LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

jueves, 15 de septiembre de 2016

TRABAJO CONJUNTO


En medio del “mini Davos” convocado por el gobierno de Macri para tentar a inversores extranjeros, pasó casi desapercibida la visita del vice canciller inglés, y su reunión con Malcorra; de la que da cuenta ésta nota de La Nación, en la que además está el comunicado conjunto que detalla los temas tratados, de los que la tribuna de doctrina -con las bragas humedecidas- destaca la promesa de “trabajo conjunto” de las fuerzas armadas de ambos países.

Hace un tiempo decíamos acá que prácticamente desde su asunció Malcorra viene dedicando más tiempo a su candidatura a la secretaría general de la ONU (que viene en franco declive) que a su rol específico de canciller; pero que en su tren de campaña electoral anduvo varias veces por las islas británicas, prometiendo cosas que luego se cargarán en nuestra cuenta como país.

Según surge del comunicado conjunto se sigue apelando a la fórmula del “paraguas” para poner a un costado de las conversaciones la discusión sobre la soberanía de las Malvinas, que se gestara en los acuerdos de Madrid de 1989 durante el gobierno de Menem.

Una fórmula que -a esta altura de los acontecimientos- no se mostró muy eficaz que digamos para avanzar en el reconocimiento de nuestros derechos soberanos sobre las islas; y que habría que ver hasta que punto es compatible con la cláusula transitoria primera incorporada a la Constitución Nacional en 1994 (tras los acuerdos), por la cual la recuperación de los territorios irredentos y el ejercicio pleno de nustra soberanía sobre ellos es “un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.

Leemos en el comunicado: “Se reafirmó el compromiso de la República Argentina y el Reino Unido con la agenda global anticorrupción. El Reino Unido agradeció a la Argentina por su permanente apoyo contra el crimen organizado especialmente en el área del narcotráfico, trata de personas y lavado de dinero. El Reino Unido elogió los esfuerzos de la Argentina para enfrentar la corrupción y construir la confianza en el sistema regulatorio apuntalando el programa de reforma económica. El Reino Unido ofreció asistencia para enfrentar la corrupción, promover la transparencia y apoyar las prácticas abiertas de gobierno.” (la negritas son nuestras)

La aclaración parece un chiste, con el ex ministro inglés Cameron y Macri involucrados en los Panamá paper´s, el G20 resistiendo (con el decisivo peso de la opinión inglesa) toda regulación de los paraísos fiscales, y la city de Londres y las islas inglesas del Canal de la Mancha convertidas en las principales guaridas mundiales para fugar capitales, armar sociedades off shore y lavar dinero de origen ilegal

Pero sigamos leyendo: “Se destacó que la Argentina y el Reino Unido han acordado trabajar para incrementar significativamente el comercio bilateral entre ambos países como lo demuestran las recientes visitas enfocadas en el comercio y el apoyo a las empresas e inversiones para capitalizar oportunidades comerciales e inversiones, lo cual incluye compartir asesoramiento y experiencia en Asociaciones Público- Privadas.”: ya sabemos entonces de donde vino la letra para el proyecto que discute el Congreso, y ya cuenta con dictamen del Senado.

Según se señala, el Reino Unido apoya a la Argentina en su deseo de ingresar a la OCDE, y ofrece “...su asesoramiento y experiencia para asistir en la implementación de las reformas requeridas parar obtener la membresía.” Con tutores e institutrices entonces, Macri tratará de que ingresemos a uno de los clubes VIP de las relaciones internacionales, aunque en el medio tengamos que ir dejando de lado alguna que otra mala costumbre, como las leyes laborales o ciertas premisas de orgaización del sistema educativo.

Para que no se diga que las cuestiones del Atlántico Sur estuvieron al margen de las conversaciones, leemos lo que se dijo sobre el punto: “En un espíritu positivo, ambas Partes acordaron establecer un diálogo para mejorar la cooperación en todos los asuntos del Atlántico Sur de interés recíproco. Ambos Gobiernos acordaron que la fórmula de soberanía del párrafo 2 de la Declaración Conjunta del 19 de octubre de 1989, se aplica a este Comunicado Conjunto y a todas sus consecuencias. En este contexto se acordó adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos. Ambas Partes enfatizaron los beneficios de la cooperación y de un compromiso positivo de todos los involucrados.” (las negritas son siempre nuestras)

Para que entendamos: sin que el Reino Unido acepte siquiera sentarse a discutir la cuestión de la soberanía de las islas como lo mandan las resoluciones de la ONU (pese a que más arriba ambas partes celebran la cooperación de sus fuerzas armadas en las misiones de paz del organismo), la Argentina le está ofreciendo una explotación conjunta de los recursos naturales (pesca y petróleo, básicamente), junto con un reconocimiento implícito de los kélpers como “parte interesada” en esos asuntos, y de la validez de los actos que en tal carácter vienen ejecutando contra nuestros derechos soberanos, como otorgar licencias de pesca o concesiones de exploración y explotación petrolera.

Del mismo modo que decíamos que la fórmula del “paraguas de soberanía” que ahora reflota el macrismo es potencialmente contradictoria con nuestras cláusulas constitucionales, esta formulación tampoco parece respetar demasiado las leyes argentinas que -por ejemplo- desconocen esos actos, y sancionan a las empresas que acceden a esas licencias y concesiones; tales como la Ley 26.659 (2011) y su modificatoria 26.915 de 2013.

Ni que hablar que este tipo de concesiones y retrocesos son absolutamente contradictorios con el hecho que éste mismo año el propio gobierno de Macri haya celebrado la resolución de laONU que reconoció la presentación argentina sobre los límites de nuestra plataforma continental, parte de la “pesada herencia” recibida.

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