HABRÁSE VISTO

¿Qué es eso de impulsar cambios, encima profundos y para colmo, a favor de los trabajadores; cuando todos sabemos que hay que dejar todo como está, y en todo caso las reformas que el país demanda tienen que ser en contra de los trabajadores?

Perdón, quisimos decir "a favor de los empresarios", que como bien sabemos, son el país.

Este tipo de cosas solo se le pueden ocurrir al kirchnerismo: mirá que venir a plantear la discusión de algo que está en la Constitución desde 1957, como la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas; o querer aumentar las indemnizaciones por despido, justo ahora cuando la crisis les brinda a los empresarios la oportunidad perfecta para sacarse gente de encima: ¿en qué cabeza cabe?, por favor. 

Encima recordando que ahora la indemnización por despido más alta es la de los trabajadores rurales, tras el nuevo "Estatuto del peón de campo": el kirchnerismo siempre apuntando a la crispación y la división entre los argentinos, echando sal en las heridas.

Por suerte tenemos al periodismo independiente -como La Nación- que da la alerta, y se suma acá El Cronista, incorporando entre las reformas que ponen en pie de alerta a los empresarios la creación de los comités mixtos de higiene y seguridad en el trabajo en cada empresa.

Una iniciativa sovietizante que -por ejemplo- puso en práctica (parcialmente) el extremista Binner acá en Santa Fe en el 2008; y que de prosperar, les impediría a los empresarios seguir quejándose contra la industria del juicio, y de ese modo sostener el régimen de ART.

A ver si todavía los quieren obligar a invertir en prevención y seguridad para evitar accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, a quien se le ocurre.

Falta que vayan a fondo contra el empleo en negro, y les hagan perder entre uno y tres puntos promedio de rentabilidad que ganan por esa vía; tal como lo cuentan acá en Página 12: siempre el dirigismo estatista agobiante atentando contra las fuerzas productivas; y sus conquistas más tradicionales. 

Para colmo (tal como advertíamos ayer acá en Twitter) parte de la oposición se sumaría a la movida totalitaria de codificar y reformar las leyes laborales; pero por suerte eso tiene arreglo fácil: bastará con un comunicado de la AEA o la UIA advirtiendo que la iniciativa acarrearía peores males que el ébola, para que tomen distancia del proyecto; como hicieron con la reforma al Código Penal.

Y a lo mejor ni siquiera eso, y baste con la tapa de La Nación de hoy, para que arruguen.

Hablando en serio (un poco), después hay que creerles a estos tipos que están a favor de los laburantes cuando -por ejemplo- reclaman por Ganancias, o en contra del menemismo.

Cuyas ideas centrales -por lo visto- están vivitas y coleando en buena parte de los medios hegemónicos, ni que decir en el empresariado promedio; que sigue creyendo no ya y no sólo en la mano invisible del mercado, sino en la mano visible del Estado que cuando se mete a regular, debe ser en favor de ellos.

Tanto como  siguen creyendo en la teoría del derrame, y en que el crecimiento del país se puede construir sobre la base de la sobre-explotación y el negreo de la fuerza laboral.