El domingo pasado planteábamos acá (donde ya planteábamos que se venía un aumento de la AUH, aunque no imaginábamos que del 35 y chirolas) la existencia de dos agendas políticas fuertemente contrapuestas: por un lado la que instalan los medios en torno a las denuncias de corrupción y el obsceno show de Lanata, más la farandulización de toda discusión política en torno a temas serios y complejos, como las reformas a la justicia; y por el otro, la que tiene que ver con cuestiones más concretas, cotidianas, cercanas a la preocupación del hombre común: empleo, salarios, consumo, inflación.
Los anuncios de Cristina ayer por la tarde (ver video de apertura), hechos en medio del bizarro despliegue mediático de bóvedas que arman y desarman como si estuvieran hechas con Rast, los espasmos de Lanata contra su propio equipo cuando le recuerdan algunos límites y el show de denuncias de Carrió (que tiene una mesa de entradas de tribunales en su casa), no pudieron marcar un contraste más extremo: casi como dos realidades paralelas.
Y encima, los anuncios de mejoras en las asignaciones familiares (en el caso de la AUH, un aumento del 35,3 %, muy por encima de cualquier estimación de inflación oficial o privada), vinieron acompañados con la convocatoria a la militancia para organizar y controlar el movimiento de los precios; lo cual (como muy bien señala acá Oscar Cuervo) eriza la piel de la derecha.
Una excelente decisión (la de aumentar las asignaciones), y otro tanto se puede decir de convocar a las organizaciones políticas y sociales para asegurarse de que los empresarios y formadores de precios, no se apropien de las mejoras anunciadas ayer por el gobierno.
Sin reemplazar al Estado, sino marchando junto con él, y para los que empezarán seguramente a hablar de patrullas SS, milicias populares o estalinismo, convendría recordarles algo: en el núcleo del discurso que sustenta el show de Lanata, está el considerar a los de la Cámpora (en la que simplifican la crítica a la militancia juvenil) un conjunto de advenedizos devenidos en millonarios, que viven en Puerto Madero y se rascan el higo todo el día.
Pero resulta que, cuando se convoca a la militancia a hacer algo concreto, útil o productivo (como fue la asistencia a los inundados en La Plata, o ahora a controlar la evolución de los precios), el problema son las pecheras, o el estalinismo. La conclusión es clara: el problema no son ni los departamentos en Puerto Madero, ni las pecheras, ni los controles: el problema lo tienen con que los pibes participen en política, militen, se comprometan y se organicen; con sentido solidario.
Sin ir más lejos, considerando que le achacan al gobierno la inflación (como si la causara, como puntualizó ayer Cristina), bien podrían haberse organizado hace tiempo para hacer lo mismo (controlar los precios) los cacerolos (así como ahora irían a fiscalizar las elecciones), para darle a su protesta un sentido más solidario y productivo.
Pero volvamos a lo más importante, que fueron los anuncios de ayer: cerradas las principales paritarias (que inyectarán vía aumentos de sueldos más de 15.000 millones de pesos adicionales al consumo), luego del reajuste de las asignaciones (que aporta otros 17.000 palitos adicionales al mercado) vendrá la actualización semestral de las jubilaciones, la suba del salario mínimo y -casi con seguridad- algún anuncio vinculado a Ganancias, como por ejemplo que no incida en el aguinaldo.
Medidas que implican no sólo la ratificación del rumbo trazado a partir de aquél 25 de mayo del 2003 (y del que el kirchnerismo no se apartó nunca en estos 10 años), sino que son muchísimo más eficaces para disipar el humo de las denuncias de Lanata, que cambiar los horarios del Fútbol Para Todos.
Los anuncios de Cristina ayer por la tarde (ver video de apertura), hechos en medio del bizarro despliegue mediático de bóvedas que arman y desarman como si estuvieran hechas con Rast, los espasmos de Lanata contra su propio equipo cuando le recuerdan algunos límites y el show de denuncias de Carrió (que tiene una mesa de entradas de tribunales en su casa), no pudieron marcar un contraste más extremo: casi como dos realidades paralelas.
Y encima, los anuncios de mejoras en las asignaciones familiares (en el caso de la AUH, un aumento del 35,3 %, muy por encima de cualquier estimación de inflación oficial o privada), vinieron acompañados con la convocatoria a la militancia para organizar y controlar el movimiento de los precios; lo cual (como muy bien señala acá Oscar Cuervo) eriza la piel de la derecha.
Una excelente decisión (la de aumentar las asignaciones), y otro tanto se puede decir de convocar a las organizaciones políticas y sociales para asegurarse de que los empresarios y formadores de precios, no se apropien de las mejoras anunciadas ayer por el gobierno.
Sin reemplazar al Estado, sino marchando junto con él, y para los que empezarán seguramente a hablar de patrullas SS, milicias populares o estalinismo, convendría recordarles algo: en el núcleo del discurso que sustenta el show de Lanata, está el considerar a los de la Cámpora (en la que simplifican la crítica a la militancia juvenil) un conjunto de advenedizos devenidos en millonarios, que viven en Puerto Madero y se rascan el higo todo el día.
Pero resulta que, cuando se convoca a la militancia a hacer algo concreto, útil o productivo (como fue la asistencia a los inundados en La Plata, o ahora a controlar la evolución de los precios), el problema son las pecheras, o el estalinismo. La conclusión es clara: el problema no son ni los departamentos en Puerto Madero, ni las pecheras, ni los controles: el problema lo tienen con que los pibes participen en política, militen, se comprometan y se organicen; con sentido solidario.
Sin ir más lejos, considerando que le achacan al gobierno la inflación (como si la causara, como puntualizó ayer Cristina), bien podrían haberse organizado hace tiempo para hacer lo mismo (controlar los precios) los cacerolos (así como ahora irían a fiscalizar las elecciones), para darle a su protesta un sentido más solidario y productivo.
Pero volvamos a lo más importante, que fueron los anuncios de ayer: cerradas las principales paritarias (que inyectarán vía aumentos de sueldos más de 15.000 millones de pesos adicionales al consumo), luego del reajuste de las asignaciones (que aporta otros 17.000 palitos adicionales al mercado) vendrá la actualización semestral de las jubilaciones, la suba del salario mínimo y -casi con seguridad- algún anuncio vinculado a Ganancias, como por ejemplo que no incida en el aguinaldo.
Medidas que implican no sólo la ratificación del rumbo trazado a partir de aquél 25 de mayo del 2003 (y del que el kirchnerismo no se apartó nunca en estos 10 años), sino que son muchísimo más eficaces para disipar el humo de las denuncias de Lanata, que cambiar los horarios del Fútbol Para Todos.
5 comentarios:
Lo del Futbol tambien estaba bueno para tapar lo de Lanata
Con todo mi respeto, creo que los jóvenes como supervisores de precios es arriesgarlos a controversias que se podrían evitar, me parece, con una mayor injerencia de la afip en el control de las empresas. Hace muchos años A. Bocco, recién llegado del exilio, comentaba en una charla que en Canadá, si tenías una empresa, grande, mediana, se estimaba una ganancia y si tus tributos no eran acordes te "orientaban" para ver en que estabas fallando para no llegar a la expectativa. Si acá una empresa no aumenta la producción y aumenta la demanda por los aumentos de ayer, debería pagar mucho mas impuesto por no cumplir su rol de abastecedor del nercado, sin necesidad de que nuestros jóvenes militantes anden, no se, peleandose con el mercadito del barrio o algo así, sino estudiando y colaborando en las escuelas y chequeando los faltantes en esa rama o en los servicios de salud. Y el sábado 25 todos a la plaza!
Una cosa no quita la otra, de hecho en el primer peronismo se hizo. Y además de la parte impositiva, lo que hay que controlar son los costos, y las cadenas de comercialización y sus márgenes, algo de lo que también habló ayer Cristina.
Para el boludo de arriba de todo,el aumento del 35,3 % de la AUH es para tapar las denuncias de Lanata
Lamentablemente, así como en España, en Suecia gobierna la derecha, por lo que como harían entre nosotros, han recortado en los sectores sociales. No es cuestión de nórdicos, o no, si el rumbo no está en el beneficio de todos y no de unos pocos, siempre surgirán conflictos de vida o muerte, que es a lo que llevan esas mentes derechosas y oligarcas.
Igual hay que ver quien pone la mecha para que estalle el incendio.
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