Escribís en La Nación adhiriendo a la tesis Lopérfido sobre el número de desaparecidos.
Una nota pegándole a los organismos de derechos humanos, en el diario que publicó un editorial más o menos en la misma línea, abogando por la impunidad de los genocidas.
Editorial que repudiaron hasta sus propios periodistas; razón por la cual a muchos de ellos les llegó el telegrama de despido.
Y te recomienda Majul, catador prémium de soretes, si los hay.
Ya está, más no podés pedir: retiráte a descansar, estás hecho.
30 años pidiendo perdón por tu pasado para ser aceptado y poder escribir en los diarios de la oligarquía.
Lo lograste: ya sos de ellos, les pertenecés, en cuerpo y alma.
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