalamos antes el
rol central que le cupo a Cristina en todo el proceso, y al que ejerce el rol
de conductor (como indiscutiblemente ella lo ejerce) le asiste el derecho a
decidir lo que crea conveniente, lo que lleva implícito el riesgo de
equivocarse. El que no entiende eso y acepta las decisiones de la conducción
solo cuando las comparte, en realidad no se siente conducido.
Pero ella no puede
resolver sola todos los problemas de construcción política que arrastra desde
hace tiempo el kirchnerismo santafesino, ni si se le pueden achacar todas las
demás decisiones que se toman acá: no es culpa de Cristina si se elige a un
candidato a intendente que no puede hablar en campaña del precio del boleto de
colectivo, o se defiende de las críticas por su condición de empresario
apelando al ejemplo de Macri o Piñera. Así es difícil muchachos, y no hay Cristina que te salve.
Al votante
kirchnerista se le presenta una interna del frente armado por el PJ con dos
candidatos a gobernador, uno de los cuáles cerró un acuerdo con el kirchnerismo
“orgánico”. Supongamos (como pasa y nos pasa) que no le gusta ninguno de los
dos, ¿qué va a hacer, votarlo a Bonfatti, o votar en blanco? ¿Qué los
diferenciaría del senador Gramajo en el primer caso, o de Nicolás Del Caño en
el segundo?. En fin, son reflexiones que se nos ocurren, cada uno hace con su
voto lo que le parece, más siendo PASO con el padrón general; que entrañan los
riesgos (y desafíos) que expresábamos más arriba.
Porque no nos
engañemos: dado el panorama descripto en la interna del PJ, el socialismo (cuyos legisladores nacionales votaron en contra casi todos los proyectos del gobierno, durante las presidencias de Néstor y Cristina) estará dispuesto con su ambulancia a recoger los heridos, lo mismo que los
diferentes microemprendimientos electorales “progres”, como las listas de Del
Frade y Giustiniani; que se cuidaron bien de no ser candidatos a gobernador,
apostando a lo seguro (conservar sus bancas en la Legislatura): fracasado el
intento de atraer a María Eugenia Bielsa a ese juego para colgarse de su candidatura,
volvieron a lo de siempre, su alergia a todo lo que signifique el peronismo, en
sus distintas versiones.
Tendríamos que
aprender del socialismo como resuelven sus entuertos: Lifschitz insistió hasta
el absurdo con su intento reeleccionista, Bonfatti se lo torpedeó en la
Legislatura, el gobernador amagó con armarle una lista para competir por la
candidatura a la Casa Gris para después desensillar, pero le encajó una
consulta popular sobre la reforma constitucional, por decreto; como para
hacerle ver quien (cree) que tiene los votos. Y se están matando por la lista de diputados provinciales porque Lifschitz le bajó los candidatos a Bonfatti (Galassi y Di Pollina) con el argumento de que si gana la gobernación, los puede poner como ministros.
Sin embargo,
ninguno de los dos saca los pies del plato, le imponen condiciones a lo que
queda del radicalismo (al resto se lo deglutió Corral, interviniéndolo), y
sueñan con repetir un esquema parecido a aquel con el cual se alternaban en el
gobierno Reutemann y Obeid en el peronismo durante tantos años. Claro que para
eso terminan imitando al PRO lanzando famosos a la política, como Jatón o el
“Bichi” Fuertes: ahí no estamos tan seguros de que haya que imitarlos, con la
posible excepción de intentar convencerlo alguna vez al “Daddy” Brieva de que
sea candidato acá.
Pero si las encuestas son ciertas, la realidad
podría ser impiadosa con ellos, y hacerles saber -urnas mediante- que tienen el
boleto picado; claro que eso en las presentes circunstancias y con todo lo dicho,
depende exclusivamente del peronismo y sus candidatos: desplazar al socialismo
del poder para que gane Corral (el representante de Macri en Santa Fe, más
genuino incluso que los del PRO, así de garca es) sería salir de la sartén, para
caer en las brasas.
Tuits relacionados:
Lo bajaron al Ruben de la lista de diputados con la promesa de ser ministro si gana Bonfatti, y parece que no le gustó, @serdelfino. Será que no se tiene fe de que ganan?— La Corriente K (@lacorrientek) 22 de febrero de 2019
Hay miedo en la Casa Gris y aledaños, @serdelfino, decae la confianza en el triunfo? Mi te rio. Y eso que pueden decir mejor que nadie que tienen un candidato que gana sin despeinarse.— La Corriente K (@lacorrientek) 22 de febrero de 2019
La presentación de la representante del doctor Albino en Santa Fe como primera candidata a concejal por Cambiemos la hizo Cantard (diputado nacional) en una dependencia de la Municipalidad. Republicanismo al palo, @serdelfino.— La Corriente K (@lacorrientek) 22 de febrero de 2019
Los Palmeras, la Trova Rosarina, Jatón, el Bichi Fuertes. Viene muy politizada, muy de izquierda la campaña del socialismo, diría la Chiqui, nuestra embajadora cultural, @serdelfino.— La Corriente K (@lacorrientek) 22 de febrero de 2019
"Siempre es más verde el pasto en otro jardín": algunos kirchneristas elogiando los acuerdos de unidad en provincias que no son la propia.— La Corriente K (@lacorrientek) 21 de febrero de 2019
No podemos estar todo el año dándoles manija con "que florezcan mil flores" y cuando se quejan por los cierres de lista, tirarles con una edición de "Conducción Política" de tapas duras por la cabeza. Querámonos un poco más.— La Corriente K (@lacorrientek) 21 de febrero de 2019
Ojo que, hasta donde sabemos, Cristina mandó bajar los candidatos a gobernador y si no había lista única, cerrar con el que abriera más lugares en las listas, de dos que gustan poco. De ahí para abajo no le van a cargar a ella el fardo de cada moco que hagan acá, eh.— La Corriente K (@lacorrientek) 21 de febrero de 2019
Porque sino parece que, misteriosamente, mientras Cristina manda a bajar candidatos (a gobernador, ponéle), por el otro mandaría a subirlos (a intendente, ponéle también). Encuadrados si, boludos no.— La Corriente K (@lacorrientek) 21 de febrero de 2019
Compañeros enojados (y con razón) con Perotti por como votó en el Congreso los últimos tres años, que te dicen que van a votar al socialismo, que nos votó todo en contra durante los 12 años de los gobiernos de Néstor y Cristina. En fin, cada uno tira el voto donde quiere.— La Corriente K (@lacorrientek) 22 de febrero de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario