LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 23 de diciembre de 2021

CAMPEONES MORALES

 

El mismo día que la Argentina (no Macri, no Dujovne: la Argentina, o sea, todos nosotros) pagaba al contado rabioso 1900 millones de dólares al FMI por el préstamo acordado al gobierno de "Cambiemos", el Fondo reconocía en un documento lo que todos sabemos: que el préstamo fue un fracaso, que financió la fuga de capitales, que no sirvió para disminuir la inflación ni hacer sustentable la economía, y que tampoco sirvió para mejorar la situación de los argentinos.

Que haya sido un fracaso es relativo, si se considera que la monumental deuda penderá como espada de Damocles sobre todos nosotros por un largo tiempo, y le permitirá al FMI meter su nariz en el diseño de nuestra política económica, para asegurarse la tutela de los intereses permanentes que defiende: allí el éxito fue completo y absoluto. 

Por otro lado, también tuvo pleno éxito en financiar -a cargo nuestro- la salida de los capitales especulativos que ingresaron al país en el gobierno macrista para asegurarse ganancias siderales de corto plazo, para poner pies en polvorosa apenas quedó claro que esas ganancias eran insostenibles en el tiempo, y corrían riesgo las inversiones.

Pero el gobierno del FDT lleva y dos largos años de negociaciones con el Fondo cuyos detalles no se conocen públicamente, pero se pueden colegir. De hecho, la pista más relevante al efecto la da la "política fiscal prudente" de Guzmán que fue objetada por la propia Cristina, y que terminará este año con un déficit primario del 2,1 % del PBI, cuando lo presupuestado era el doble. 

Durante esa larga negociación, el país no dejó de cancelar los vencimientos que se fueron produciendo, del mismo modo que se apresuró a cerrar una negociación con los acreedores privados, sin siquiera revisar las condiciones del arreglo de Macri y Prat Gay con los fondos buitres en el 2016. Tampoco se supo que durante todo este tiempo esa negociación con el FMI se tradujera en algún resultado concreto (reprogramación de los vencimientos, eliminación de los sobrecargos, quitas del capital), y mucho menos que alguna de esas contingencias vaya a resultar consecuencia de la "autocrítica" del Fondo que se conoció ayer.

Así las cosas, el episodio ingresa dentro de la ya larga cadena de "triunfos morales" que venimos obteniendo, que no se traducen en resultados concretos. Lo mismo sucede en el frente judicial, en el que -para decirlo de un modo académico- nos pajan la pija por la cara, todos los días.

La maquinaria de impunidad construida por el macrismo durante su paso por el gobierno -incluso antes- funciona con la precisión de un mecanismo de relojería suizo, garantizando la indemnidad de Macri y cualquiera de sus esbirros, por los innumerables latrocinios y estropicios delictivos perpetrados en su gestión. La prédica sensacionalista de los medios "del palo" sobre "inminentes detenciones" de ex funcionarios, o "complicadas situaciones" del ex presidente y sus funcionarios ya no convence a nadie, ni al más fanático de los lectores u oyentes; y cumple más bien una función de distracción, a falta de "realidades efectivas".

Queda para el oficialismo el "triunfo moral" -otro más, y van- de descargar su furia en las redes sociales, y no mucho más: el presidente que planteó la "autodepuración" de la justicia y ya ni habla de una reforma judicial que duerme en el Congreso (y que de aprobarse no resolvería nada), o de las últimas trapisondas de la maquinaria judicial. Un silencio tan sugestivo como el de Sergio Massa, por ejemplo.

En el colmo de la desorientación, el mismo presidente que planteó la "autodepuración" de una justicia que le responde desafiando y horadando a diario su autoridad con sus fallos, se manifiesta sorprendido de que el crecimiento económico (que existe) no haya "permeado hacia abajo" en forma de beneficios concretos en la situación de los sectores populares, en una ¿reversión? en clave nac & pop de la teoría del derrame neoliberal. 

Así las cosas, si el poder es la capacidad de actuar sobre la realidad, transformándola, tal parece que la oposición conserva más poder que el que el gobierno estuvo nunca dispuesto a ejercer, en uso del mandato popular recibido en 2019; y que su núcleo duro (el presidente y sus funcionarios de confianza) está más pendientes de la evolución de la interna oficialista de cara al 2023, que de las reales condiciones de gobernabilidad en la que se transitará el tiempo que resta hasta entonces. 

De hecho, "indultado" en la deuda que contrajo, con los capitales puestos a buen resguardo en el exterior y blindado judicialmente, el macrismo (y sus apoyos empresariales) disfruta de los mismos beneficios que cuando gobernaba, sin los costos de tener que hacerlo. Y la sensación -al menos desde acá esa es la impresión- es que en la base (electoral y social) del "Frente de Todos" hay cierto cansancio de los "triunfos morales", y se reclaman acciones más concretas y efectivas. 

El asunto es ver si hay tiempo y, sobre todo, ganas de llevarlas adelante. Tuits relacionados: 

1 comentario:

profemarcos dijo...

"Para eso era"
Osmar Amarilla