Entre las muchas sorpresas que trajo el Boletín Oficial de ayer, apareció publicado el Decreto 1346 (completo acá); que establece las nuevas pautas para la asignación de los subsidios del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) a la producción cinematográfica nacional.
La norma viene a reemplazar al Decreto 1527/12 y sus modificatorios dictado por Cristina, y los subsidios se financian con una parte de la contribución especial sobre los ingresos por publicidad que estableció la Ley 26.522 (ley de medios) para los licenciatarios de servicios de comunicación audiovisual.
Si bien el nuevo decreto mantiene el criterio vigente de asignarle al INCAA hasta el 50 % del producido del gravamen (el máximo que permite la ley, que fija además otros destinos) y en líneas generales pareciera sostener el esquema vigente, en rigor delega en las autoridades del Instituto las pautas compementarias de sus disposiciones, en el artículo 3: "El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, en ejercicio de las facultades conferidas por el artículo 30 de la Ley de Fomento de la Actividad Cinematográfica Nacional -t.o. 2001-, dictará las normas reglamentarias para el otorgamiento de los subsidios a otras formas de exhibición por vía de ventanilla continua para las modalidades Audiencia Masiva y Audiencia Media, como así también la reglamentación relativa a las convocatorias previstas en el inciso c) del artículo que antecede. La reglamentación dispondrá también los aspectos relativos a la determinación de los montos fijos y variables a reconocer por subsidio por otros medios de exhibición, formas de pago de los mismos y eventuales modalidades de anticipo durante el proceso de producción.".
Pero lo más preocupante del decreto son sus fundamentos, entre los que se señala lo siguiente: "Que resulta menester el establecimiento de un régimen de aplicación de fondos públicos en materia de subsidios, el que, si bien orientado primordialmente al estímulo de la producción cinematográfica, no se desentienda de la generación creciente de audiencias como factor determinante de un acceso creciente del público a la cinematografía como expresión cultural y de convocatoria a la inversión privada, aspecto insoslayable a la hora de pensar en una industria cinematográfica sustentable." (las negritas son nuestras)
La política de fomento de cine nacional durante el kirchnerismo fue una de las tantas denostadas por quienes hoy gobiernan, y a la que le colgaron el sambenito de la corrupción; para en la práctica retraer al Estado de distintos ámbitos, o hacerlo actuar bajo otra lógica, que no es ni más ni menos que la del mercado. Así sucedió con el Plan Qnita o Conectar Igualdad, por señalar solo los ejemplos más conocidos.
Si bien es sabido que aun en casos de películas que luego serán éxitos de taquilla el subsidio se otorga en la etapa de producción (para financiar costos que luego se recuperan por lo recaudado), la finalidad del subsidio no se agota allí ni debería hacerlo: el Estado debe promover las diferentes expresiones culturales aun cuando no sean masivas; y no puede ser el impacto masivo de un determinado producto el criterio para guiarlo en esa tarea.
En ese marco llama a confusión la salvedad que hace el decreto, porque además vincula el subsidio estatal con la probable (o no) "lluvia de inversiones" privadas en la producción cinematográfica, cuando es justamente al revés: aquéllas películas o producciones audiovisuales que logran captar a priori el interés de los inversionistas privados porque parecen un seguro éxito de taquilla, no necesitan del subsidio estatal.
Sería interesante saber que opina al respecto Campanella, que se convirtió en un ácido crítico moral del kirchnerismo (en bloque, sin matices) apenas se secó la tinta del cheque del INCAA por el cual le subsidiaron algunas de sus películas.
En ese marco llama a confusión la salvedad que hace el decreto, porque además vincula el subsidio estatal con la probable (o no) "lluvia de inversiones" privadas en la producción cinematográfica, cuando es justamente al revés: aquéllas películas o producciones audiovisuales que logran captar a priori el interés de los inversionistas privados porque parecen un seguro éxito de taquilla, no necesitan del subsidio estatal.
Sería interesante saber que opina al respecto Campanella, que se convirtió en un ácido crítico moral del kirchnerismo (en bloque, sin matices) apenas se secó la tinta del cheque del INCAA por el cual le subsidiaron algunas de sus películas.
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