La imagen de apertura corresponde a esta nota de La Nación del sábado, donde Francisco Olivera nos cuenta que la cúpula empresaria argentina está muy preocupada, porque la AFIP le impuso nuevos requisitos a las empresas que accedieron a los planes de ayuda del gobierno para pagar sueldos.
Tal como señala la imagen y cuenta la nota, aquellos que accedieron o quieran acceder al programa ATP no podrán distribuir dividendos, hacer giros y transferencias a sociedades o cuentas off shore en paraísos fiscales, ni operar en la bolsa para hacerse de dólares vía titulos o acciones, para fugarlos.
Por otro lado, le habrían planteado al ministro Kulfas que los aportes del Estado para el pago de sueldos fueran "no reintegrables", o sea, los tan denostados subsidios o "planes" que en otros casos les molestan tanto: que el Estado ( o sea, todos nosotros) ponga la tutuca, y que no la tengan que devolver.
No se podrá decir que el nivel de caradurismo sorprenda: se parece a la queja de las patronales del campo porque desde el Banco Central se les cortó el acceso al crédito a tasa subsidiada a los productores que retienen cosecha esperando forzar una devaluación; o a la de los empresarios que se oponen de plano a la propuesta de la diputada Vallejos para hacer lo mismo que están haciendo en Francia, Alemania y otros países, capitalizando los aportes estatales con tenencias accionarias en las empresas.
Un muestrario de nuestra élite empresarial rentista, parasitaria, evasora y fugadora serial, crecida al amparo de las crisis sociales, políticas y económicas y ésta, la de la pandemia, no será la excepción.
Beneficiarios desde siempre de devaluaciones, hiperinflaciones, golpes de mercado, privatizaciones, estatizaciones de deuda, pesificaciones asimétricas, hoy reclaman ser asistidos, sin tener que devolver la ayuda, que no necesitan. Porque de lo contrario no se quejarían de las restricciones que les imponen.
Restricciones que llegan tarde -cuando ya se conocieron casos sonados de ayuda mal dada- pero tarde es mejor que nunca, y bienvenido sea que el gobierno reaccionara y las adoptara. Y es entonces cuando estos tipos, que viven pidiendo seguridad jurídica y reglas claras para invertir, reducción del gasto público o "sintonía fina" en la ayuda social, protestan.
El gobierno vino funcionando hasta ahora en dos velocidades distintas: demorando más de lo debido la ayuda a quienes lo necesitaban (con requisitos a veces absurdos, en otros casos, pensados para otras circunstancias) mientras pasaban por al lado elefantes. Ahora lo corrige enhorabuena, y los empresarios "se arrepienten" de haber pedido ayuda.
Bien entonces, si no la quieren que no la pidan, y si no la necesitan, que la devuelvan, o se ajusten a las pautas que son elementales, de sentido común; que eso también es "seguridad jurídica".
Incluso deberíamos ir más allá y avanzar en las regulaciones permanentes para que éste tipo de cosas no se repitan: disponer por ejemplo, que quienes tienen cuentas en paraísos fiscales u operan con ellos no reciban ningún tipo de ayuda estatal (sean créditos o subsidios), o ni siquiera puedan participar de las compras y contratos del Estado.
Opongámosles a su natural comportamiento predatorio, el imperativo de su propio interés, y que vean donde les aprieta el zapato, por una vez; porque es preferible un "Estado omnipotente" (el "ogro filantrópico" de Vargas Llosa) a uno bobo, como prefieren estos tipos; que da plata sin preguntar, ni esperar que algún día se la devuelvan.
Lectura complementaria imprescindible esta nota de Rovelli en El Cohete a la Luna . Tuit relacionado:
Arrepentidos pero de devolver la guita ni hablemos. Menos de cerrar las cuentas en paraísos fiscales y traer la guita al país. https://t.co/SuZXTinTrK— La Corriente K (@lacorrientek) May 23, 2020
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