LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

domingo, 25 de septiembre de 2011

COMPETENCIA DE CARADURAS


La verdad que uno no sabe con cual de los dos quedarse, si con el arzobispo o el imitador de Freddie Mercury.

Primero fue el cardenal Bergoglio, con sus declaraciones sobre la esclavitud y la corrupción en la ciudad de Buenos Aires, que al decir de su pastor, sería una especie de Sodoma llena de prostitución, esclavitud, trata de personas y corrupción. 

En una primera lectura, hasta se podría llegar a coincidir con sus palabras, si no vinieran de quien vienen: alguien que todavía tiene cuentas que rendir en la justicia por su actuación en la dictadura, y parte de una institución que le debe a los argentinos un mínimo gesto de contricción, no digamos ya de autocrítica, por su rol en esos años.

Le preocupan al cardenal las nenas que dejan de jugar a las muñecas para ser arrastradas a los prostíbulos: nada dice de los nenes que dejan de jugar a la pelota para ser arrastrados a los seminarios, o peor aun: los que son violados o abusados por gente de sotana, a la que otra gente de sotana -como él- protegen con todos los medios a su alcance, que no son pocos.

Y si de abolir efectivamente rémoras del pasado -como la esclavitud- se trata, cabría preguntarse por que no empezar con cortar los privilegios de que goza la iglesia a la que pertenece Bergoglio, a la que todos solventamos con nuestros impuestos, creamos o no en la fe que él sostiene.

Bergoglio yergue su dedo acusador desde una altura de superioridad moral que los obispos reinvindican para sí, pero hay que reconocerle astucia: lo posa en llagas lacerantes de nuestra sociedad, y apunta algo cierto: no sólo en las provincias pobres del interior del país se ven las situaciones que él denuncia.

Y un dato revelador: entre las entidades que convocaban a la ceremonia donde lanzó su filípica, estaba La Alameda, la promotora de las acusaciones contra Eugenio Zaffaroni por la práctica de la prostitución en departamentos de su propiedad: difícil no pensar en que fue el propio cardenal primado el instigador del ataque contra alguien a quien debe considerar poco menos que la encarnación del maligno.

Acordamos con Bergoglio en condenar la explotación de las personas en cualquier forma que se presente; sería bueno que volviera la mirada hacia el interior de su propia feligresía: devotos y cristianísimos empresarios -que, limosna generosa mediante, creen tener el cielo comprado- habituados a someter a trata y explotación a mucha gente, y a cimentar con eso su riqueza y su poder.

Pero cuando de caraduras se trata, siempre hay quien aspira a ser el mejor, y convengamos que Mauricio Macri hace méritos para lograrlo.

Cuando se leen estas declaraciones donde -como es ya costumbre tratándose del Jefe de Gobierno porteño- se despega de todo, uno no puede menos que pensar que Macri pisa sobre terreno seguro: sabe que goza de la más completa impunidad mediática para decir cualquier cosa.

Porque efectivamente eso (cualquier cosa) es decir que su gobierno no ha sido criticado por hechos de corrupción, o afirmar que su gestión tiene un compromiso con la ética

El marido de Juliana Awada llega incluso al extremo de decir -sin que se le mueva un músculo- que Bergoglio en ningún momento hizo una imputación a su gestión cuando advirtió sobre las mujeres sometidas a la prostitución y la explotación de inmigrantes en talleres clandestinos.  

Probablemente tenga razón, y Bergoglio no hablaba de la gestión de su gobierno; sino apenas de los negocios de su esposa.

De todos modos, no deja de ser curioso que Macri haya sido el primero en ponerse el sayo (aunque sea para intentar sacárselo) ante los dichos de Bergoglio; del mismo modo que no deja de ser curioso (fiel al estilo de la iglesia en estas cuestiones) haya omitido dar nombres, para perfilar responsabilidades de los hechos que denuncia. 

O que los haya denunciado ahora, cuando ya pasaron las elecciones porteñas, ¿un guiño eclesial a la campaña del PRO, o la trata de personas empezó esta semana?

O quizás simplemente fue el temor de que los bolsones de la limosna de las misas en Recoleta y la Catedral volvieran vacíos, lo que contuvo la lengua filosa del cardenal para ponerle nombre a los explotadores.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Si Bergoglio es la iglesia, Jaime es el kirchnerismo? Nestornautas, los hacía distintos

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

No, además de Bergoglio están Von Wernich, el padre Grassi, Storni, monseñor Laguna, Baseotto, Benedicto XVI, monseñor Aguer y Arancedo. Y no nos hagás nada, dejános así nomás.

Anónimo dijo...

Si bien soy joven, he conocido el peronismo a través del kirchenerismo y creo que deben ser lo mismo. A la iglesia la conozco de afuera, porque no soy creyente. Sin embargo me llama la atención la nota, porque apunta a los católicos al margen de Bergoglio y otros y yo tenía entendido que los peronistas, en su mayoría, son católicos. Parece que los kirchenirstas no (José).

Anónimo dijo...

La nota desbarrancó y el comentario del blog tumbó.

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

A ver anónimo de las 8.33 relea atentamente la nota, ¿dónde habla de "los católicos"?, en todo caso hablará de "algunos católicos", y no mezcle política con religión, sino parece el razonamiento sofista de los cretenses y los mentirosos.

Anónimo dijo...

Leí que agarran los chicos para hacerlos curas en vez de jugar a la pelota (?)

maria celeste dijo...

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe no adhiere a esta nota.

Anónimo dijo...

Ojala agarraran pibes para jugar a la pelota. Storni los buscaba para otra cosa.Después se mudó a Córdoba para perseguir burros.