LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

martes, 12 de diciembre de 2017

MAJUL, UN ENANO RENCOROSO


(*)
El problema de fondo de Cristina Fernández y sus seguidores no es judicial. Es político. (Claro, una cosa se deriva de la otra: los persiguen políticamente, con causas judiciales. Bien por la sinceridad, Luis) Y por qué no, también psicoanalítico. (Sonamos, ya arrancamos con la copia a Nelson Castro) Se empezó a gestar el día en que tanto Néstor Kirchner como su viuda se creyeron eternos y comenzaron a comportarse como semidioses. (¿Y cuando fue precisamente ese día Luis, y cómo lo advertiste?) Sin importar el contexto, la realidad ni lo inexorable del paso del tiempo. El ex presidente lo dio por sentado hasta el mismo instante en que murió. (Esto comprobado de primer mano por vos mismo, en las habituales charlas que nunca tenían) Y Cristina, en vez de aprender de semejante experiencia, empezó a creerse inmortal cuando obtuvo más del 54 por ciento de los votos, y se dispuso a "ir por todo". (Claro, no mostró la moderación de Macri luego de ganar las elecciones de medio término, ponéle)
Esto fue lo que pasó. Se creyeron por encima del bien y del mal. Se autoconvencieron de ser los portadores únicos de cierta superioridad moral, sin ningún tipo de antecedente que pudiera justificarlo. (Todo esto andá a chequearlo a consultora “La concha del mono”) Y generaron a su alrededor servidores y empleados incapaces de contradecirlos, muy obsecuentes, (Exacto, les hacían falta tipos como o vos o Sirvén, ponéle, para que les estén recordando todo el tiempo que son falibles y mortales, como hacen ustedes con Macri) pero, al mismo tiempo, prepotentes, despreciativos y autoritarios. Quizá el caso más rutilante sea el de Carlos El Chino Zannini.
Lo sufrí en carne propia hace muchos años, (Ah, acá arranca el micro de la autoreferencialidad del periodista perseguido) cuando tanto el "círculo rojo" de entonces como la mayoría de la sociedad suponía que la dinastía Kirchner iba a terminar gobernando por decenas de años. (Bueno, si fue “hace muchos años”, por lo menos una decena pasó, así que muy lejos no anduvieron) Fue en el café de un hotel de Viena, Austria, donde se alojaba el entonces presidente y toda su comitiva. (¿Ves? Significa que luego de eso gobernaron por lo menos ocho años más, los dos mandatos de Cristina) El marco era la cumbre de países de la Unión Europea, América Latina y el Caribe. Pugnaba por concretar la nota que Kirchner me había prometido para el documental Yo Presidente (¿Cuánto duraba, cuatro minutos como el que le hiciste a Lombardi por un palo, o más? Igual, el título daba olfa digamos) y Alberto Fernández, su jefe de gabinete de entonces, con cierta culpa, ya que el fondo sabía que Néstor no iba a cumplir, (Y con culpa porque en realidad el que te había prometido la nota era él, no Néstor, digamos todo Luis) me invitó a sentarme a la mesa. Estaban, además de él y Zannini, José Pampuro, en aquel momento senador nacional y Alberto Ballestrini, entonces presidente de la Cámara de Diputados. (Una curiosidad Luis: ¿te pagaste los pasajes o viajaste a costilla nuestra?) Estoy seguro que no fue mi insistencia de periodista, sino los malos modos y los dichos de Zannini los que generaron un momento tan desagradable. (Una opinión insospechada de parcialidad, dado que te exculpás a vos mismo) Porque el entonces secretario Legal y Técnico de la Presidencia, ante mis reclamos por la promesa de Kirchner de recibir en Viena al equipo de filmación, (Total, estaban tan al pedo que no tenían otra cosa mejor que hacer, ¿qué les costaba?) se le ocurrió poner sobre la mesa su teoría sobre el periodismo en general, y la hizo extensiva a la mayoría de los trabajadores de prensa. (¡A veeeerrr!)
Zannini afirmó sin ponerse colorado que 85% de los periodistas argentinos eran casi analfabetos o corruptos. (Estuvo exagerado, en nuestra opinión no pasan del 84 %) Y que muchos de ellos se los podía considerar ambas cosas al mismo tiempo. No lo dijo con ironía ni de manera elegante. Lo hizo con toda la intención de provocar. (A lo Andahazi, digamos) Además, se vanaglorió de no necesitar a la prensa para comunicar lo que el gobierno pretendía que los argentinos se enteraran. "Ni siquiera me siento obligado a incluir mis decisiones en el Boletín Oficial", (Sobre todo porque como Secretario Legal y Técnico no firmaba nada que tuviera que ir al Boletín Oficial, pero son detalles, Luis) exageró, con la intención de bajarle todavía más el precio al oficio periodístico. (Ah, se confirma entonces que lo que generó la discusión fue cuanto pensabas cobrar vos por el documental del presidente) Fue tan agresiva y descomedida su intervención, que Fernández tuvo que salir a aclarar que a él no le constaba que fuera ni una cosa ni la otra. (Esta es la única parte que se puede creer: que Carozo se haya desmarcado, en defensa del periodismo mordedor de pauta oficial) Es cierto: tampoco me quedé callado. Creí necesario recordarle que también Carlos Menem, en su momento, parecía inmortal e indestructible. (Buenísimo esto de inventar una historia totalmente incomprobable en la que le parás el carro a un funcionario influyente, Luis) Y le anticipé que, en el caso de que llamara a los accionistas del medio para el que trabajaba y pidiera mi cabeza, no iba a dudar en pararme frente a la Casa Rosada, con un megáfono, con el objeto de denunciarlo a él y a quien fuera necesario. (No flasheés, Luis, no lo hiciste y jamás te viste en la necesidad de hacerlo porque nadie pediría por tu cabeza de rata, y porque además se te hubiera cagado de risa medio país)
