LA FRASE

"VOLVÍ PARA OFRECERLE AL PRESIDENTE MI COLABORACIÓN PARA RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS CANDIDATOS QUE PROPUSO PARA LA CORTE." (FABIÁN RODRÍGUEZ SIMÓN)

miércoles, 4 de diciembre de 2019

NI ESO ANDUVO


Desde los tiempos del primer peronismo, una de las críticas recurrentes a su política económica es que, como todo populismo, apuesta todo al consumo para mejorar la situación presente de los sectores que constituyen su base electoral, sacrificando la inversión y las bases sólidas para crecer por mucho tiempo, en forma consistente.  

No importa que el propio Perón haya cambiado la orientación de la política económica en el Segundo Plan Quinquenal en un giro “desarrollista” antes de que el desarrollismo existiera como tendencia política en el país, y apostara a la inversión y el desarrollo de la industria pesada de base. Tampoco importa que los principales emprendimientos y proyectos en esa dirección hayan sido planeados y puestos en ejecución en gobiernos peronistas (incluyendo a los de Néstor y Cristina), porque el gorila, se sabe, es inmune a los libros de historia, o los reescribe a su gusto.

Lo cierto es que el gobierno de Macri llegó bajo esa lectura histórica, y bajo las premisas ideológicas del neoliberalismo “ofertista”, que plantea siempre sacrificar consumo y bienestar presente (de los sectores populares, claro está), para supuestamente sentar las bases de un crecimiento futuro más firme y duradero. Todos conocemos o recordamos ese esquivo fantasma como “teoría del derrame”, y en estos años tuvo otros alias: “bases firmes y duraderas”, “segundo semestre”, “brotes verdes”, y un largo etcétera.

Con ese fin, o al menos con esa justificación, como siempre que gobierna el neoliberalismo, se le conceden al capital nacional y extranjero todo tipo de beneficios, franquicias, exenciones, privilegios o tratamientos preferenciales: otra vez, podemos listar el levantamiento del "cepo", el blanqueo más generoso de la historia argentina, los contratos PPP (“participación pública privada”), el régimen especial para las energéticas y las energías renovables, los tarifazos (“sendero de precios a la industria”), las rebajas de aportes patronales o contribuciones sociales, los acuerdos sectoriales de flexibilización laboral tendientes a forzar salarios a la baja, y precarización de las condiciones de trabajo, las normas contra “la industria del juicio laboral”. En fin, nada nuevo bajo el sol, o que no se haya ensayado antes, con los resultados por todos conocidos, ahora y siempre.

Al cabo de sus cuatro años de mandato, Macri deja el poder con una serie de indicadores económicos y sociales desastrosos, por donde se lo mire, incluso haciendo retroceder al país en aquellas cuestiones que para el neoliberalismo son fetiches, como la inflación o el incremento de la inversión productivo: vemos en ésta nota de Diario Bae a la cual corresponde la imagen de apertura (enlace) que las cifras en ese renglón de su gobierno son también calamitosas: la inversión registró una caída de 4,5% interanual para octubre según Ferreres, y arrastra otra de 11,4% en los primeros 10 meses de 2019.

En septiembre, el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA) midió otro desplome de 10,8% interanual, y señaló que de mantenerse en ese nivel los últimos tres meses del año, la inversión caería en torno al 14% en 2019, dejando un nivel 10% menor al de diciembre de 2015. La semana pasada el Indec informó que las inversiones productivas extranjeras cayeron 37,1% durante el primer semestre del 2019, en comparación con el mismo período del año pasado: US$3.573 contra US$5.680 millones, respectivamente.

El gasto en bienes de capital se encuentra en los niveles más bajos desde la crisis subprime en 2009, la inversión en equipo durable de producción nacional acumula 23 meses de caídas consecutivas, lideradas por la siderurgia y los químicos y plásticos, mientras que el equipo durable de producción importado lleva 17 meses consecutivos de recesión. Las importaciones de bienes de capital están alcanzando niveles mínimos históricos y la actividad de la construcción presenta 13 meses consecutivos de caída, registrando en septiembre un descenso de 8,5% anual. Si la construcción se mantuviese constante en los niveles observados hoy, el gobierno dejaría un nivel 7,5% menor al de 2015”.La inversión representa una porción cada vez menor dentro del PBI. Pasó de 19,6% en 2015 a 16,5% en 2019, según los datos del Indec.

Mayor demostración empírica del absoluto fracaso conceptual y práctico de las ideas neoliberales (dicho esto porque los "libertarios" cuestionan su ejecución, para salvar al modelo), imposible de conseguir, incluso bajo sus propios términos. Y mayor destrucción del entramado productivo provocada por los que venían a "reconvertir las industrias no competitivas" para replicar el modelo australiano, tampoco.

Ni hablar si al asunto se lo analiza desde la perspectiva  de un proyecto de desarrollo integrado con alta densidad del entramado industrial, capaz de diversificar exportaciones y generar divisas: cuatro años de macrismo nos han dejado la mitad de la capacidad instalada ociosa, y un mercado interno (que con el consumo apuntala la inversión, y no al revés, como sostiene el neoliberalismo) destrozado, que urge recomponer. No se entiende donde Macri y su gobierno ven las "bases firmes para el crecimiento" de las que tanto hablan.

1 comentario:

Rodolfo dijo...

"No se entiende donde Macri y su gobierno ven las "bases firmes para el crecimiento" de las que tanto hablan."

La esteganografía consiste en esconder mensajes de forma que a simple vista no se perciban. Se basa en la idea de que descifrar un mensaje cifrado es sólo cuestión de tiempo, pero descubrir un mensaje secreto es mucho más difícil si ni siquiera se sabe que hay un mensaje.

La esteganografía es una técnica que lleva empleándose miles de años en las comunicaciones secretas. Durante las Guerras Médicas (490 a. C.), los griegos rasuraban la cabeza a sus esclavos, les tatuaban el mensaje que querían comunicar, esperaban a que les creciera el cabello de nuevo y les enviaban al destinatario. De esa forma, si durante el camino eran capturados, los enemigos no encontrarían ningún mensaje portado por los esclavos.

Para que pueda hablarse de esteganografía, debe haber voluntad de comunicación encubierta entre el emisor y el receptor.