Por Fabio Mudry
“Venía rápido, muy rápido y se le
soltó un patína él, que era el rey de esta jungla. Se le soltó un patín...
Su corazón no era un hotel (aunque
corría ese rumor)
y hoy tiene una entre otras cruces
en este bosque siempre cruel
Dejó un billete que pide a gritos
que lo gasten
como una hoja derivó en tu mismo
turbio río.
Entre amuletos y talismanes su
destino desafió
si su nariz crecía de tamaño,
prometía más.
No le robaba nunca a nadie (a
nadie en especial)
ganó un orzuelo de tercer ojo y su
nariz sangró.
No hubo caricias para su celo moro
y ahora mira crecer las flores
desde abajo.
¡Zafó!”
(“Etiqueta Negra”, Patricio Rey y
sus Redonditos de Ricota)
Haciendo no se que, un domingo, a la noche, en un centro
desolado y frío de julio, tarde, muy tarde, lo veo a él, levemente inclinado,
como frente a un micrófono de esos de los años cincuenta, hablando con el
parquímetro y gesticulando como poniendo énfasis en lo que le dice, o pretende
decirle.
Lleva su campera percudida por los años y por la mugre,
tachonada de pins, esos redonditos de chapa o de plástico, de los que en los
80’ donde se quedó, eran el distintivo
de militancia o admiración sobre alguien, o por una causa tal vez.
El hecho es que a pesar de la dificultad en la vista que me
avanza en los últimos años, lo veo de lejos, y reconozco sus rulos, su cara, su
piel blanca muy blanca, y sus expresiones. Como aquellas veces en el patio de
los naranjos, y antes de entrar a cursar algo a la tarde en esos horarios en
que el hall de la facultad y los pasillos parecían las escalinatas de la piazza
di Spagna en Roma.
A la salida del cursado, las asambleas, y otra vez, él, que
junto con los principales oradores de las distintas agrupaciones (esos que
admirábamos por su dialéctica, hasta por la manera en que caminaban por el
medio del aula kilométrica, y que a la vez cuestionábamos por burócratas), pedía la palabra e inevitablemente llevaba las cosas a otro
lugar, con maestría y salvaje delirio, como aquella vez que dijo que la
asamblea parecía un hotel, porque tenía muchos cuartos .....intermedios. Que
hijo de puta ¡ como lo disfrutábamos.
Esa vez estalló el aula aquella grande como iglesia, con las
risas, salvo las de ellos que estaban queriendo sacar algo y nos iban a
aplastar con las mayoría. Ni hablar de esa otra vez que en la despedida de la
mina de otra provincia lejana que se volvía a su pago, recibida, con una
buenapropuesta de laburo, y escapando de una historia de amor que no podía
seguir.
Digo, esa noche, en la encanutada quinta de los suburbios, otra
vez Rodolfo, manejando a todo el grupo, haciendo coros con clásicos del rock
nacional dejándonos un rato de esos plenos de felicidad y carcajadas
compartidas, de esas que de dejan una sensación como en la nuca. Subo al auto,
sin dejar de mirarlo, como esperando que me vea, o que me llame y me diga
como tartamudeando en el arranque: "...estoy por llamar a conferencia
de prensa en el patio del bar... esta vez los voto a Uds ¡¡, les doy mi apoyo
crítico".
Pero no, el sigue hablando con el parquímetro que no anda. Pongo
en marcha el auto y arranco despacio poniéndome el cinturón, pensando que ojalá
no me desvele esta noche pensando en los kilombos que tengo mañana lunes.
4 comentarios:
Hacía mas de veinte años que no sabía nada de él. Que pena que esté así. Y que bien escrita la nota, la verdad me hizo estremecer. Lo recuerdo en esas asambleas enormes, donde la franja hacìa lo que quería y nos corrían a todos con el democratómetro.
Lo recuerdo particularmente en una, cuando pidió la palabra y, frente al fastidio de franja morada y algarabía del resto que sabíamos que algo bueno vendría, dijo que la asamblea era "pan y circo" y sacó de entre sus ropas una bolsa de nylon con un mendrugo de pan y lanzó al aire papel picado. Quizas su presente era entonces previsble. Prefiero recordarte como te conocí Rodolfo, irigoyenista -como te definías- desafiando a los profesores con lo que sabías, proponiendo imposibles, viendo lo que nadie veía y elucubrando la estrategia de tu equipo de fútbol, el "César Elorriaga". Qué pena... (P.V.)
No entiendo porqué te da pena, es de esos "locos lindos" que están más cuerdos que muchos, que es libre, que vive la vida que le gusta vivir, que no se define por la ropa que lleva, con quien siempre da gusto hablar, y de quien me sigo maravillando. La hija de un amigo me dijo los otros días, que hijo de puta ese tipo no tiene límites, no lo podés agarrar en una se sabe todo del Rock nacional y del santafesino ni te cuento". Esa es su riqueza, se conoce, es felíz, y sobre todo consigue lo que quiere y no es a costa de nadie. Un capo.
Cristina Ambrosio.
http://www.youtube.com/watch?v=YdTKnrco-L0
Es un personaje salido del programa de Capusotto!!! Viva el rock.... de Santa Fe..y el hermafrodita político!!!
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