LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

miércoles, 19 de mayo de 2021

LAS ALMAS BELLAS

 

Cuando Néstor Kirchner renovó la Corte Suprema, la propuesta de Eugenio Zaffaroni para integrarla fue un gesto de audacia: conocidas eran las posturas del penalista, que van en contra del "punitivismo dominante". El procedimiento de nominación de los nuevos jueces (Zaffaroni incluido) involucraba la participación ciudadana, la publicación de sus antecedentes y una discusión pública al respecto.

Zaffaroni estuvo a la altura de las circunstancias y honró el cargo mientras lo desempeñó, incluyendo votos en disidencia con sus pares, como cuando se trató la reforma judicial impulsada por Cristina y que  la mayoría de los cortesanos tumbaron. Sin embargo, cuando cumplió los 75 años de edad que marca la Constitución como límite a la inamovilidad, presentó su renuncia al cargo, y le fue aceptada.

En contraste, Carlos Fayt permaneció en funciones (protegido por un fallo judicial que declaró inconstitucional la Constitución) hasta su muerte a los 98 años, aun cuando hacía rato ya que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales, y se duda incluso de que sea suya la firma en los últimos fallos que suscribió. Elena Highton de Nolasco permanece aferrada a su sillón, con un fallo judicial a su favor que la exime de obtener un nuevo acuerdo legislativo para permanecer en él.

Es bien conocida la historia de los jueces "okupas" designados por el macrismo a los que no se pudo remover de sus cargos ni siquiera con fallos judiciales a favor del gobierno, y un rechazo del Senado a sus pliegos; o la del procurador Casal, que estando él mismo flojito de papeles, hace causa común con Stornelli y lo protege de todas las acusaciones en su contra, por delitos cometidos.

El último episodio de la saga es la renuncia de Daniel Rafecas a la postulación como Procurador General  para la que lo propuso Alberto, en conta del proyecto de ley que avanza en el Congreso para que ese cargo sea designado con la mayoría de los miembros presentes del Senado, y no con los dos tercios como es ahora. Adujo incluso que no lo consultaron a él para impulsar la reforma como si correspondiera.

Excluimos deliberadamente del racconto a Alejandra Gils Carbó, cuyo pliego fue votado en su momento por 63 de los 72 senadores nacionales, para terminar renunciando a su cargo por las presiones públicas de Macri para que lo hiciera, y con los medios hegemónicos divulgando el celular de su hija entre otras bajezas destinadas a amedrentarla: habría que ver como reaccionaría cada uno de nosotros, en condiciones similares. 

Lo que está claro es que de este lado seguimos jugando con reglas limpias con fulleros, que no en vano han diseñado todo un aparato de persecución judicial de opositores en su momento, y de obstrucción de las decisiones que molestan al poder real, siempre. 

Gente que ahora se rasga las vestiduras con indignación republicana, pero que no vaciló en espiar ilegalmente, carpetear con información así obtenida, dictar prisiones preventivas con cualquier excusa, armar causas, coachear testigos , inventar engendros como la "ley del arrepentido" o meter jueces de la Corte por la ventana y por decreto entre otras lindezas, con tal de conseguir sus objetivos. Mientras acá nos contentamos con triunfos morales, convenciéndonos de que somos los buenos, ellos los malos, y asunto solucionado.

Las instituciones del Estado, y entre ellas y de un modo especial el Poder Judicial, no giran en el vacío, ni nacen de la nada, o son ajenas a las relaciones de poder y los contextos políticos : el truco de quienes las utilizan en su beneficio consiste precisamente en convencernos de lo contrario; tal como -al decir del Papa- la astucia del diablo está en convencernos de que no existe.

Con esas reglas de juego -que nosotros no impusimos- y esos jugadores -que no elegimos- no se puede ser cándidos, ni hay lugar para almas bellas que temen arrugarse el traje en las disputas políticas, por más intencionadas que sean, o por mejores pergaminos y trayectoria técnica que puedan exhibir. 

Se trata de otra cosa, que no significa aceptar prestarse a cualquier enjuague, o traicionar las íntimas convicciones, sino simplemente de ponerle el cuerpo a las ideas, dando las peleas que haya que dar, cuando haya que darlas, por todo el tiempo que sea necesario. Como hacen ellos, sin ir más lejos; salvo que opten por profugarse al Uruguay.

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2 comentarios:

profemarcos dijo...

Pregunta
¿En el momento de la sanción de cual ley decidió Zaffaroni jubilarse?

Anónimo dijo...

Rafecas.Típico emergente del poder judicial porteño.
Un ego que reclama a cada paso un monumento, un mediocre creído que es Kelsen, pretendiendo que se lo consulte para proponer un proyecto de ley.
Mejor que se bajó. A los diez minutos de asumido,te empezaba a jugar en contra en todo, con razones o sin razones, para dar testimonio de su "independencia".
El Colo.