No me voy a olvidar más de ese día, porque, en efecto, tiempo después, intentaron hacerlo. (“Intentaron” ¿Y, fuiste o no fuiste con el megáfono a la Rosada, Luis, hay video subido a Youtube?) Conmigo y con decenas de periodistas como Marcelo Longobardi y Nelson Castro, para nombrar solo a un par. (Sí, a Nelson le negaron un café en un bar y a Longobarbie le robaron el reloj, tremendo) Y tampoco lo olvidaré porque jamás dejé de preguntarme de dónde había sacado Zannini esa idea de que formaba parte de un proyecto de gente por encima de la media, y con derecho a decir y hacer casi cualquier cosa. (Acá la pregunta sería de donde sacaste vos la idea Luis, porque que él lo dijo lo decís vos, y no hay otra fuente más que tu palabra) Para empezar, nunca fue demasiado culto ni notablemente refinado. (¡Pará, Bioy Casares!) Para seguir, no se lo podría tampoco considerar como un dirigente político de envergadura. (Tenés un complejo con la envergadura vos, como todo petiso) Pero él, igual que otros que vinieron de la Patagonia, como Julio De Vido, se creyeron especiales, de verdad. (Ajá, ponéle ¿y en qué?) Y lo creyeron hasta el final, cuando la realidad les pegó el primer gran sopapo político.
De hecho, Cristina estaba tan convencida de que ganarían que, para controlar a Daniel Scioli, incluyó como candidato a Presidente al propio Zannini, hasta entonces su ladero más obediente hacia adentro y más dañino hacia afuera. (Pero dirigente de poca envergadura, digamos todo, o sea que poco daño podía hacer) ¿Hubieran robado tanto y de manera tan burda de haber sabido que perderían y que los mismos jueces a los que habían presionado y maltratado se darían vuelta para empezar a investigarlos, juzgarlos y condenarlos? (¿Y si fue tanto y de manera tan burda por qué el tipo està preso por “traición a la patria”, Luis, por qué no lo encanaron por afanar?) ¿No habrían previsto, si no se hubiesen creído tan distintos, que el desprecio y el maltrato generaría un sentimiento de reparación, que podría volverse en su contra? (Ah,, vos decís entonces que todo lo que les está pasando es como un acto de justicia divina o poética. Raro, porque en 200 columnas anteriores decías que les iba a pasar porque las evidencias en su contra eran rotundas e incontrovertibles) ¿No se dieron cuenta, en ningún momento, que Claudio Bonadío, un magistrado que no responde al sistema, al que más bien se lo considera un error del sistema, (Claro, nada que ver con las necesidades políticas del gobierno, por favor, como se te ocurre. Es un pistolero suelto, aunque pensándolo bien quizás la metáfora elegida no fue la más adecuada, parecemos Morales Solá) podría interpretar el código penal a su antojo, y hacer lo que supone que tiene que hacer, sin importar a quien puede perjudicar? (¿Vos decís entonces Luis que los procesó a todos por puro capricho y sin ningún fundamento legal? Porque es justamente lo que están diciendo los abogados defensores)
El Presidente Mauricio Macri suele contar que una ascensorista de la Casa Rosada le confesó que, durante el segundo mandato de Cristina Fernández, le habían dado la orden de no mirar a los ojos a la jefa de Estado. (Un relato perfectamente corroborable por cualquiera) Según el relato de la ascensorista, el que emitió la orden verbal fue Carlos Zannini, el mismo hombre que hace pocas horas bajó de un avión esposado, con chaleco antibalas y casco rumbo al establecimiento penitenciario de Ezeiza, acusado de traición a la Patria. (Seguimos basándonos en hechos ciertos, perfectamente comprobables por más de una fuente) No lo escribo con alegría ni con ánimo de revancha. (Para nada Luis, como se te ocurren esas cosas) Es más: no estoy tan seguro que el delito que les imputa es el que corresponde para juzgar la imposición del memorándum de entendimiento con Irán. (La pregunta Luis, es si un tratado con otro país puede ser delito, bajo algún aspecto. Y la otra es que carajo sabés vos de derecho penal como para que tu opinión al respecto interese) Solo lamento que la Argentina haya soportado y propiciado, durante tantos años, a personas tan engreídas y desubicadas. (Las votaron, Luis, ¿proponés reemplazar las elecciones por un concurso de Miss Simpatía, con un jurado de periodistas?)

(*) Las negritas son nuestras, el original acá.

4 comentarios:

Neomontonero dijo...

Majul es analfabeto y corrupto. Por eso está tan enculado con Zannini: porque lo caló bien.

Luiggi dijo...

Digan la verdad muchachos, cuántas veces por port vomitan mientras hacen éstas intervenciones a la bosta que pergeña éste energúmeno?

Qué estómago che!

Anónimo dijo...

Este enano fascista es un cago de risa. Todo lo que dice es tan ridículo, tan surrealista. Pero que la tiene bien adentro con el kirchnerismo se le nota y todavía no se la pudo sacar. Ni podrá nunca. Resentido y fracasado. Ojo Majul, hay cosas de las que no se vuelve...

Anónimo dijo...

La anécdota de la ascensorista es genial. Como la anécdota de Cristina pegándole a la "sirvienta", porque ellos son así no dicen trabajadora, dicen sirvienta.