LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 22 de marzo de 2012

COMO TURCO EN LA NEBLINA


El periodismo militante opositor sorprende día a día con su capacidad de negar la realidad, en nombre de un relato: justamente lo que ellos dicen que hacen sus colegas de la vereda de enfrente, o los funcionarios del gobierno.

Y si no vean la rotunda afirmación destacada en la imagen, que corresponde a esta columna de Héctor Guyot en La Nación de hoy. 

La aseveración de Guyot va más allá de la apelación habitual a la remanida teoría del viento de cola para explicar al kirchnerismo: es, sencillamente, un intento de tapar el sol con la mano.

Porque cualquiera sea el juicio que se tenga sobre el kirchnerismo, sobre el gobierno de Cristina o sobre sus propias condiciones personales como dirigente, si hay algo a lo que se tuvo que acostumbrar desde el primer día de su primer mandato -y prácticamente sin respiro por más de cuatro años- es a las condiciones adversas.

Parece casi pueril, pero hay que repasarle a Guyón la historia reciente: el escándalo de la valija de Antonini Wilson a las 48 horas de haber jurado como presidenta, la rebelión agrogarca por la resolución 125 que mantuvo en vilo al país y con las rutas cortadas más de 100 días, la traición de su vicepresidente primero en la votación y luego convirtiéndose (con la inestimable ayuda de los medios opositores) en el virtual jefe de la oposición, las especulaciones sobre el final anticipado de su mandato.

Y por si fuera poco, la crisis financiera internacional golpeando con todo como telón de fondo permanente, la derrota en las elecciones legislativas del 2009 y la pérdida de la mayoría en las dos Cámaras del Congreso, el culebrón del pago de la deuda con reservas con jueces que (al igual que con la ley de medios) despachaban cautelares como delivery, un okupa instalado en el Banco Central resistiendo toda orden presidencial, y el intento del Grupo "A" de instalar un ensayo de gobierno parlamentario desde el Poder Legislativo; bloqueando en tanto toda iniciativa del Ejecutivo, incluyendo al Presupuesto.

Más acá en el tiempo, la muerte de Néstor Kirchner y poco después de haber sido reelecta con más del 54 % de los votos (lo que demuestra que hay al menos 12 millones de argentinos que tienen una percepción de Cristina un poco diversa a la de Guyot), un intento de corrida cambiaria y fuga de depósitos para forzar una devaluación.

Se podrían agregar más cosas (sin necesidad de recordar la guerra santa sin tregua ni cuartel que contra ella y su gobierno desataron y mantienen los medios hegemónicos), pero con lo dicho basta para que nos preguntemos: ¿en qué país vivió Guyot todos estos años?

Tanto respirar el aire informativo y conceptual enrarecido de la redacción de La Nación, terminó confundiéndolo con el real.

Durante mucho tiempo desde ciertos sectores de las ciencias sociales y políticas se intentó una explicación del peronismo como el simple resultado de una coyuntura económica feliz, la de la Argentina de la segunda post guerra mundial.

Tamaña simplificación fue no sólo un error de enfoque científico o conceptual, que impedía dar cuenta cabal de un fenómeno mucho más profundo -como que ha perdurado en el tiempo, bien que con mutaciones-; y que se proyectó con consecuencias políticas en los años posteriores al derrocamiento de Perón del gobierno en 1955.

Por querer continuar negando la realidad (o al menos no asumirla en toda su complejidad), se pretendió eliminar diez años intensos de la vida política nacional por decreto, y se apeló durante casi el doble de tiempo a todo un arsenal represivo de las posibilidades de expresión política de las mayorías argentinas; con los resultados que todos conocemos.

Sin el dramatismo de aquellos años y con los tonos que impone la perduración del esquema democrático formal, algo parecido sucede con este modo simplote de entender al kirchnerismo.

Máxime si se tiene en cuenta que el discurso dominante en los medios hegemónicos, termina a la larga o a la corta siendo replicado por el dispositivo político opositor al gobierno nacional; dispositivo que por lo demás frecuentemente se articula desde esos mismos medios, que le marcan la agenda.

En beneficio de la calidad del debate político en la Argentina, y de la profundización del proceso de consolidación de la democracia (que requiere que existan alternativas opositoras serias) sería bueno que se dejaran de lado clichés y frases hechas como las de Guyón, para zambullirse un poco más en la realidad y construir desde allí alternativas políticas concretas al kirchnerismo.

Porque esa alienación de la realidad llevó a esos mismos medios hegemónicos (en definitivas, lo que Guyón expresa no es sólo una opinión personal, sino el credo compartido en el periodismo opositor) a chocarse de frente contra el 54 % de Cristina en octubre; no obstante lo cual persisten desde entonces en la misma línea conceptual y estratégica, perdidos como turco en la neblina.

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