De esta nota de Página 12 de ayer sobre el desempeño este año de la industria del juguete, sacamos los siguientes datos que nos parecieron relevantes:
* En 2003 la producción del sector era inferior a los 28 millones de dólares; y desde entonces viene subiendo todos los años de manera ininterrumpida, acumulando una mejora del 339 por ciento entre 2003 y 2013.
* En 2003 los puestos de trabajo directos en el sector eran apenas 800, en 2005 ya habían trepado a 1035, en 2009 llegaron a 2200, en 2012 a 3419 y este año a 4498.
* La mayor parte del personal que se incorporó a las fábricas de juguetes en el país fueron profesionales calificados: ingenieros, diseñadores industriales, matriceros y psicopedagogos.
* Las firmas que operan en el sector ascendieron este año a más de 200 fábricas, de las cuales 50 por ciento son micro, 32 por ciento pequeñas y el 18 por ciento medianas. Con la apertura comercial indiscriminada de los 90, se cerraron cerca de 130 establecimientos.
* Hacia finales de la convertibilidad los fabricantes nacionales explicaban menos del 5 por ciento del negocio, al tiempo que este año alcanzaron una participación del 50 por ciento; y el 99,9 por ciento de los componentes que se utilizan para fabricar los juguetes nacionales también se hacen en la Argentina.
* El sector ya superó las ventas de todo 2013, antes de las fiestas de fin de año.
Cifras que hablan en concreto de lo que significa el modelo: defensa de la industria nacional, generación de puestos de trabajo, apuesta al consumo popular para sostener el mercado interno como motor dinamizador de la economía.
Reconstrucción del tejido productivo dañado en la noche del neoliberalismo, para recomponer a su vez el tejido social.
Por supuesto que no es tan sencillo replicar la experiencia de la industria del juguetes en una estructura productiva desequilibrada, con alto componentes de concentración y extranjerización.
Pero valga el ejemplo de lo que ocurre cuando ese círculo virtuoso del que tanto se habla, efectivamente se da.
Reconstrucción del tejido productivo dañado en la noche del neoliberalismo, para recomponer a su vez el tejido social.
Por supuesto que no es tan sencillo replicar la experiencia de la industria del juguetes en una estructura productiva desequilibrada, con alto componentes de concentración y extranjerización.
Pero valga el ejemplo de lo que ocurre cuando ese círculo virtuoso del que tanto se habla, efectivamente se da.
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