LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 25 de septiembre de 2012

EL DISCÍPULO QUIERE SUPERAR AL MAESTRO


Uno de los pontífices máximos de la historiografía oficial actual, el profesor Romero, analiza en ésta columna de opinión de La Nación de hoy los cacerolazos del jueves 13 y el título de la nota es aleccionador: la "calle" ha formulado una "advertencia" al gobierno; y abundan además en el texto las evocaciones a la Revolución Francesa (¿una sutil comparación de Cristina con María Antonieta?) 

Abandonando por un momento el rol del historiador que pone la mira en el pasado (aunque la sombra de ese pasado sobrevuela todo el análisis), Romero se zambulle en el presente como un observador que será todo menos neutral: por el contrario es claro que toma posición en la trinchera -de hecho lo viene haciendo cada vez que opina desde esas mismas páginas de la tribuna de doctrina-, lo cual no está mal porque le asiste el derecho; pero no se nos escapa que lo hace desde el pedestal de la autoridad académica, desde el cual busca revalidar lo que no es sino una postura política.

Postura teñida de la más absoluta deshonestidad intelectual, porque al analizar los cacerolazos, el profesor Romero omite toda mención a las consignas abiertamente destituyentes que marcaron el tono de la protesta, como al contexto en que ésta se generó en las redes sociales, o hasta el hecho constatado de la presencia de neo nazis con sus banderas y esvásticas en la convocatoria.

Vean sino lo que subraya al respecto:    


¿Como es, profesor, que no hubo consignas unificadas?

¿O acaso estuvo usted mirando los acontecimientos por la transmisión de TN -la única que hubo, según Lanata- donde se omitió todo testimonio directo de los manifestantes para que no quedaran expuestos en toda su crudeza el racismo, la misoginia, las miserias del odio  y las intenciones golpistas de muchos de ellos?

Manifestaciones de las que por cierto y hasta ahora -doce días después de la protesta- nadie salió a tomar distancia, ni los que participaron de los cacerolazos, ni la dirigencia política opositora que Romero aspira a que tome nota de las protestas, y las exprese. 

¿Qué significa profesor la "advertencia" de la calle, y una futura "tarjeta roja"?

¿Hay que entender que cuando los cacerolos coreaban "andá con Néstor, la p...que te parió" lo que le estaban queriendo decir a Cristina es "posiblemente" una "alusión" a "una negativa a la reelección"?

¿No le deseaban entonces, lisa y llanamente, que se muera, o que se vaya de inmediato, sin respetar ni el pronunciamiento de la voluntad popular, o el mandato establecido por la Constitución? 

¿No es un exabrupto -mayor aun en boca de quien es historiador- comparar con las Madres de Plaza de Mayo y su rol en la dictadura a caceroleros desaforados entre los que estaba Cecilia Pando?

¿No hubo ni hay (antes, durante y después de los cacerolazos) "descomunales descalirficaciones" contra la presidenta, su persona, su gobierno y sus votantes, o sólo cuentan las que supuestamente existieron después y afectaron ciertas pieles sensibles de clase media? 

¿Esta es la seriedad científica con la que el destacado historiador analiza un hecho que tiene frente a sus narices, y que para conocer no necesita zambullirse en archivos y bibliotecas?

Como las consignas unificadoras reales y concretas que tuvo la protesta (además de las motivaciones no explícitas pero reales que la dispararon, de lo que se daba cuenta acá) no convienen a la imagen del ciudadano pacífico, republicano y respetuoso de las instituciones que idealiza el profesor Romero (seguramente puede haber habido algunos así en los cacerolazos, pero ciertamente no dieron el tono a la protesta), directamente los omite: es como si no hubieran ido, y no hubieran cantado lo que cantaron, y pedido lo que pidieron.  

Si hasta alguien insospechada de simpatía con el kirchnerismo como Beatriz Sarlo, y en las mismas páginas de la tribuna de doctrina señalaba acá que: "las críticas kirchneristas a la movilización del jueves se apoyan en datos y citan consignas indiscutiblemente escritas en las páginas de Facebook que propagandizaban la convocatoria. Allí se ha usado el lenguaje del odio contra los planes sociales y la asignación universal ("planes descansar" y "asignación para coger", entre otras frases), que no salió de la cabeza de Cristina, sino de una iniciativa presentada, hace años, por Elisa Carrió. Este despiste ideológico, la antipatía contra la política y el encierro dentro de los propios deseos indican el terreno fracturado en el que se mueve la protesta."

El profesor Romero disfruta desde hace años (más concretamente después del golpe del 55', heredado de familia) del privilegio de ser uno de los historiadores propagandizados por el establishment cultural al amparo del que consideran "nuestro historiador máximo" (Tulio Halperín Donghi), casi como los únicos serios y dignos de ser tenidos en cuenta a la hora de analizar nuestro pasado: una vuelta de tuerca en clave de "historia social" del mandarinato cultural ejercido por el mitrismo durante más de 150 años sobre la lectura del pasado de los argentinos.

Pero si a los historiadores "consagrados" por la superestructura como Romero se los baja del pedestal olímpico en el que los colocan, y se los pone en la perspectiva concreta que ellos mismos asumen (hombre de su tiempo, zambullidos en el barro de la opinión política, y tomando partido), las miserias humanas que todos tenemos quedan más expuestas, y nos dan la talla más o menos exacta del hombre.

Fiel discípulo de quien (como Halperín Donghi) historió la caída del peronismo en el 55' dedicándole apenas cuatro renglones y de soslayo para relatar el bombardeo a civiles indefensos en la Plaza de Mayo por la aviación golpista; uno de los hechos más abiertamente criminales de la historia argentina.

Con su visión parcializada de los hechos involucrados en los cacerolazos pasados (la interpretación es otra cosa, y debe respetarse, a condición de que no se tergiversen los hechos) el profesor Romero parece decidido a superar a su maestro; aunque debamos agradecer que en un contexto de hechos mucho menos dramático que el que entonces relató Halperín Donghi. 

2 comentarios:

Adriana dijo...

Claro, si no hubo violencia física no fue porque este gobierno se ha caracterizado por no reprimir la protesta social sino porque la reacción no fue rápida, dada la increíble espontaneidad de la manifestación y la falta de avisos sobre la misma.

Adriana dijo...

Y lo del 27/10 y el 17/10, bué. Qué decir.