LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

viernes, 7 de mayo de 2021

EQUILIBRAR LAS CARGAS

 

Ya la expresión "cargas patronales" en sí misma denota una deriva conceptual, o una derrota cultural: supone admitir el discurso de que las contribuciones a la seguridad social dificultan la creación de empleo, o lo "encarecen". 

Y sin  desconocer que, en términos estrictamente económicos, en el proceso productivo el salario es un costo, la generalización de los sistemas previsionales y de seguridad social con la aparición del denominado "Estado de bienestar" sumó un enfoque distinto a la cuestión: las contribuciones patronales  a la seguridad social tienen su razón de ser en la utilización de la fuerza de trabajo con fines productivos durante la vida laboral de los trabajadores, coadyuvando así a financiar el salario sustitutivo a que tienen derecho cuando se jubilan; y ya no pueden aportar a generar plusvalía.

En ésta idea y en el pacto intergeneracional entre trabajadores se basaron los sistemas solidarios de reparto de la seguridad social: los empleadores de hoy financian (junto con los trabajadores del presente) el pago de los beneficios previsionales de los pasivos del presente, que fueron los trabajadores del pasado, y así sucesivamente.

Éste debate se dio en la Argentina, como en todo el mundo, y la secuencia es conocida: el menemismo  introdujo el sistema de jubilación privada basado únicamente en el aporte de los trabajadores, y rebajó sustancialmente las llamadas cargas patronales; proceso éste último revertido solo en parte durante los gobiernos kirchneristas, que repusieron en parte los niveles previos de contribuciones de los empleadores a la seguridad social.

De ese nefasto experimento -afortunadamente concluido por el kirchnerismo en el primer gobierno de Cristina, recuperando los activos que estaban en manos de las AFJP- resultó más de la mitad del déficit fiscal del Estado nacional en los 90'; déficit que se usó a su vez como la excusa perfecta para las políticas de ajuste, el endeudamiento que financió la fuga de capitales y la privatización de empresas y activos del Estado, consolidando un modelo que aun hoy nos condiciona, en sus grandes líneas.

En ese contexto, no es de extrañar que la idea de rebajar las contribuciones patronales a la seguridad social como herramienta de política (por momentos pensada como prevalente o única) para amortiguar ciclos recesivos sobreviva hasta hoy, y goce de buena salud; tanto como sucedía en los tiempos del Consenso de Washington.

A punto tal que se olvida, por ejemplo, que en ese mismo año 2008 en el que el gobierno de Cristina decidió terminar con la estafa de las AFJP, también aprobó una ley de movilidad jubilatoria que establecía entre los componentes de la fórmula, los recursos específicos de la seguridad social asignados a la ANSES, es decir los aportes personales de los trabajadores, y las contribuciones patronales de sus empleadores. 

De modo que rebajar contribuciones patronales desfinancia a la seguridad social privándola de parte de sus recursos genuinos, y tira hacia abajo los posibles aumentos a los jubilados, por la aplicación de la fórmula que fue modificada por el macrismo, y repuesta en su vigencia durante éste gobierno. Eso sin contar que la ineficacia del instrumento para los fines que habitualmente es planteado está comprobada: precisamente durante el kirchnerismo creció en forma sostenida el empleo, pese a que, como se dijo, se repusieron en parte los niveles de contribuciones patronales reducidas en los 90'.    

Nadie desconoce la necesidad de arbitrar políticas activas para sostener la actividad y el empleo en contextos de crisis como el presente, ni las diferentes escalas de las empresas que actúan en el mercado, y las ventajas comparativas que puede tener una gran mutinacional a diferencia de una Pyme. 

Sin embargo, debe agudizarse el ingenio para compensar esas asimetrías y el impacto de la crisis y la pandemia, con otros instrumentos de política económica: tratamientos diferenciales en materia tarifaria o impositiva, ventajas adicionales para el acceso al crédito aplicando a esos fines las facultades de que goza el Banco Central desde la reforma a su carta orgánica impulsada por Cristina en el 2012, entre otros que pueden explorarse.

La rebaja de aportes patronales se parece así a la tantas veces meneada flexibilización laboral, introduciendo entre los trabajadores y jubilados actuales y los del futuro una diferenciación que se rinde ante las lógicas del capitalismo tal como lo conocemos, en lugar de compensar sus asimetrías con políticas de protección social universales, que establezcan pisos comunes de derechos. Peronismo, que le dicen.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Funciona el sistema previsional? Algún jubilado puede depender de su jubilación para subsistir como pasivo?
La realidad es que virtualmente ningún jubilado puede vivir de su jubilación, que sería el fin último del sistema previsional. Porque supongo que no me descuentan 11% del sueldo por 30 años con la idea de que una vez jubilado siga laburando pero cobrando un "subsidio a la vejez", a la productividad reducida?

Entiendo el fondo del posteo, pero pareciera que el sistema previsional argentino fuera otra cosa que una caja del estado.

Si vamos a hablar sobre el sistema previsional solo podemos hablar sobre cómo y porque no funciona. Toda otra conversación dejemosla para el radicalismo.


Claro que, puestos a desfinanciar al Estado, mejor sería hacerlo por el lado del trabajador, reduciendo o eliminando su aporte a las cargas patronales (sacando el descuento por jubilación) Lo que automáticamente sería un aumento de salario disponible.

El empleo se genera por la espectativa de rentabilidad futura, no en atención al costo de mano de obra.

Por los demas, todo va de acuerdo al modelo Alberti/massista de gestión