La cuarentena les sirvió de excusa para despedir, rebajar sueldos y hacerse pagar los sueldos por el Estado. Si piden que la levanten es solo porque quieren muertes para cargárserlas al gobierno, y llevárselo puesto.— La Corriente K (@lacorrientek) May 23, 2020
Para encontrar ejemplos de la pulsión por la muerte de la derecha, acá y en todos lados, bastaría con remitirse a los cercanos y actuales de Trump y Bolsonaro, que presencian como sus países se deslizan por la pendiente de una tragedia sanitaria no ya sin hacer nada al respecto, sino dejando deliberadamente que eso suceda.
Ni hablar si nos remitimos al respecto a nuestra propia historia, remota y reciente: para la derecha las personas son elementos descartables, apenas un número en las estadísticas o un factor del proceso productivo, y no precisamente el más cuidado y valorado. No es un juicio de valor, es una simple constatación de algo que está en su misma esencia, en tanto expresión política más cabal del capitalismo más descarnado.
En el caso particular del macrismo (la encarnación más contemporánea de la derecha en clave electoral en nuestro país) las muertes humanas son apenas un peldaño o escalón de su ascenso al poder, desde Cromagnon para acá: como ha sido siempre, la derecha usa políticamente la muerte, sea dispensándola en forma directa (como cuando gobernaba apoyada en tanques y bayonetas), o aprovechándola políticamente, como con la tragedia de Once.
Y eso es, ni más ni menos, lo que está haciendo ahora, a propósito de la pandemia por el coronavirus, y las presiones para que el gobierno ceda y abandone definitivamente la cuarentena. La prueba está en que allí donde gobierna (como en la CABA) ha dejado deliberadamente crecer los contagios sin hacer nada, en los lugares en los que los sectores sociales que viven no le interesan, o le parecen descartables, como en las villas.
Por otro lado, y siguiendo otra de sus inveteradas costumbres, no ha dejado de sacarle provecho a la crisis sanitaria y a la misma cuarentena, por todos los resquisicos y recovecos posibles, sin ningún pudor: desde despedir trabajadores pese a las prohibiciones legales, hasta rebajarles los salarios, pagárselos en cuotas o hacer que se los pague el Estado; o aprovechar créditos blandos, rebajas de aportes patronales e impuestos u otros beneficios pensados para los que la pasan mal, pero aprovechados por ellos, que la pasan muy bien.
En medio de incertidumbres, miedos, contagios y muertes (que no por pocos o menos comparados con otros países, no duelen) ellos amarrocan fortunas en silos bolsa, aumentan los precios de lo que venden o los servicios que prestan y son críticos en la emergencia (como los celulares o internet) y se hacen más ricos aun, de lo que ya eran antes de la pandemia.
De modo que cuando piden levantar la cuarentena, y ponen a todas sus bocas de fuego mediáticas a taladrar conciencias pivoteando sobre el hastío social para conseguirlo, no lo hacen por motivos estrictamente económicos, sino por algo mucho peor: traficar con la muerte.
Desde que todo esto empezó, desean que la crisis le estalle en las manos al gobierno y al presidente, que se multipliquen los contagios y las muertes, para poder entonces usarlo en su contra, dándose vuelta en el aire como si no tuvieran nada que ver con el asunto, o no hubieran combatido con fiereza la política sanitaria elegida para enfrentar al virus.
Saben bien -porque lo han usado siempre, y con excelentes resultados- que nada sensibiliza más a las personas para usarlo en contra de un gobierno, que una cuantas muertes que puedan atribuírsele a ese gobierno, de un modo directo o indirecto. Y en eso están; como los números le vienen dando la razón al gobierno están tratando de forzarlo a pisar el palito, y si hasta acá no se produjo la tragedia que esperan usufructuar, hacen lo que esté a su alcance por provocarla.
Y a caballo de la tragedia (como han hecho siempre) horadar a un gobierno que no es el suyo ni les agrada (aunque el presidente se esfuerce más de lo aconsejable en tratarlos con guantes de seda), y si pueden, llevárselo puesto.
1 comentario:
Muchos de los que hoy viven en la villa 31 fueron los que construyeron Puerto Madero.
La villa es la fuente de mano de obra esclava, sin leyes laborales,sin ningún derecho y con salarios de miseria.
Hoy se mueren en esa miseria a la que son condenados para que los porteños sigan teniendo mano de obra esclava.
Por eso tienen un Larreta. Su preocupación es la velocidad de los monopatines eléctricos en avenida Las Heras o la fecha en que se hace el Lollapalooza. Muchos cabezas de termo aspiracionales en tan pocos kilómetros cuadrados, y por eso hoy son la usina del coronavirus.
El Colo.
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